Mientras voy elaborando la versión de Simone aportaré la mía. No sabría explicar a ciencia cierta por qué me seduce como me seduce esta versión. Podría aventurar con relativa facilidad la justificación -siempre pobre, eso sí- del porqué de mi preferencia por cualquier libro, cómic, película, equipo de baloncesto o mano de Texas Holdem. Pero me reconozco incapaz de hacer lo mismo cuando de piezas musicales se habla. Para mí la música es una especie de automatismo que sobrepasa todo intento de racionalización y que apela directamente a las difusas razones del corazón. De todas formas, si me forzáis a ello, arriesgaré la idea de que me apasionan las voces y más aun que las voces, el acentuadísimo contraste entre ambas.
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