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martes, 19 de octubre de 2010

La cultura de cada día




Hoy me apetece hablar de la cultura. Pero no de la gran cultura, sino de la pequeña. De la del día a día, de la cercana. Si quisiese hablar de esa cultura de gran nivel, viviendo como vivo en Pamplona, tendría que hablar de Pamplona 2016 y su intento de ser finalista como candidata a capital europea de la cultura. Algo que finalmente no podrá ser ya que hace unos días un jurado decidió que nuestra oferta cultural, y digo que también es mía puesto que la hemos pagado entre todos los pamploneses, no superaba a la de otras ciudades, a las que hay que dar la enhorabuena. Así que mis intenciones en esta ocasión son más pedestres, más de andar por casa. Lo mío no es hablar de esos eventos que tanto llenan la boca de los políticos de unos y otros partidos y que tanto cuestan entre dimes y diretes. Lo mío es hablar de una biblioteca, que no es otra que la de mi barrio.

Yo vivo en la Rochapea. Un barrio joven de Pamplona con más de veinte mil habitantes, situado apenas a quince minutos andando del centro de Pamplona. Entre las instalaciones de las que deberíamos poder disfrutar está una biblioteca. Construida en un precioso edificio del siglo XVIII que fue rehabilitado hace unos pocos años, consta de dos salas de préstamo (una para el público infantil y la otra para los adultos), así como de una sala de estudio entre otras dotaciones culturales. Y no, no estoy hablando en presente porque en esa Navarra que se gasta los dineros (que no son pocos, y en algunos casos en ideas tan “geniales” como unas lonas enormes para disimular la protesta de las peñas de mozos en una de las corridas de toros en las fiestas de San Fermín con la excusa de promocionar esa candidatura y que finalmente no se pudo utilizar por la negativa de la dueña de la plaza de toros) en intentos fallidos como ese fracaso de la candidatura de Pamplona 2016 resulta que no tiene dinero para que en la biblioteca de mi barrio tengamos la tercera bibliotecaria que nos corresponde (y que debería tener asignada). De ese modo la mitad de los días los niños se queden sin poder hacer uso de su biblioteca, mientras que en el resto los que no podemos utilizar la nuestra somos los adultos.

Sin embargo lo más “gracioso” del tema es lo que uno llega a aprender de los políticos. Desde que finalizaron con el horario de verano padecemos esta situación. Según las declaraciones de hace unos días del encargado del tema del Gobierno de Navarra esto es algo puntual. Cuando iba a B.U.P. e intentaba hacer eso que llamaban dibujo técnico, una de las artimañas a utilizar para lograr que las correspondientes rectas coincidiesen en el sitio correcto, era lo que denominábamos el punto gordo. Algo que por lo que parece también se puede extrapolar de los folios de dibujo a la concepción tiempo: ¡si Einstein levantara la cabeza! Espero que esta situación puntual no se prolongue por muchos más meses y se repita una situación que tuvo lugar hace no demasiado tiempo.

Otra enseñanza es la del toreo. Aquello de dar una larga cambiada mismamente. ¿Qué es lo que se debería hacer en casos como este? Lo primero de todo, y de momento, que los responsables sepan que los usuarios somos conscientes de una situación anómala por medio de la correspondiente protesta. Esta es otra rama del conocimiento que permite a uno darse cuenta de la forma de funcionar de las maquinarias administrativas. Resumiendo y sin entrar en mucho detalle, tras dejar constancia de mi queja por escrito en la propia biblioteca el pasado 13 de septiembre, y puesto que allí hacía referencia al Ayuntamiento de Pamplona, el Gobierno de Navarra (a quienes les llegó la protesta), se la hizo llegar al correspondiente Área del Ayuntamiento, que contestó indicando “que el problema que Vd plantea no puede ser resuelto por el Ayuntamiento ya que, como le indico, es competencia del Gobierno de Navarra”. ¿Qué hacer entonces? Pues allá que va el 16 de septiembre una queja por correo electrónico al Gobierno de Navarra que tampoco tardó en contestar por medio del Director del Servicio de Bibliotecas, el cual indicaba que “la limitación de servicios en la misma... son consecuencia de situaciones laborales y administrativas unas veces predecibles y otras no tanto”. Mister obviedades al ataque. ¿Podrían o deberían haberme dado otra respuesta? Nuevamente la metafísica, lo predecible y lo no tanto predecible. ¿O es más bien la lógica difusa, lo que llaman y publicitan como fuzzy logic? Sea como fuere, desde entonces ha pasado casi un mes y la situación sigue como entonces. Un hecho puntual que ya dura un mes... y lo que te rondaré.

Y no me voy a extender mucho más. Podría comentar también que debido al traslado de la Biblioteca General de Navarra a su nueva localización han suspendido su servicio y de ese modo los usuarios a los que no les queda otro remedio que utilizar ese servicio por las mañanas no lo podrán hacer hasta que se inaugure ese nuevo edificio, que casualidades de la vida, está previsto que tenga lugar no mucho antes de que tengan lugar las próximas elecciones.

Luego ocurren cosas como que una compañía de teatro local haya estrenado una obra situada en una ciudad del Reino de Tabarra, titulada “Ramplona 2016: la siesta de la cultura”. Quizás la cuestión sea algo tan sencillo como cuidar y mantener lo que se tiene, antes de aspirar a mayores objetivos.

Y la cita de hoy es de Jack Welch: El mejor ejecutivo es el que está sobrecargado y forzado al máximo; de esta manera no tiene tiempo para trivialidades ni para entrometerse o fastidiar a la gente.
¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

Como no me copies te pego

Reservado todos los derechos a los lectores, que podrán copiar, manipular, alterar y hasta leer todos los textos de este blog. Eso sí, se agradecería que mencionaran de dónde diablos han sacado el juguetito.