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jueves, 30 de septiembre de 2010

Las historias del rock: “Septiembre” de Josele Santiago (Los Enemigos)



¿Por qué estoy frío si hoy hace calor?
Yo iba a ser un gran tío, todo un ganador
¿Será que no es lo mío esta competición?
¿Por qué os reís tanto delante de Dios,
delante de Dios?


Lo he intentado de corazón
Me hubiera encantado lo sabes señor
¿Es cierto que no tengo?
¿Es cierto que no tengo?
¿Es cierto que no tengo?
Ninguna vocación


Ya es septiembre 
y yo no voy a estar
en septiembre
En septiembre
no pienso vendimiar
en septiembre,
septiembre, septiembre,
septiembre, septiembre,
septiembre…


Id a por el pan 
que yo no voy a ir
y a por la leche
yo no voy a estar.
Antes de que me echen 
prefiero salir,
aunque sea abriendo 
la puerta de atrás
la puerta de atrás



Mientras los frailes 
vayan a rezar
mientras los bailes 
sean sin mí igual
yo besaré a la madre
besaré a la madre
besaré a la madre
que hoy me velará…


Ya es septiembre


Voy a estrenar
corbata hoy.
Por fin haré algo de verdad
¡Qué feliz soy!


Ya es septiembre
Septiembre
Septiembre
Septiembre
mi último septiembre


En el año 1990 el trío madrileño Los Enemigos publicó La Vida Mata (Gasa). Allí estaba “Septiembre”, un tema cuya letra estaba basada en un caso real, y que contaba la historia de lo que pasaba por la cabeza de un chaval justo en el momento anterior a suicidarse ahorcándose. Han pasado 20 años, pero la combinación de los versos, la voz arrastrada de Josele Santiago y la potencia del trío siguen logrando estremecerme mientras escucho como relatan esta triste historia.

Mi versión favorita de este tema se incluye en el disco en directo Obras Escocidas (1985-2000) (Virgin, 2001). Uno de los motivos es que a esta joya del rock en español le sigue una magnífica versión de "Señora" de Serrat. 


La cita de hoy es de Honoré de Balzac: la resignación es un suicidio cotidiano. 
¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

jueves, 23 de septiembre de 2010

Una historia de matemáticas: Maria I de Escocia, Isabel I de Inglaterra y la criptografía


Retratos de Isabel I de Inglaterra (izquierda), y María I de Escocia.


A lo largo de la historia de la humanidad, desde las primeras civilizaciones, se han desarrollado técnicas para enviar mensajes durante las campañas militares de tal modo que si el enemigo los interceptaba la información no cayese en manos de los contrarios. Esta rama del conocimiento que permite cifrar y descifrar los mensajes de un modo seguro es lo que se conoce como criptografía, y desde un punto de vista científico tiene una fuerte base matemática. Para hacernos una idea de su importancia a lo largo del tiempo, el método que se conoce como Cesar, y que se atribuye a Julio Cesar, proviene de la época de los romanos.

Al contrario que en otras ramas de la ciencia, en la criptografía siempre han existido dos bandos. Por una parte están los criptógrafos, que son los encargados de la creación de nuevas técnicas que garanticen la confidencialidad de los mensajes. Por otro lado están los criptoanalistas, cuya labor es la de descifrar esos sistemas de códigos que crean los criptógrafos.

En esa lucha silenciosa ha habido momentos en que uno de esos bandos ha logrado imponerse sobre el otro. Uno de ellos fue precisamente el que llevó a la decapitación el 8 de febrero de 1587 de María Estuardo, también conocida como María I de Escocia, por parte de Isabel I de Inglaterra, hija de Ana Bolena y Enrique VIII.

El origen de todo ello está en lo que se conoce como el “complot Babington”. Anthony Babington, que murió decapitado con 25 años, encabezó una conspiración cuyo objetivo era matar a la reina Isabel I y sustituirla por María I, para situarla al frente de un reino católico de ingleses y escoceses. Las pruebas que llevaron a la decapitación de Babington y posteriormente a María I tienen que ver precisamente con la criptología. El servicio de contraespionaje de la reina inglesa se hizo con una serie de cartas de María dirigidas a Babington en las que se apreciaba claramente que estaba al tanto de su plan y que lo aprobaba. En la redacción de las cartas los conspiradores utilizaron una técnica que constaba de dos partes y es lo que se conoce como un algoritmo de cifrado y codificación. Por un lado sustituían las letras por una serie de caracteres (cifrado), y por otro, algunas de las palabras más habituales se sustituían por unos símbolos (codificación).



Carta de Anthony Babington en la que se incluye el mensaje cifrado (parte superior) y la equivalencia de las letras y los símbolos (segundo pliegue de la parte inferior)


Maria I y sus acólitos estaban utilizando un método similar al que se había empleado desde hacía siglos, y que se suponía totalmente seguro. Sin embargo Thomas Phelippes, criptoanalista de Isabel I empleó la técnica del análisis de frecuencias, gracias a lo cual pudo descifrar la correspondencia entre los conspiradores. Dicho análisis consiste en estudiar la frecuencia o porcentaje con que aparecen los distintos caracteres o símbolos en un texto, y compararlo con la frecuencia con que las distintas letras aparecen en un idioma deteminado. Aunque el método no es totalmente exacto, ya que las frecuencias dependen de la longitud de los textos analizados, permiten unas aproximaciones iniciales muy útiles. A partir de ellas y por medio del intercambio de un número limitado de letras, permite descifrar rápidamente los mensajes.

El resultado de todo ello fue, tal y como se ha comentado, la decapitación de Babington el 20 de septiembre de 1586, y tras el correspondiente juicio, la de Maria apenas unos meses después. Otro efecto de todo ello fue la constatación de que el método de sustitución empleado hasta el momento por los criptógrafos, no era capaz de resistir las nuevas herramientas de los criptoanalistas.

Esta entrada forma parte de la VI Edición del Carnaval de Matemáticas cuyo anfitrión es el Blog de Sangakoo.

Y la cita de hoy: Saber que se sabe lo que se sabe, y saber que no se sabe lo que no se sabe: sabiduría. Alphonse Karr
¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

Como no me copies te pego

Reservado todos los derechos a los lectores, que podrán copiar, manipular, alterar y hasta leer todos los textos de este blog. Eso sí, se agradecería que mencionaran de dónde diablos han sacado el juguetito.