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viernes, 22 de junio de 2018

Gredos y sus lagunas

Laguna del Gargantón
 Tras no poder ir el año pasado por circunstancias de salud, este año tampoco me preparé físicamente para esta ardua tarea de subir montañas con mis compañeros de fatigas: Juan, Roberto, Juanfran, Míkel y yo mismo. Sí, me diréis que falta Diego, pero tuvo un accidente casero y anda recuperándose el hombre en su pueblecito... 

Así que con la baja de Diego, que siempre se nota, pues es el que suele preparar las rutas y se conoce bien los caminos, decidimos hacer algo sencillo, como es ir a Laguna Grande desde la Plataforma de Hoyos del Espino, y es que Míkel y Roberto no lo conocían y Juanfran tenía la ilusión de subir grandes montañas, desde allí se podía intentar el Ameal de Pablo, La Galana o incluso el Almanzor.

Salimos el viernes por la mañana y llegamos al camping de Hoyos del Espino justo a la hora de comer, enfriamos unas cervezas en el Río Tormes y esperamos a Roberto que venía desde la capital. Llegó puntual y eso le quitó a Juan de su siesta diaria, algo que le dolió para el resto del día. Nos acercamos a la plataforma y desde allí tras preparar las mochilas, comenzamos la ruta. Los Escribanos hortelanos y montesinos me salieron al paso y paré para verlos, incluso Juanfran se quedó conmigo para observarlos. El camino es sencillo y relativamente llano. Paramos en una fuente a mitad de camino a rellenar las botellas de agua, el sol apretaba y las mochilas llenas de víveres, hacían más duro el camino.

Llegamos a la zona del descenso a la Laguna grande, y allí observamos el cartel con todos los picos que Juanfran anhelaba subir, pero la zona estaba muy nevada (la vez que más en todos estos años de movidas mochileras) y nos dejó un poso de duda el poder hacerlo o no. Al llegar a la Laguna, nos encontramos ante una encrucijada, pues el agua de la laguna había subido bastante el nivel , y el cable de acero que te permite vadearla por entre las piedras, se había roto con las inclemencias del tiempo. Así que tocó que descalzarse y poner los pies en la gélida agua de la Laguna, Míkel no paraba de quejarse, "¿no sabéis que llevo muy mal el agua fría?" Pero no le quedó otra. Después de limpiarnos y secarnos los pies, decidimos acampar en una zona un poco húmeda pero llana.

La noche no fue muy fría, pero al no haber luna llena salió completamente estrellada y era alucinante despertarte a las 3.00 de la mañana y ver la vía láctea y un montón de constelaciones, muchas (por no decir todas) las desconozco y aquí sí que echaba de menos los conocimientos maravillosos de Diego sobre Astronomía. 

En la mañana del sábado, nos levantamos temprano, y nos acercamos al Refugio Elola, para preguntar por como estaban las cumbres de montaña y si era posible hacer cumbre sin crampones. Nos dijeron que en esas condiciones era imposible, incluso en sitios con caminos hechos como en la Portilla del Rey (Cinco Lagunas), así que la desilusión de Juanfran fue aún mayor. Volvimos a las mochilas, donde se había quedado Míkel guardándolas y escuché un canto llamativo, un leve silbido, y se me vino a la cabeza el roquero rojo, esa hermosa ave que estaba en un pequeño prado comiendo. Llamé a mis compañeros y lo observaron, quedándose pasmados de lo grande y bonito que era.

Decidimos acercarnos a los prados del Gargantón, nos costó llegar, ya que desde la laguna grande no recordaba el camino, sabía que había una portilla que cruzar, pero nos la pasamos. Míkel, de todas formas encontró una serie de hitos que nos llevaron a la senda correcta, no sin pasar por zonas complejas. Juan y Roberto no paraban de darle vueltas al hecho de como habíamos perdido el rumbo. Por fin paramos a descansar y comer, allí incluso pudimos descalzarnos y enfriar los pies. La siesta no hubo quien se la saltase, aunque a veces el sol daba de justicia y Juanfran que no se tapó com nada, acabó quemándose los gemelos. Nos quitamos las mochilas y subimos las lagunillas del Gargantón, un lugar increíble, en realidad es un pequeño circo glaciar entre el de Laguna Grande y Cinco Lagunas, mas modestito, pero con la cantidad de nieve y agua que tiene este año, es realmente espectacular.

Con mucha precaución hicimos el descenso, algunas zonas estaban húmedas y con líquenes, por lo que los resbalones eran un peligro a tener en cuenta. Ya desde allí retomamos nuestras pesadas cargas y volvimos a la Laguna Grande por el camino oficial, no tardamos mucho en llegar. El aire se empezó a mover y por un momento temimos que el sitio para dormir no iba a ser el más adecuado, por que a pesar de estar en un lugar llano, no teníamos forma de evitar las ventoleras. Nos aseamos y cenamos, en ese momento el aire paró y tuvimos una noche plácida. La noche fue también muy espectacular, sin nubes y como dormimos en sentido contrario al de la noche anterior, pude ver sobre las 4 de la mañana el planeta Marte. Avisé a los compañeros y compartí mi descubrimiento con ellos. Juan aprovechó para contarnos alguna anécdota de las suyas...

El sol nos obligó a levantarnos (el cansancio de las caminatas con las mochilas se empezaba a notar) y tras hacer un café artesanal, se rompió el filtro y hubo que improvisar con un pañuelo de papel, que milagrosamente aguantó, tomamos un cafelito. Salir del sitio en el que habíamos parado nos llevó un ratito, ya que había que encontrar un lugar donde pasar el río. Juan encontró el lugar más seguro. Y nos pusimos en marcha dirección al Refugio del Rey (en ruinas), suelo llevar el prismático fuera, pero al ser el camino cuesta arriba y darnos el sol fuertemente, decidí guardarlo, al poco tiempo vi una silueta de un ave grande que no era un buitre, y efectivamente, el Quebrantahuesos me pasó por encima y no pude verlo... Juanfran que iba por delante me preguntó si lo había visto y yo confirmaba lo que me temía. 

Sombras alargadas
Giramos a la derecha en dirección al Refugio y tras ver a otra persona haciendo la ruta le preguntamos por si era el camino correcto, efectivamente, ese era. Más adelante y tras pasar por varias zonas nevadas, preguntamos a dos hombres sobre la posibilidad de subir algún pico, sobretodo por Juanfran que estaba ansioso de subir algo medio decente. Nos dijeron que sí era posible y que no perdiésemos tiempo. Allí nos lanzamos, pero sin mochilas que dejamos entre piedras. Hubo que pasar varios neveros, el primero nada más comenzar era todo cuesta arriba, con algunas trampitas en forma de agujeros escondidos, eso me hizo en  una ocasión meter el pie casi hasta la rodilla. 

El segundo tramo de nieve, era más duro que el primero, resbalaba muchísimo y había que hacer un sobre esfuerzo, no para avanzar, sino para mantenerte en vertical. Esperé a Juan y encontramos una zona de tierra, que nos llevó al Pico Morezón de 2389 metros de altitud. Juan sacó su temida cámara y se puso a hacer fotos desde todos los ángulos imaginables. Allí arriba vi una Papilio Machaon quise enseñársela a Roberto, pero Juan no paraba de jorobar con las fotos y la asustó.

Míkel y yo iniciamos el descenso, lento pero seguro, ahora al pasar por los neveros el descenso era mucho más rápido y divertido, en 20 minutos llegamos a las mochilas y el grupo siguió con la idea de ir al Refugio del Rey (que yo ya había visto 20 años antes con Diego), yo preferí esperarles en una zona acordada con ellos, en media hora llegaron e iniciamos el descenso a La Plataforma. Pero de repente oí y vi al Ruiseñor Pechiazul entre los piornos, me hacía ilusión verlo, pero a pesar de echar unos diez minutos no volvió a salir. Ellos estaban comiendo mientras me esperaban. También en ese descenso Juan y yo disfrutamos de la Collalba gris y las Alondras comunes cantando y haciendo picados espectaculares. Llegamos a los coches y algunos se bañaron en el Río Tormes a la altura del camping. Ya allí nos despedimos de Roberto para otra ruta, quien sabe si en septiembre... Los demás, que en Hoyos del Espino estábamos a 23º, tras tres horas de viaje, llegamos a Almendralejo con 34º a las 22.00 horas, realmente el contraste fue brutal.
¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

martes, 24 de mayo de 2016

The stinkers mountaineers


Después de la accidentada travesía montañera del año pasado, este cronista estaba con la mosca detrás de la oreja, ¿me atreveré a ir a la montaña?, ¿me volveré a caer? y ¿si me rompo una pierna, u otra parte del cuerpo...? así que no andaba yo muy bien de ánimo, pero era mediados de abril cuando Juan me mandó una serie de fechas para hacer la ruta anual. Estaba acompañado en ese momento de Daniel Reinholtz, chico estadounidense de la ciudad de New Jersey, al que enseguida le hice la propuesta, ¿te vendrías conmigo a la montaña el 20 de mayo? Y su respuesta fue tan contundente como afirmativa: "¡Sí Paco, me encantaría!". Y eso me animó.

Así que seguimos con los preparativos, y pensamos en varias rutas, ya estaba casi todo hecho, cuando Nevin Singh, otro estadounidense de New York en este caso, se une a la causa, le sigue Juan Elías, almendralejense de Almendralejo, a quién le acompañaría Meghan Baumgartner de Kentucky (famoso por sus pollos) y Anna Chad de cerca de San Francisco (California), a eso le sumamos al Asturiano de Gijón (Roberto) que no le gusta mojarse la cabeza en los ríos de Gredos, y al hijo de Juan, Juanfran, que ha vuelto a la buena senda de seguir la tradición familiar de hacer al menos un fin de semana en la montaña, hecho de menos a Dieguito, el otro primo que siempre venía a estos lares, pero la vida lo ha llevado a Alemania y no sabemos si podrá hacer estas rutas. Evidentemente, íbamos los tres veteranos en estas lides, Juan (the big stinker), Diego (el gran guía), y Paco (el pupas de Gredos).


Así que ya el viernes 20 de Mayo, sobre las 15.30 horas, nos pusimos en dirección hacia la localidad avileña de Bohoyo, 10 personas, (récord absoluto para nosotros) a hacer una ruta muy larga, pero suave. Enseguida hubo feeling entre todos los compañeros que hacíamos la ruta, muchos de ellos no se conocían de nada, por lo que tras las presentaciones y las fotos de rigor antes de la salida, nos echamos la mochila a le espalda y nos pusimos a andar. Juan  enseguida se quejó del enorme peso que llevaba y de lo poco que pesaba la de Juan Elías, cómo podría ser eso... Sucedió una circunstancia anómala, y es que el mes de mayo en la Sierra de Gredos ha sido el lugar donde mas ha llovido en la península, por lo que los caminos estaban inundados de agua, mis botas waterproof no daban abasto, lo mismo le pasó a Anna, y a alguno más también se le filtró el agua, por lo que pasamos a ser más de uno los que iban con los pies mojados.

La primera zona de la ruta es muy bonita, se pasa por un bosque de robles, con árboles no muy viejos, pero por los que se podía oír y ver a los trepadores azules, y los pinzones comunes de forma fácil, el verdor era agradable, el sol estaba a nuestra espalda y aunque sudábamos, no se nos hizo nada pesada esta parte, más bien corta..., por que como en todas partes de la Sierra de Gredos, los bosques están siendo esquilmados, hay un exceso de pastoreo y eso se nota en la falta de diversidad de plantas y árboles. Después de varios kilómetros andando, por fin llegamos al refugio de La Longuilla, allí Diego y yo nos pusimos manos a la obra a hacer un fuego en la chimenea para secar los calzados y entrar en calor lo antes posible. Después pasamos a la cena, y tras eso repartimos el espacio para dormir, por fortuna el refugio era grande y tenía dos habitaciones separadas, por las que Juan (The big stinker) no les haría pasar noches de insomnio a los más jóvenes. Para desgracia mía, (lo del pupas me viene al pelo) fuí el único que cogió un resfriado, ¿habrá sido el aire acondicionado del coche de Juan, que me daba directamente a mi? Y por lo tanto dormí poco y mal. Diego roncó un poco, pero en un volumen asequible para mis oídos, Juan Elías pasó frío por que la esterilla era muy fina y el frío del suelo se le traspasaba al cuerpo. Meghan también pasó frío, parece que su pijama era muy fino y no concilió bien el sueño... Así que llamé a Diego a las 7.15 y nos levantamos para ver el amanecer y escuchar a las aves.

Allí, en un pequeño arroyito, con unos abedules (qué alegría me dio verlos) vimos al chochín, marcar territorio con su potente canto, a una curruca tomillera ir de brezo en brezo, a varios acentores comunes, un cuco en vuelo buscando una víctima donde poner un huevo, hasta que vimos que los compañeros se levantaron y entonces les acompañamos para desayunar. Daniel desayunaba ¡Tila!, pero Daniel, ¿te querías dormir otra vez?, los demás té o café, acompañados de dulces. Nuestro objetivo era llegar al refugio de El Belesar y allí dejar nuestras pesadas cargas, y después hacer un ascenso hacia las cumbres mas altas donde pisar la nieve y quizás ver cinco lagunas y algunos de esos maravillosos paisajes. Pero el destino fue cruel con nosotros, ya que uno de los arroyos, había crecido de forma desmesurada, corría el agua con una enorme fuerza, y  Diego, Roberto y este menda, buscamos varias soluciones para vadear el río, pero ninguna nos satisfizo, ya que o había que mojarse mucho, o el salto era muy arriesgado, o sencillamente, por que a la vuelta, nos íbamos a encontrar con un problema peor. Así que con sangre fría, decidimos dar la vuelta y regresar al refugio donde habíamos pasado la noche.
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viernes, 7 de noviembre de 2014

Los Galayos

El domingo por la tarde, mientras veía La 2, aparecieron entre mis recuerdos unas cumbres que había subido ya hace varios años, eran Los Galayos, y recuerdo perfectamente que fue mi primera ruta por Gredos, con Don Diego Frías, que en aquellos años todavía vivía en Badajoz.

El programa que emitían era el documental "Cumbres" de Edurne Pasaban, y que se suele llevar de invitado a una persona famosa, pero inexperta en esto de escalar montañas; en este caso se llevó al torero Miguel Abellán, que he de decir que a pesar de su profesión, me cayó bastante simpático.

Así que me asomé a mis recuerdos, y también reviví la experiencia un poco más cercana en el tiempo, de ir a Los Galayos, en los que fuímos Diego, Juan, su hermano Tony y este menda que os escribe. El tiempo estaba chunguísimo, Diego decía que él prefería quedarse en Badajoz estudiando, Tony también se estaba preparando unas oposiciones y esas horas le venían muy bien, Juan decía que ir para volver era una chorrada como un piano, y yo decía que me apostaba lo que fuera a que no llovía, ya que tenía información de que las lluvias caerían en la cara norte de Gredos, pero no en la sur donde íbamos a estar nosotros.

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lunes, 23 de septiembre de 2013

Pico La Covacha

Ir a la Sierra de Gredos con Diego y Juan es una vieja y buena costumbre, si a esa le sumamos a Roberto, nuestro amigo asturiano, todo es más interesante, ya que se abre el abanico de conversaciones y eso para nosotros tres, que ya llevamos muchos años (14) yendo juntos al sistema central nos viene muy bien.

Salimos el viernes por la mediodía y nos dio tiempo a comer en casa de Diego y desde allí desplazarnos a Guijo de Santa Bárbara donde comenzamos nuestra ruta. Eran las 16.25 y estábamos andando por el campo, y el calor era insoportable, por eso al cruzarnos con unos enormes castaños y que daban una sombra y un frescor muy agradable, dejamos las mochilas unos 20 minutos para ver si el sol se apiadaba de nosotros, entre los castaños había unos bonitos carboneros comunes que nos entretuvieron con sus intentos de cazar insectos.

Las mochilas pesan unos 15 kg, y eso poco a poco va limando las fuerzas del senderista. El camino, muy pedregoso tampoco facilita la tarea, y el desnivel a superar en 12 km's es de cerca de 1.200 metros, eso hizo que Roberto menos acostumbrado a estas andanzas sufriese mucho en la primera parte, excepto cuando paró y tomó unas jícaras de chocolate, entonces retomó fuerzas y nos dejó a Juan y a mí hablando de nuestras cosas, como por ejemplo, como son las fases de la luna... Bueno, y Diego, que desde que vino de los Himalayas está a otro nivel, de vez en cuando paraba y nos hablaba, el joío.



El caso es que queríamos llegar al refugio de la Angostura, pero tuvimos que parar una hora antes de llegar a la Portilla Jaranda y aún quedaban 45 minutos más para el refugio, así que replanteamos la estrategia y nos quedamos cerca de un regato en el que tuvimos la suerte de reponer el agua. Preparar el lugar para dormir fue difícil, ya que había mucho desnivel y tuvimos que poner piedras con helechos para equilibrar la pendiente, y, quitar otras piedras para que no nos molestasen en nuestras maltrechas espaldas. La noche fue larga, por que la luna reflejaba su luz en nuestros rostros y a mí particularmente me molesta bastante, sin embargo en cuanto se puso, pudimos disfrutar de un montón de constelaciones y de estrellas fugaces, cosas que solo se aprecian cuando duermes al raso.

A la mañana siguiente y tras disfrutar de un té caliente y unas bollas por cortesía de Roberto, nos pusimos a andar, y, "olvidamos" echar más agua en las botellas, por que seguro que en el refugio hay fuente y así nos evitamos subir cargados con más peso. A pesar de levantarnos a una buena hora, nos volvió a pillar el sol y el sudor nos salía a relucir para refrescarnos de cualquier manera. Era un poco desilusionante ver a Diego cientos de metros más allá y uno intentando tomar aire con la boca abierta para abarcar el máximo oxígeno posible, pero las limitaciones físicas de uno a estas edades se hacen más evidentes cuando tampoco te has preparado para esta paliza.
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miércoles, 12 de junio de 2013

Desde El Piquito hasta las Buitreras

                                            Ascenso al Piquito
Al llegar el mes de Junio y como es habitual todos los años, Diego, Juan y este cronista nos ponemos de acuerdo para hacer una ruta por la Sierra de Gredos, entre otras cosas para no perder el hábito, también para desconectar del pueblo y de las cosas que hacemos habitualmente, y, también, para quedar en evidencia, nuestra forma física va cada vez a menos, nos vamos haciendo mayores, las mochilas nos pesan más, pero aún así, creo que tiene gran mérito las palizas que nos pegamos todos los años.

Oropéndola
Empezamos cerca del Guijo de Santa Bárbara, y solo al dejar el coche, escuchamos el trinar de las oropéndolas, al volar de un árbol a otro. Poco después salió una rapaz, bastante rara y esquiva como es el Halcón Abejero, pero que tuve la fortuna de poder distinguir, gracias a las líneas barradas de su parte ventral.

Nos introducimos en el bosque de robles, y Diego tuvo la mala suerte de que se le introdujese en el ojo un molesto mosquito, el cual te irrita bastante; después de subsanado el accidente, pudimos disfrutar de varios elementos naturales realmente curiosos, como es el ver como una gran roca se había partido en varios trozos, había rodado, pero para el ojo inexperto solo serían 4 piedras más en el campo, para el apasionado de las piedras (Juan) era ver como encajaban perfectamente las piezas de un puzzle.


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domingo, 10 de marzo de 2013

Ruta de Remjo-Pass a Lukla, por Diego Frías


      “Las chimeneas del techo del mundo”
El día 12 de Abril de 2012, después de haber subido el día anterior Gokio-Ri, (5.360mtrs) y haber dormido la 4ª noche a 4.900mtrs de altitud, nos dirigimos, ya antes de que saliera el sol, hacia un paso de alta montaña, Remjo-Pass (5.340mtrs), por el cual se puede conectar el valle de Gokyo con el inmenso valle del Bhote-Koshi. 

Como la jornada anterior y otras, anteriormente, habían sido duras, el cuerpo lo tenía cansado pero no agotado, esto era ya rutinario y buena señal para mi aclimatamiento, pues cada día que pasaba adquiría más resistencia a los elementos con los que me tenía que enfrentar. Pero los comienzos son duros, sobre todo antes del desayuno que consistió en una tortilla francesa, una torta de pan tibetano, un té y dos pequeñas manzanas estando alrededor de una estufa alimentada de excrementos secos de yak. Me extrañó, ya hacía algún tiempo, que las manzanas no las comieran, los habitantes de allí, como fruta fresca, sino que las utilizaban únicamente para hacer tartas y zumos. 

Ruta al corazón de los Annapurnas
Recuerdo que la noche anterior y antes de meterme en el saco de dormir, estuve charlando con unos amigos suizos, con los que coincidí en algunas de las etapas del trekking ; observando que el dueño del Lodge tenía un tablero de ajedrez, me acerqué a el y se lo pedí cortésmente porque queríamos jugar una partida entre nosotros, nos lo presto, nos sentamos uno enfrente del otro en una larga mesa, pusimos las piezas en su sitio, sorteamos el color y empezamos la partida; me tocaron blancas e inicié con la apertura española. Después de jugar como una media hora vencí a mi contrincante e inmediatamente me invitó a la revancha, cosa a la que accedí, pues bien, le volvía a ganar;  mientras y sin darme cuenta, por la abstracción con la que jugaba, se fue agrupando gente alrededor nuestra, guías, porteadores, viajeros…en fin compañeros de lodge; después de esto se acercó un guía y me retó a jugar una partida con él , yo no me negué y le invité a sentarse enfrente mía , empezamos a jugar y volví a ganar, que suerte empezar con la “española”.El personal nepalí se tomo como un reto el poder ganarme e inmediatamente tuve otra petición de juego, esta vez de un guía y un porteador que querían jugar contra mí. Miren ustedes, yo me lo estaba pasando muy bien, nunca había ganado tantas partidas jugando al ajedrez, y me divertía tomando las decisiones de mover las piezas a mi libre albedrío y con un plan trazado como me había enseñado mi primo Paco; pues bien dos contra uno y gané ¡Era increíble! . Mientras, y de entre  el corrillo de gente que allí se agrupaba, se acercó a mí un guía bastante tímido y muy  nervioso al que animaban sus compatriotas a jugar conmigo, se acercó y me invitó a jugar una partida con él, yo le sonreí, y apreté su mano en señal de amistad para calmar su nerviosismo, pedimos un té tibetano para cada uno, dimos unos sorbos y empezamos a colocar las piezas en el tablero. La mortecina luz de las lámparas de mantequilla que alumbraba la estancia, las alargadas sombras que proyectaba dicha luz sobre el tablero, y el denso ambiente que allí se respiraba, hacía especialmente dramático el duelo que estaba a punto de comenzar.

        Majestuosa vista del Everest y Lhotse
Me tocaron las piezas negras, más negras que la noche que nos rodeaba, después de la apertura española (mi preferida) y con las tropas situadas en el campo de batalla empezó la estrategia que nos llevaría a la resolución del conflicto; el  olor del humo del tabaco y del rancio de la madera de la mesa, hacía que el tiempo pareciera congelado como en el exterior. Todo transcurría sin sobresaltos sobre el tablero, hasta que un caballo blanco saltó e hizo trizas mi plan de ataque, tuve que reconstruir defensas y tras algunas jugadas logré un ataque  contundente,  apoyado por  afiles y como punta de lanza una torre. Después de largo tira y afloja, perdiendo tropas por ambos bandos, púsose el tablero casi desierto de piezas; mucho espacio y poco poder, es ahí donde el peón se rebela como poderoso, pudiendo atravesar el desértico tablero  y resucitar, después de muchas penalidades, en forma de dama. Pero esto tampoco ocurrió, y después de muchas lides, se llegó a una tregua, pacto o acuerdo por la que quedamos en tablas. ¡Benditas tablas!, que alegría cuando nos dimos la mano, nos reímos y la gente de alrededor empezó hablar, a subir la voz amistosamente, a saludarnos  y comentar la partida. El pueblo nepalí es amante del ajedrez.

  Ejemplar de Thar, ungulado que se puede ver en estas montañas
Cuando me dí cuenta de la hora que era, me eche las manos a la cabeza y me fui directamente a dormir. A las pocas horas de este acontecimiento, al día siguiente, nos levantamos, como ya he dicho, antes de que saliera el sol, montamos las mochilas, desayunamos, aprieto los cordones de las botas, salimos al exterior, saludo al guía con el que había tenido el duelo la noche anterior, intercambio algunas palabras con él enterándome que va en otra dirección con su cliente y nos despedimos con mucha cortesía.
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sábado, 1 de septiembre de 2012

Por el techo del mundo

"Valle Glacial de Machherma, KiajoRi al fondo"
                                            
Llegar hasta los alrededores del Everest, también lo llaman Chomologma y Sagarmatha, no es tarea fácil. Hace falta dedicar mucho tiempo para planificar los detalles del viaje, prepararse tanto psíquica como físicamente y así poder soportar las duras condiciones a las que te somete la naturaleza en esas alturas  y a disfrutar y apreciar la subyugante belleza que habita en sus paisajes y panorámicas. Otra interesante experiencia es poder contactar con una cultura viva y muy diferente a la nuestra, como es la cultura sherpa, es admirable la adaptación del pueblo sherpa a las duras condiciones climatológicas y de altitud que allí reinan.
    
Nepal es uno de los países más pobres del mundo, en una lista de treinta países ocupa el lugar vigésimo-primero, pero esto, solo económicamente, pues cultural y socialmente, es interesante comprobar que posee una riqueza tal, que asombra a cualquier viajero que por allí se aventure.
En mi acercamiento al Parque Nacional de Sagarmatha, donde está el Everest amén de otros ochomiles; tuve que hacerme con un billete de avión que me llevaría de Katmandú a Lukla, población que está a las puertas de dicho parque nacional; no hay carreteras que allí te lleven, se puede ir andando pero tenía falta de tiempo y logísticamente es muy buena solución a este problema. Mí aclimatación a la altura era buena en ese momento, pues venía de realizar un treking de veintiocho días por las montañas del Annapurnna y Daulaghiri; así ni corto ni perezoso me embarqué en aquella aventura que duraría unos catorce días.
(4/4/2012): El avión en el que partí, era pequeño, bastante desgastado por el uso y poco fiable, nos metimos unas doce personas, pero no logré salir de Katmandú a la primera, por problemas de la climatología (tormentas), así que al día siguiente me presenté en el mismo aeropuerto y realizamos la salida con dificultades, pues las nubes que había en el cielo no presagiaban nada bueno.
       
Por fin puse mis pies en el pequeño pueblo de Lukla. Su pista de aterrizaje  vista desde el aire, se parecía a un rectangular sello de correos, es pequeña, muy pequeña, pegada a la cima de una montaña, allí entre las montañas más grandes del mundo, rodeada de pendientes que parecen precipicios y la entrada del avión a la pista era espeluznante, el corazón se me puso en la garganta. El vuelo duró unos tres cuartos de hora plagado de turbulencias y vistas sobre los Himalayas.

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viernes, 27 de mayo de 2011

La Garganta del Tejea

Posiblemente sea una de las Gargantas mas bonitas de la Sierra de Gredos, pude subirla dos veces, pero de lo que estoy seguro es de que no la volveré a subir mas. Es demasiado dura para mis limitaciones físicas.
La última vez que ascendí esa ruta, diabólica, hará unos 10 años, me acompañaban Juan y Diego, mis inseparables compañeros a la hora de ascender montañas y hacer rutas mochileras; éstas rutas nos vienen muy bien para despejar la mente, para tomar aire fresco, para recargar las pilas y seguir con la vida rutinaria en la ciudad y tambien para ver el horizonte.

Era el mes de Septiembre, ese mismo fin de semana se celebraba el día de Extemadura, y por lo tanto aprovechamos ese día de fiesta de mas. Tras 2.30 h de viaje, y tras llegar al comienzo de la ruta, apenas andamos hora y media pues la noche se nos echaba encima, fue la única noche que pasamos tranquilamente, pero se nos hizo corta, ya que debíamos de madrugar para que el sol veraniego no nos cogiese en mitad de la ruta. Ni tan siquiera desayunamos, eso lo dejamos para mas adelante, pero por mucho que quisimos correr, tuvimos que hacer un alto y recuperar energías, ya que no encontramos la ruta marcada y subimos al lado del río Tejea, eso significaba pegar saltos entre cantos rodados enormes y sin seguridad de que esas piedras estuviesen bien apoyadas, por lo que los resbalones, caídas y sustos eran contínuos. El desayuno fue placentero, y aprovechamos la sombra de un Enebro, esa media horita nos supo a gloria, dentro de la dureza extrema que nos exigía este tortuoso ascenso.
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lunes, 3 de enero de 2011

Por los puertos de Áliva

He estado mirando por la internet, a través de foros de senderistas, de mountain bike e incluso de gente que coge sus 4x4 y hacen correrías por cualquier pista forestal. Vale, pues de momento no he visto que nadie haya hecho en un solo día lo que hicimos Diego y yo, empezar desde Espinama (lugar de entrada a la Ruta de los Puertos de Áliva) y en vez de llegar a Sotres, desviarnos a ver el Picu Uriellu o Naranjo de Bulnes, y después volver a Sotres para descansar de una ruta que yo calculaba como de unos 50 km's, pero que sin cuentakilometros es difícil de calcular, aunque mis pies decían que ya no podían mas.

Pero volvamos a dónde me quedé en la entrada anterior. Regresamos a Potes y comimos en esa localidad, después nos pusimos a hacer "dedo" y tuvimos la suerte de que una persona muy agradable nos acogió en su Lada Niva, él nos acercó a Fuente Dé dónde hay un telesférico que da vértigo solo mirarlo y que, para qué negarlo, te quita un buen trecho de andar. Pero este hombre nos recomendó (mientras tomábamos un café) volver unos kilómetros atrás e ir por Espinama y hacer la original ruta de Los Puertos de Áliva. Dicho y hecho, y nos pusimos a andar, pero como era tarde, apenas hicimos 2 km's y montamos la tienda.

A la mañana siguiente eran las 8.00h y ya estábamos andando por un camino que tenía una pendiente del 25% de desnivel (según las señales que así lo indicaban). Nosotros íbamos a pie, pero los ciclistas que venían desde Espinama y bastante más aligerados de peso se les veía muy mal, tanto era así que les adelantábamos, les dábamos ánimos para que no se hundiesen, y que tirasen para a'lante, que la subida terminaba después de aquél repecho y sino del otro el de más allá... Claro, cuando llegó el descenso ellos se reían de nosotros... El camino se nos hizo eterno, por que a pesar de que los paisajes son espectaculares, son muchas horas dando patadas a las piedras, la alimentación era escasa y monótona. Sobre las 17.00 horas de la tarde estábamos cerca de Sotres, ya era cuestión de tirar a la derecha y en 4 ó 5 km's estábamos cerca de descansar en una pensión o sino de poner la tienda de no convencernos la susodicha pensión.

Pero como es verano, las tardes se hacen muy largas y en un arrebato de inconsciencia decidimos ir al Naranjo de Bulnes (la base de la montaña); antes de salir hacia arriba por ese camino, incluso compramos un queso de Cabrales (por sino teníamos bastante peso a nuestras espaldas), y con todo eso decidimos ver esa maravilla de casi 500 metros de vertical, la niebla se nos hechaba encima rápidamente, y llegamos hasta dónde la luz y la razón nos dejó, por que había que volver, como fuese, pero Sotres era el objetivo ese día y no otro.

La noche ya estaba cerrada, cuando recuperamos aquél cruce que no debíamos de haber tomado a nuestra izquierda. El pueblo, encima estaba en un alto, y las fuerzas se habían despedido hacía horas de nosotros. Pero por fin llegamos a una pensión-posada en la que se hospedaban numerosos montañeros, en la que comimos todo lo que nos pusieron y arrebañábamos bien los platos y por que cerraron la cocina, porque estábamos dispuesto a repetir los platos las veces que fuera.

Una lástima, que el autobús saliese relativamente temprano si queríamos tomar el enlace para Oviedo, pues yo estaba dispuesto a hechar las horas en la cama las mismas que el día anterior hicimos de senderismo. Yo os prometo que he andado mucho en mi vida, pero lo de ese día sobrepasa con creces lo hecho en otros viajes, y es que, así por lo corto calculo que hicimos esos 50 km's por montañas subiendo y bajando (y no sé que es peor), nada de por carreteras, pateando piedras y cantos rodados, con una mochilas de unos 10 kilos de peso, más la tienda de campaña y una bolsa donde llevábamos algo de comida o las mismas cantimploras. Mucho sacrificio para ver el macizo central de los Picos de Europa, vislumbrando los picos mas altos como Torre Cerredo de 2648 metros de altitud, o el Picu Uriellu de 2592, pero así es la aventura, ni mas ni menos. Al día siguiente estábamos en la llana y calurosa Extremadura, lo que la echamos de menos...
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Como no me copies te pego

Reservado todos los derechos a los lectores, que podrán copiar, manipular, alterar y hasta leer todos los textos de este blog. Eso sí, se agradecería que mencionaran de dónde diablos han sacado el juguetito.