Durante la breve estancia de Adolfo en su pueblo este verano, no paraba de hablar del ARTE, y en el que no entraba el Teatro, pero sobre todo por jorobar a su amigo Jesús. Muchas cervezas y Gin Tonics de marcas impronunciables, hicieron que aquél mediodía y que se alargó hasta la noche, fuese un monólogo de Adolfo intentando convencernos de que cualquier cosa es ARTE, menos lo que haga Jesús, el muy mamón casi convence al propio Jesús de que eso era así, pero en cuanto le llegaba un mensaje a su súper móvil contratándole de nuevo a su empresa La Diosa Cómica para llenar otro teatro en estas Espñas deseosas de tan genial artista y que ha tenido tan generosa divulgación y gracias a eso su mayor fama, a través de las ondas de la radio en el programa La Casa del Mundo , (ja ja, no sé si esto era así o me lo estoy inventando todo) y el bicho , decía sigue, sigue, cuanto mas me criticas mas pasta gano, refregándoselo a Adolfo... Pero bueno, y ¿qué es el Arte? Una sencilla pregunta que también se hacen en la serie The Corner, que me ha recomendado mil veces Alan y nunca le dí crédito suficiente después de la peli The Fighter del sábado anterior, que vimos en el patio de la Fundación. Bueno, la culpa no es suya, es que ví 5 minutos y no me enganchó la primera ocasión en que me la puse..., ahora, después de haber pasado varios años después de esa frustrada intentona, la he disfrutado toda, todita, menos el último capítulo, que no es que sea malo, es que es muy duro... El caso es que en esta miniserie hay una escena de minuto y medio, en el que uno de los drogadictos, se acerca a la sede social Martin Luther King, para dar una clase de pintura a los mas pequeños, para no estar todo el día en la calle viendo como se mueven las drogas, y el personaje de George Blue hace la susodicha pregunta y ..., vean la escena.
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domingo, 28 de agosto de 2011
El arte en las esquinas
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viernes, 7 de enero de 2011
Las hojas no caen porque sí
Con paso firme me dirigía hacia mi lugar de trabajo un día cualquiera, como siempre, lleno de pensamientos furibundos, cuando de repente, al torcer una esquina, me encontré en medio de una discusión que enfrentaba de una parte, a una mujer y su marido, ambos de mediana edad, y por otra, a dos jóvenes operarios del Ayuntamiento. Al parecer, los operarios estaban arreglando alguna instalación urbana de medio pelo, y necesitaban, en su opinión, pasar un cable justo debajo del escalón que por el cual se accedía a la puerta principal de la casa del mencionado matrimonio. En estas, mientras yo pasaba,-y entusiasmado por tal evento, lo hice lentamente, claro-, la mujer arguía que ese cable era peligroso en ese lugar porque al cerrar la puerta de espaldas no lo veía y se daba un tropezón que casi le hacía caer al embarrado suelo, y que no era la primera vez que esto le sucedía con el mismo cable y los mismos operarios, a lo que contestó uno de los operarios -digamos, el más quinquilleramente apuesto- que ellos estaban allí cumpliendo con su obligación y que el cable debía estar por fuerza en ese lugar, y que si tenía alguna queja la hicera saber a las autoridades competentes; la mujer, al ver la insolencia del jovenzuelo, amenazó con llamar a la policía, y el operario le conminó a ello: "Llame usted a quien quiera, venga llámeles". Yo me alejaba, el matrimonio también, pero en sentido contrario. Hasta aquí nada que reseñar, pero la mujer no quedo nada satisfecha por la afrenta y, después de gallear unos instantes con el operario, y éste seguir respondiendo con su acostumbrada impertinencia, la bien parecida e impulsiva mujer pareció insinuar al marido, con una mirada sibilina de reproche, que tomara cartas en el asunto, el regordete marido, que hasta la fecha solo había farfullado algunas palabras sin mucho éxito, se dirigió al operario respondón y le increpó sutilmente en distancia corta. Silencio tenso. Pareció acabar ahí el asunto, sin embargo, la mujer retomó la pelea en su afán de querer decir la última palabra; como era de esperar, el incansable operario, defensor de sus derechos y obligaciones no se calló, y siguió argumentando cada vez más cáusticamente a su adverdsaria. Se produjo un tira y afloja, un voy, pero vuelvo, un me fui, pero estoy aquí de vuelta; hasta que la mujer con su marido por enésima vez se alejaron, no sin antes espetar áquella con desprecio un: "¡Guapo!"..., ¡diablos!, pensé, que manera de insultar es esa. El sorprendido operario al segundo exclamó "¡guapa!", y la terca mujer: "¡Guapo, más que guapo!", el operario, que no despegó en todo momento su cuerpo del acerado, donde reliaba unos alambres junto a su compañero que estupefacto no abrió el pico en toda la gresca, volvió a proferir semejantes palabras: "Eso tú, ¡guapa, más que guapa!". Bien, así estuvieron unos minutos en los que el tono de los "insultos" iba subiendo de intensidad sonora a la par que la forma de escupirlos era más violenta: "¡Guaaapooo", "¡guaaapaaaaa!", la escena se repetía en tanto que se iban acercando, y a viva voz con aire de absoluto desprecio el uno por el otro se decían casi al oído: "¡Guaaapo!" y la replica consabida: "¡Guaaaapa!". La cara del marido pasó por todos los colores del arco iris, de pronto, explotó ante el público que espectante como yo, se había ido agolpando para ver tan inaudito espectáculo: El sonrojado marido se acercó a los dos -mujer y operario- y empezó a desparramar gritando como un poseso en la cara del operario, que tras media hora decidió ponerse en pie: "¡Guapo tú!, ¡guapo tú!, ¿entiendes? ¡guapo tú!, y no insultes más a mi mujer o te parto la cara desgraciao, ¡guapo tú tonto de coño!, ¡guapo lo serás tú y tu puta madre!, ¡guapo tú!, me oyes, ¡guapo túúúúúú!" Ante la mirada atónita y circunspecta de los que allí nos dábamos cita, el operario se sacudió las manos del marido y gritó con renovado ímpetu: "¡Eso se lo dirás a tu puta madre cabrón hijo de la gran puta!, ¡guapo tú!, ¡¡guapa, guapa guapa...!!", dirigiéndose con matices burlones y guerrilleros a la mujer que no se desvió un centímetro en toda la nueva reyerta. En ese instante, empezaron a agarrarse los tres y a zarandearse unos a otros, el tibio y tímido repujar de manos fue dando paso a las cojidas cuelleras, mis ojos no daban crédito, la pelea estaba en marcha, en tanto que llenos de pasión y frenesí se gritaban sin indulgencia: ¡Guapo!, ¡eso tú guapo!, ¡y tú guapa!, ¡guaaaapoooo!, ¡guaaaapaaa! El ardor comenzó a incrementarse y pronto se vieron en el lastimoso suelo tirados, enredados en cables y herramientas varias mientras se tiraban de los pelos, se pellizcaban los mofletes, se mordían las orejas, y demás triquiñuelas de combate, arrastrándose por el lodazal en un frenético éxtasis uno en pos de una y el otro en pos de áquel... eso sí, no dejaron en ningún momento de insultarse: "¡Guapo!", ella, "¡guapa!", el operario, "¡eso tú, guapo tú!" el marido... El desolado público se iba marchando en oleadas, sus caras reflejaban la catarsis que habían sufrido sus inapropiados cerebros, yo me quedé allí, solo, en mitad de la nada, presenciando los últimos retazos de los luchadores ensangrentados de darse de ostias, uno tras otro soltaron sus moribundos estertores: "¡Guaaapo!", la mujer, "¡guaaaapa!", el operario, "¡guaaaapo tú!" el marido.....
¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...
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jueves, 2 de diciembre de 2010
¡CIUDADANOS LETRINOS!

¡Ciudadanos letrinos! Hemos arrojado impertérritamente a un hombre a los leones para saciar nuestros apetitos intestinales... ¿Quién será el primero de vosotros que alce su voz para limpiar su noble nombre y su honorable cuna? ¿Quién será de vosotros el que grite la blanca inocencia de este mártir de la blanda deposición?...¿Quién, ciudadanos, será el primero que implore el mayor de los perdones para el mayor de los crímenes: "DETRITUS HOMINE"? ¡Digo que es hora de que lavemos nuestras culpas con la sangre emponzoñada de nuestro vil magnicidio! ¡Digo que es hora de levantar nuestros ajados corazones y elevar con justicia un estruendoso himno por este hombre consumado en la pérfida deyección! ¡Digo que es hora de que nuestras taimadas almas se purgen en el festín orgiástico de la excreción!

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domingo, 28 de noviembre de 2010
BREVES PANEGÍRICOS

ADOLFERO: Excelsitud escandinava
Adolfo, Adolfito, Adolfete..., sí, todas son simpáticas formas de nombrar a este entrañable amigo nuestro. El puto amo del corral, letrinos, nadie lo pone en duda; tratándose de contextos que el menda conoce, es el puto amo del invento. Sí, queridos amantes de la vida, un personaje singular donde los haya, mi estimado Adolfito, capaz de dar una clase magistral de Filosofía en palabras mayores y horas después impartir, en la terraza de un bar de barrio, una charla-conferencia sobre "los andares de aquella moza". Sí, el tipo es de andarse con cuidado, si esperas que defienda tu posición estás perdido chaval, el pavo siempre expondrá una visión de las cosas novedosa y desafiante con la tradición, y en un anacrónico ostracismo te joderás; el humor apropiado será su recurso en todos los putos asuntos en los que se vea acorralado en su platónico búnquer. Con Adolfo el tiempo pasa muy rápido, puedes estar toda la noche -de esas que hay que "veilas pa'creilas"- hablando del Arte de la Fuga de J. S. Bach y terminar destripando impunemente a la chusma inmunda por su vulgaridad y grosería irrisorias; sí, es un caso digno de estudio. Creo que en el fondo es un entusiasta de la vida, si se le encomienda la realización de un proyecto, tened garantías de que no cejará en su intento hasta que lo convierta en único, grande e histórico, aunque tenga que leerse la misma Library of Congress entera. En todo caso, lo que más me sigue sorprendiendo de Adolfete, es su gran capacidad camaleónica con el mismo ropaje: puede pasar por un empedernido esteta, por un amante de la ciencia primigenia, por un cuerdo y testarudo filósofo de la ciencia, por un cerdo positivista, por el adalid de Nietzsche, por el hermano de Platón, por un redomado hegeliano de izquierdas antihegeliano, por un enamorado de los Pagerga y Paralipómena, por un íntegro spinoziano sin fisuras, por un vividor del lenguaje, por un erudito de postín, por un vasto melómano, por un cinéfilo con ínfulas de director, por un poeta de excelsitud escandinava "Gélido viento del norte / azota flexibles ramas...", y todo eso sin cambiarse de jersey, en fin, un tipo en la crème dela crème, sí, conspícuos lectores, todo un educado caballero inglés... con un golfo dentro. Un genio como personaje:
"Sabed que menda...es don Mendo, y don Mendo... mató a menda".
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lunes, 18 de octubre de 2010
Declaraciones Morbosas

¡Qué porte, qué forma de caminar más elocuente, qué altura de miras, qué magnífico ejemplar en suma! Sí amigos, no puedo acallarlo más: ¡el juanlu me tiene loca! Esos modales de caballero decimonónico terminaron por descomponerme, mi anciana madre ya me lo predijo: "Jekyll cariño, tu siempre has sido un poco marusón, ójala que, al menos, acabes con alguien como tu envidiado amigo el Juanluichín, ese hombre es todo un señor, y cómo habla querido, qué cinismo más bien llevado hijo". Mi madre, que era una santa... Yo, ante esta tesitura oscura de mi vida en la que sórdidamente habito, sólo me cabe arrastrarme como un sardónico poseso tras esta deleznable pócima y convertirme en un ser con el valor suficiente para afrontar este angustioso trance de salir del armario-ropero a una edad tan inapropiada, ¡pero coño!, el penco lo merece, allá va...
Mr. Hyde: Mis más funestas sospechas se han hecho realidad, tras ese rostro pueril de expresión sonrojante, se halla todo un excelso puritano de la sodomía más penetrante. Sí, queridos amigos, desoladores fantasmas se ciernen sobre los parajes más sombríos de nuestras yermas almas: nuestro por antonomasia, amigo Juanlu, ¡¡no perdona el ojete!!... Estoy del todo desconcertado, mis maquinaciones han explotado en su cenit, no me esperaba que esas formas delicadamente apolíneas se transformasen casi de subito en rasgos propios de un sátiro burlón, una escoria criada en los desechos de los rescoldos de la opípara naturaleza humana, un crápula que pasa sus diletantes horas en ceremonias orgiásticas anales. Esto es lo que he descubierto en mi recorrido por los mayores antros de decadencia del ser humano, allí donde se hallaba el Mal siempre encontré al amigo del Doctor, a su inefable y sarcástico amigo Don Juanluisito; hombre ahora de ínfulas extrañas, recorre medio país en busca de ciénagas putrefactas dónde poner en práctica sus artes ano-sadomasoquistas, ¡Qué espectáculo más terrible para los ojos ingratos de la nobleza letrinera! ¡Nuestro abanderado de las letras!, ¡el más insigne poeta del victimismo democrático!, ¡nuestro apostol de la opinión descarnada!, ¡el mártir de las causas indolentes!, ¡ese semidios de la recalcitrante Ilustración!, ¡ese Demiurgo de la acerada y caústica palabra! ¡en fin, nuestro amigo JL, no perdona el ojete!!!
(Comedia producida por LA DIOSA CÓMICA)
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martes, 12 de octubre de 2010
Pasaba por aquí...

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Como no me copies te pego
Reservado todos los derechos a los lectores, que podrán copiar, manipular, alterar y hasta leer todos los textos de este blog. Eso sí, se agradecería que mencionaran de dónde diablos han sacado el juguetito.