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jueves, 17 de julio de 2014

Watchmen and philosophy, a Rorschach test.


Por petición popular, para los cientos de miles de millones de lectores y amigos que nos han solicitado, qué digo solicitado, exigido hasta con amenazas de muerte el acceso a este libro magistral, a este ensayo capital que auna de manera extraordinaria las dos grandes aportaciones de la cultura occidental a la Historia de la Humanidad, a saber, la filosofía y Watchmen ,  ahí va enlace para su descarga vía Mediafire. Ética y moral, poder y responsabilidad, el bien y el mal, la obligación de decidir, la pesada carga de la libertad, etc, etc. Vamos, lo de siempre, pero con los personajes de Moore y Gibbons como marionetas. Apasionante...



¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

miércoles, 23 de octubre de 2013

Miracleman de Alan Moore



Como ya todo el mundo sabe Miracleman -Marvelman originariamente- nació en el Reino Unido, allá por la década de los cincuenta, bajo la influencia profunda –vamos, plagiado con poco disimulo- del antiguo Capitán Marvel –después Shazam- que a su vez se inspiraba, de una manera igualmente profunda y poco disimulada, en el propio Superman. Sus aventuras, que participaban de ese carácter infantil tan típico de los cómics de la edad de oro, se prolongarían hasta 1963, año en el que la colección cerraría pasando a engrosar el limbo de los superhéroes olvidados. Y allí permanecería hasta que en 1981 el genial barbudo decidió recuperarla para dar inicio con ella a lo que podríamos denominar como su trilogía de la desmitificación del superhéroe, trilogía que completaría con V de Vendetta y Watchmen.

Con Miracleman el guionista inglés empieza a poner en jaque la visión del mundo que el mito del superhéroe había ofrecido hasta entonces, borrándola y sustituyéndola por otra acaso más madura, más adulta, más coherente. Para ello Moore divide la obra en tres libros, de los cuales dedicará los dos primeros a esta labor desmitificadora, para una vez destruido el mito, ofrecernos en el tercero su propia versión de lo que pueden llegar a ser los superhéroes cuando se les toma con mayor seriedad. Así, la narración se inicia cuando Mike Moran redescubre accidentalmente ser el alter ego de Miracleman, precipitándose la vida del personaje a partir de entonces en una espiral de acontecimientos que terminarán por revelarle la verdadera naturaleza de sus anteriores peripecias superheroicas –las de las décadas de los 50 y 60- que resultan no ser otra cosa que las delirantes fantasías del científico Gargunza, uno de sus enemigos dentro de la propia fantasía. De esta manera Moore consigue, además de integrar de forma natural toda la historia del personaje dentro de la nueva visión que de esta está creando, sacar fuera de la “realidad” la anterior concepción del mismo, dejándola reducida a la categoría de mera ensoñación. Una concepción que acabará de destruir en el libro segundo, cuando Miracleman mata a Gargunza, su creador, liberándose así completamente de su pasado y dejando el camino expedito para la exploración del nuevo superhéroe, del superhéroe adulto. Pero esta maduración no se fundamenta, como podría suponerse en un principio, en la elaboración de unas premisas más realistas –el superhéroe siempre tendrá que partir de la aceptación de unos supuestos imposibles, como imposible es él mismo en el mundo real- sino en la exploración coherente de los efectos y consecuencias que se derivarían de su existencia. Hasta entonces, los superhéroes, especialmente los de la edad de oro, se habían movido dentro de un universo iterativo en el que tras cada aventura el orden era siempre reestablecido, no dejando jamás cicatriz alguna sobre el mismo. En este tipo de universo no es posible profundizar en las consecuencias de la existencia de los seres extraordinarios, pues la relación entre causas y efectos se halla bloqueada, no habiendo por tanto consecuencia alguna que analizar. Como dice el propio Mike Moran: “era como un juego que nadie se tomaba en serio”.

Pero Moore va a destruir el juego en sus cómics, insertando a los superhéroes dentro de una corriente temporal que podríamos considerar como normal, es decir, dónde cada acto tiene consecuencias duraderas en la realidad. Así por vez primera la existencia de un supervillano -Kid Miracleman- no se traducirá en la urdimbre de un plan absurdo que es desbaratado sin perjuicio de nadie, sino que traerá como consecuencia la muerte brutal de miles de personas, como difícilmente podría ser de otra forma en un universo medianamente consistente. Y es que en este mundo de causas y efectos el superhéroe debe plantearse cuál es su lugar en el orden de las cosas y cuál es su responsabilidad frente al mismo, pudiendo vislumbrar por primera vez la posibilidad de cambiarlo radicalmente: por vez primera el superhéroe se apercibe de que la utopía está a su alcance. Esta es una constante dentro de las obras de desmitificación de Moore; el superhéroe, además de hacer posible la utopía, está obligado a lograrla, aunque para ello deba construirla sobre los blancos cimientos de huesos humanos.

Llegados a este punto, sería interesante señalar la que a mi parecer es la principal diferencia entre las respectivas visiones del mundo superheroico aportadas por Miracleman, V de Vendetta y Watchmen, que no sería otra que un posicionamiento distinto frente a las posibilidades de la condición humana, hecho este que determinaría a su vez el tipo de utopía hacia la que tiende cada obra. Considerado así, creo que la más optimista es sin duda V de Vendetta, en donde la misión del hombre extraordinario –en este caso sin más poder que el de su inteligencia y su habilidad- se reduce simplemente a derribar el orden injusto que impide la realización de la utopía, pero sin aspirar jamás a tutelar dicha utopía. V se conforma con liberar al hombre, ofreciendole la posibilidad de crear un nuevo orden más justo, pero sin intervenir nunca en este proceso. Roto el yugo, el ser humano en libertad, un ser humano nuevo, es capaz de crear su propio Edén.

Por su parte Watchmen se situaría aquí en un lugar intermedio, en donde la utopía pasa también obligatoriamente por la destrucción del orden irracional imperante que impide que se produzca el cambio necesario en la humanidad. Pero esta destrucción se realiza desde el engaño, dando por supuesto que al hombre es necesario llevarlo a rastras al paraíso. La concepción de la humanidad es por tanto pesimista, siendo considerada como un rebaño al que hay que guiar. Veidt, que tampoco es un superhombre, promueve el cambio interior del ser humano, pero a diferencia de V, al que jamás se le ocurre sugerir como debe ser el nuevo hombre, Ozy sí que se encarga de programarlo a través de su método Veidt. De esta manera aspira a crear una utopía de hombres diseñados a imagen y semejanza de sí mismo.
Y finalmente la más pesimista, sin duda, sería Miracleman, en la que la utopía no sólo es dirigida y tutelada, no sólo busca transcender a la humanidad tal cual es, sino que en verdad quiere sustituirla por otra cosa. Porque los superhéroes aquí no son una evolución del hombre, son sus usurpadores. Tanto es así que superhéroe y alter ego son siempre dos cuerpos bien diferenciados que casi pueden ponerse frente a frente. La humanidad no es más que una especie animal que servirá como materia prima para que la verdadera inteligencia, los nuevos semidioses, aparezcan en el mundo y realicen la gran utopía. Esta modalidad de utopía deriva en una especie de olimpo para titanes donde lo humano tiene las horas contadas. Porque al fin esto es para Moore el superhéroe: la mitología olímpica propia del siglo XX.

Pues nada, que estamos ante una de las encarnaciones más grandes de Moore. Y con eso queda todo dicho.



¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

sábado, 14 de septiembre de 2013

Watchmen and philosophy: a Rorschach test


En su estado más puro siempre será minoritaria, pero mezclada y agitada con cualquier otra cosa hace furor. Por ejemplo con los personajes, tramas y subtramas de la obra magna de Moore:

¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

martes, 10 de septiembre de 2013

Variaciones de Watchmen con repetición

El original, original; vamos en inglés:

 
El homenaje, homenaje, con varias firmas ilustres: 

 
Y por supuesto la parodia, parodia, socarrona, pero también admirativa: 

¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

martes, 27 de agosto de 2013

3", de Marc-Antoine Mathieu



 La comparto en video, pero recomiendo encarecidamente fatigarla en papel. Ahí reside el secreto de esta obra multimedia, que  hechiza la mirada de manera irresistible con su abisal zoom de apenas 3 segundos  y 33 reflejos, pero cuya verdadera historia, como todas las historias que merecen la pena, hay que escudriñarla en los márgenes.

 Aunque la belleza del foco principal tampoco desmerece...



¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

sábado, 24 de agosto de 2013

Los pitufos negros: muertos vivientes antes de "La noche de los muertos vivientes"

Conversaba amigablemente el otro día, en otro blog, acerca de la adaptación al cine de la curiosa novela de Max Brooks, Guerra mundial Z; de si el concepto de zombie puede dar más de sí o no, de si es o no la lógica requisito imprescindible e irrenunciable en la ficción, o si vale con sustituirla por una cierta coherencia interna que hile naturalmente las premisas con el desarrollo y las conclusiones, cuando un contertulio dejó un comentario, aviso, sin relación aparente con la ciencia, que de alguna manera aun me tiene meditando. Más que nada porque la hondura de mis meditiaciones no da para más, qué le vamos a hacer, pero también porque es una verdad de tamaño catedralicio  de la que sin embargo ni me había coscado hasta ahora, a saber:

"El género zombie se agotó con  Los pitufos negros de Peyo"

La incuestionable verdad en la que no había caído ni recaído, y que tan meditabundo me ha dejado, no pasa tanto por la posibilidad del agotamiento del género de los muertos vivientes como por la inclusión del tebeo de Peyo en él. ¿Cómo es posible que no lo hubiera visto antes, máxime cuando es ya un tema viejo en las redes? Porque además es cierto que resulta muy evidente que en él están ya dispuestos y bien dispuestos todos los elementos modernos que caracterizan al universo zombie: la infección fortuíta, la agresividad y la falta de sociabilidad de los contagiados, la expansión incontrolable vía mordisco de la dolencia, la amenaza latente del fin de la civilización... Pero lo más sorprendente de Los pitufos negros es que el relato está fechado nada menos que en 1959. ¡Casi una década antes del clásico de Romero, La noche de los muertos vivientes! Que, por otra parte,  se supone redefinió las claves del zombie moderno, alejándolo definitivamente de su componente folclórica haitiana. 

Claro que seguramente por ahí andarían de fondo, como posibles influencias comunes, el Soy leyenda (1954) de Richard Matheson, o El día de los trífidos (1951), de John Wyndham. En cualquier caso no deja de ser un curioso ejemplo de anticipación comiquera sobre las tendencias más rabiosamente actuales del cine palomitero:
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   Los Pitufos Negros ¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

miércoles, 3 de abril de 2013

En memoria de Fred

Resulta un poco vergonzoso que  un autor de la talla de Fred sólo se pueda leer en castellano gracias a la labor desinteresada de la comunidad de aficionados. Para nuestros editores, guardianes y adilides de la cultura oficial, la genial obra del historietista francés  ha sido y sigue siendo invisible. Y a la sombra de esa incomprensible invisibilidad se ha eclipsado para el público español la desbordante imaginación de un autor caracterizado siempre por su incansable afán de experimentación y ruptura. Para muestra, y en memoria, éstas maravillosas páginas extraídas del álbum Simbabad de Batbad, de la serie Philémon:
















¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

martes, 2 de abril de 2013

Here, de Richard McGuire

Todo es simulación en el cómic: no hay sonido, no hay volumen, no hay movimiento, no hay tiempo. Sólo espacio: la extensión plana de la página. Y en esa limitación constitutiva se finge el universo entero. La escritura se transforma en sonido; la perspectiva eleva las dos dimensiones a la tercera; la secuencialidad otorga dinamismo a lo estático, y el espacio se transforma en tiempo.

Ese es el juego de travestismo que explota con mano diestra Richard McGuire  en esta historia de un espacio único, aquí, que justamente por ello, por contar las peripecias de un solo lugar, erige en protagonista absoluto al tiempo.







¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

sábado, 5 de enero de 2013

El silencio en el cómic o cuando mostrar es contar




“Quise hacer un film mudo;  las imágenes deberían contar la historia, no servir de soporte al diálogo”.
Elia Kazan, a propósito de Panic in the Streets  



Aprender a callar

Quizá no resulte excesivamente aventurado  afirmar, en consonancia con las palabras del realizador turco, que uno de los más esforzados logros del séptimo arte -y seguramente también uno de los más necesarios-  tras la irrupción del sonoro fue,  precisamente, el de la reinvención del silencio.  Nos referimos por supuesto a una forma muy heterogénea de silencio, en la que la palabra no sólo cede protagonismo ante la elocuencia del montaje o  la expresividad de gestos y miradas; también ante la capacidad dramática del sonido ambiente o de la  partitura musical. En este sentido no faltarán escenas mudas del cine sonoro dispuestas a avalar nuestra tesis.  ¿Quién podría olvidar a Cary Grant fumigado  a plomo por la avioneta de North by Northwest (1959), de Hitchcock?... ¿o quién no se habrá sentido  angustiado con el infernal martilleo de los  reclusos de Le Trou (1960) de Becker?...  ¿o quién no se habrá dejado cautivar por el callado amanecer del hombre en 2001: A Space Odysse (1968) de Kubrick?...  El repertorio de escenas  que perduran en el recuerdo justamente por la habilidad con la que se manejan  los elementos no verbales del discurso cinematográfico  es tan extenso que  no merece la pena continuar con la cuestión. Es mejor darla por zanjada en nuestro favor…


Bajo el peso de la palabra

Ahora bien, cabría preguntarse qué  sentido puede adquirir la tentativa de  apelar al silencio en un medio que,  como el cómic, se halla condenado  en virtud de su propia índole a él.
¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

sábado, 29 de diciembre de 2012

1001 tebeos que hay que comiquear antes de palmarla

Por si a alguien le faltan referencias con las que aventurarse, machete en mano, por la jungla del tebeo, ahí va un puñado de títulos:

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Y por si el listado queda un poco impersonal, ahí van algunas recomendaciones mías seleccionadas a vuelapluma de entre las milyunas: 

Ayako (Osamu Tezuka)

Las aventuras de Luther Arkwright (Bryant Talbot)

Asterios Polyp (David Mazzucchelli)

Blue (Kiriko Nananan)

Ciudad de cristal (Paul Auster, Paul Karasik y David Mazzucchelli)

DC: The New Frontier (Darwyn Cooke)

Deogratias (Jean Philippe Stassen)

Elektra asesina (Frank Miller y Bill Sienkiewicz)

Freddy Lombard: El cometa de Cartago (Yves Chaland y Yann)

Fuegos (Jerry Kramsy y Lorenzo Mattotti)

Fun Home: una familia tragicómica (Alison Bechdel)

La guerra de las trincheras (Jacques Tardi)

El gusto del cloro (Bastien Vives)

Hicksville (Dylan Horrocks)

ICE Haven (Daniel Clowes)

Jimmy Corrigan: el chico más listo del mundo (Chris Ware)

Locas (Jaime Hernández)

Logicomix: una búsqueda épica de la verdad (Apostolos Doxiadis, Christos Papadimitriou  y Alecos Papadatos)

Lucille (Ludovic Debeurme)

Malas ventas (Alex Robinson)

Maldiciones (Kevin Huizenga)

Pagando por eso (Chester Brown)

Palomar (Beto Hernández)

Paracuellos (Carlos Giménez)

Pluto (Naoki Urasawa)

Pollo con ciruelas (Marjane Satrapi)

La prórroga (Jean Pierre Gibrat)

Pyongyang (Guy Delisle)

 Shortcomings (Adrian Tomine)

Stuck Rubber Baby (Howard Cruse)

Todo Mafalda (Quino)

Trazo de tiza (Miguelanxo Prado)

Vagabond (Tekehiko Inoue)

Viaje al corazón de la tormenta (Will Eisner)

La virgen del burdel (Hubert, Kerascoët y Sebastien Cosset)


Por supuesto mi lista contiene despistes y omisiones inaceptables que me desacreditan por completo como lector de cómics, pero es que milyuno son demasiados títulos como para tratarlos con detalle. Por ejemplo,  me  he quedado fuera todos los de Moore...



¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Antes de Watchmen: Minutemen, por Darwyn Cooke

En su día prometí que por respeto a la serie original de Moore, nuestro señor -y de Gibbons, su siervo- no leería nunca, ni en formato digital, las precuelas anunciadas por DC. Pero claro, si una de ellas lleva la firma de Dawyn Cooke, el de The New Frontier, el de Parker: el cazador y Parker: la compañía, o el de The Spirit, las nuevas aventuras, sólo queda agachar las orejinas y tragarse el orgullo:

01

¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

sábado, 10 de marzo de 2012

Hasta siempre Moebius




Descansa en paz, maestro,  en el cielo de los grandes dibujantes, que a buen seguro en nada se parecerá a ese cielo mezquino y aburrido de los buenos creyentes.
¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

lunes, 27 de febrero de 2012

Viaje a Italia, de Cosey


Viaje a Italia, y además a una Italia especialmente hermosa, pero sobre todo  viaje al pasado. Un pasado enquistado que no permite a los personajes avanzar en el presente. Ian no puede superar el trauma de la esterilidad causada por una herida de guerra en Vietnam y no deja de rumiar la posibilidad del hijo que pudo tener y nunca tuvo con Shirley. Por su parte Art parece incapaz de sobreponerse a la alargada sombra que proyecta sobre él la figura de Shirley, sin duda la personificación de un ideal del que su compañera Maureen se situa a mil leguas de distancia. Y Shirley, la bella, enérgica y contradictoria Shirley, siempre incapaz de decidir o de comprometerse, siempre huyendo de sí misma... 
 
En medio del trio, la niña Keo, camboyana que sueña  con escapar a los Estados Unidos. Keo representa para los tres la última oportunidad de dejar atrás el pasado, la posibilidad de la renovación a través de un vida nueva y fresca que les permita olvidar las viejas heridas. Pero también supone para ellos una apuesta muy elevada, el riesgo de terminar de enquistar para siempre esas mismas heridas. Un juego del que saldrá triunfante quien sea capaz de poner más de su parte, de mirar hacia adelante, de destrabar definitivamente el pasado y volver a vivir en el presente. Para él serán todas las recompensas... 

Y para nosotros, lectores intrépidos que no le tememos al ritmo pausado y al tono intimista, la maravillosa travesía por Italia con la que nos obsequia Cosey. Desde luego da gusto pasearse de su mano por el país transalpino. Sólo por eso  estaría ya más que justificada su lectura, pero ojo,  no sólo en eso encuentra su justificación...
 
¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

viernes, 24 de febrero de 2012

Tales of the Black Freighter: Marooned






Es curioso la cantidad de veces que se alega eso de que Marooned (Abandonado, Aislado o Encallado, según la edición) no aporta nada, o aporta bien poco, al conjunto de Watchmen. Y es verdad que no siempre es fácil explicarse que papel juega en él. Claro que tampoco es difícil encontrarle coartadas si se quiere, aunque no sean  de suficiente entidad: el relato del Navío Negro vendría a ser una especie de contrapunto general a su línea argumental básica; o serviría para añadir ciertos matices a algunos momentos remarcados del tebeo; o sería una especie de parábola de la compleja situación que vive el propio Veidt... Ésta última es la explicación a la que más frecuentemente se recurre, aunque no es posible establecer un paralelismo claro entre las diversas situaciones por las que atraviesa el náufrago y las que acomete en su cruzada Ozymandias. Como recoge Rafa Marín en su W de Watchmen, seguramente el relato sea un compendio de referencias a todos los personajes principales del tebeo. Por ejemplo parece evidente que ese hombre navegando sobre la balsa de cadáveres hinchados es Veidt. Pero no lo parece tanto si hablamos de aquel que alcanza enloquecido la playa, clamando no ya por la salvación del pueblo, al que cree perdido, sino  por tomarse cumplida venganza. Ese parece asemejarse más a Kovacs. Igualmente podría evocar a Blake, el Blake que llora frente a Jacovi, aquel que después de devorar una gaviota confiensa mareado "haber tragado demasiados horrores", como también podría representar a El Comediante el tiburón que forcejea con el náufrago para terminar muriendo a manos de aquel, aunque quizá sea más lógico suponer que evoca al Rorschach que es capturado por la policía. Menos dudas ofrecen las alusiones al dios ausente que niega su ayuda a los habitantes de Davistown, referencia clara, por supuesto, al Doctor Manhattan. Por su parte, el final, con el náufrago resignado a expiar sus pecados incorporandose a la tripulación infernal del Navío puede entenderse, o por lo menos a mí me lo parece, como anticipo de la callada complicidad a la que se somenterán los aventureros, excepción hecha del sacrificado Rorschach, frente a las fechorías de Veidt... En fin, que teorías e interpretaciones pilladas por los pelos haberlas haylas para dar y regalar, y que aunque resulten un poco peregrinas, tampoco vamos a negar que un algo de eso existe en el cómic. 

Sin embargo creo que la función principal del tebeo dentro del tebeo es otra. Por un lado, al igual que los anexos del final de cada capítulo, trata de aportar densidad y relieve al mundo de Watchmen, de hacerlo más tangible, de absorver e involucrar en él a sus lectores: no sólo se nos cuenta que el medio evolucionó de un modo diferente, sino que además se nos invita a comprobarlo por nosotros mismo leyendo uno de esos relatos. Y no uno cualquiera, sino uno de sus grandes clásicos. Pero sobre todo es la puerta de acceso al retorcido universo de Max Shea, el guionista que, no lo olvidemos, es también  guionista de la pesadilla con la que Veidt va a persuadir al mundo de la autenticidad de la amenaza alienígena. A veces se olvida el peso que tiene en la trama este misterioso Max Shea, escritor reputado de cómics capaz de agobiar a sus dibujantes, o por lo menos a Joe Orlando (¿el Jack Kirby de esta realidad alternativa?) con sus minuciosas descripciones y que tras riñir con las grandes editoriales acaba abandonando el mundo de los tebeos para centrarse en la escritura de novelas... No hacen falta muchas relecturas para convencerse de que en el fondo Max Shea es el Alan Moore de esta realidad divergente. Una realidad divergente que cuenta entre sus paradójicas características  la de hacer imposible la existencia de una obra como Watchmen. En un mundo como éste alguien  como Alan Moore jamás hubiera podido escribir una serie como Watchmen, ni ya puestos como Miracleman, ni seguramente como La cosa del pantano. Pero sí una como Tales of the Black Freighter. Tal vez sea ese su juego, el de enseñarnos de manera velada cómo sería su trabajo a ese otro lado del espejo... 

Porque curiosamente puede decirse que esta historia constituye en la práctica un capítulo oculto de Watchmen,  su número trece: si juntamos las páginas en las que se desarrolla la narración, en algunos casos con apenas un recuadro de texto en toda la página, y si le añadimos los anexos del capítulo cinco, los dedicados a glosar la historia de la serie, resulta que tenemos un episodio íntegro de treinta páginas, casi las mismas que los demás capítulos de la serie, todos ellos de treinta y dos. 

Además no deja de ser sorprendente esta otra forma de acercarse a Marooned; uno tiene la sensación de vestirse el pellejo de Bernie, el chaval de color, y de sufrir con él las constantes injerencias de la realidad. Toda una experiencia, vaya que sí:


Navio Negro¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

jueves, 23 de febrero de 2012

Palomar volumen I y II, de Beto Hernández

-Guadalupe conoce al fin a su padre-

¿Será verdad que la realidad del continente americano, su día a día, sólo puede ser contada en forma de culebrón? Ahí están los propios culebrones televisivos; el realismo mágico de  García Márquez y su Macondo; la Santa María de Onetti o la Comala de Rulfo... Y el Palomar de Beto. 

 Desde luego que es la suya, al  menos la que se nos muestra a través de la ficción, una forma diferente de vivir, nada sencilla, sí, pero siempre muy despreocupada. En Palomar nadie parece darle gran importancia ni a la vida ni a la muerte; ni al amor, ni al desamor ni al sexo...  acá se vive rápido y se vive con intensidad; se da rienda suelta a los deseos y se intercambian fluidos, y a veces también estallidos de violencia, con el primero o la primera que apetezca, casi como si careciera de la menor relevancia. Algo me queda claro de la lectura de Palomar: allí dónde no existen garantías de llegar a viejo no hay  un solo instante que perder... 

 El resultado es una más que intrincanda red de relaciones afectivas, carnales y familiares establecida entre los pocos habitantes del poblado y algunos extranjeros que rara vez lo visitan;  una especie de Symploké en la que todo el mundo está relacionado directa o indirectamente con los demás, en donde cualquiera puede ser padre, madre, hijo, hermana o amante de cualquiera. 

 Además la forma narrativa que elige Beto para contarnos las peripecias de los habitantes de Palomar se ajusta como un guante a esa peculiaridad, especialmente en los relatos  más extensos. Hablamos de historias corales donde los protagonistas se suceden y alternan con gran frecuecia, a veces incluso a cada una o dos viñetas; cambios radicales en el punto de vista de la ficción que incluyen además constantes flash-back, casi nunca anunciados o explicados. Esos frecuentes cambios de protagonistas y saltos temporales sirven para ofrecer una panorámica detallada no sólo de la riqueza humana del pueblo, que no es poca, sino también de la evolución del mismo a lo largo del tiempo y  de sus sucesivas generaciones.  Algo que tal vez le otorgue al tebeo cierta apariencia de desorden, de caótica acumulación de acontecimiento, pero lo cierto es que en el fondo lo que revela  es una habilidad narrativa extraordinariamente fluida. Y divertida... y emotiva... y sobrecogedora y ... Vaya, una auténtica delicia. Pero claro, yo qué voy a decir, si estoy intentando venderos el cuento...

De las historias que componen los dos volúmenes, me quedo, en el primero, con Sopa de gran pena; y en el segundo, con Diastrofismo humano. Y entre la inabarcable galería de personajes, elección complicada con tanta chica de toma pan y moja, me quedo con la familia que podrían haber formado, aunque jamás la formasen, la nietzscheana Luba (siempre con su martillo a mano), Heraclio y la hija de ambos, Guadalupe

Pa´ quedarse a vivir en Palomar...
¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

martes, 21 de febrero de 2012

La voluptuosidad, de Blutch

¿Puede haber algo más hermoso en la vida que mirar coños? Coños rubios, coños azabaches, coños furibundos o coños por desprecintar... qué más da, todos son bellos. Aunque quizá el más exquisito sea el coño pelirrojo, esa hoguera flameante que ilumina al mundo... 

Desde luego algo  me queda claro de la lectura de La voluptuosidad de Blutch: que todo gira en torno a esa porción de la anatomía femenina. Y después está el mono y su piedra... 

Más allá de eso, del coño, el mono y la piedra, el resto se me hace bastante opaco... ¿De verdad se supone que tras todo este amasijo arbitrario de imagenes y palabras se esconde un significado? Anda ya,  el Blutch lo que es es un cachondo en el más amplio sentido de la palabra...
¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

domingo, 19 de febrero de 2012

El cometa de Cartago VS F.52

Esta página de El cometa de Cartago no está nada mal...

No deja de sorprenderme que La guia básica del cómic, de Frattini y Palmer, recomiende la lectura de El cometa de Cartago, pero no la de F.52. Ambos de Lepennetier y Chaland. Y ambos una gozada para la vista. Es increíble la elegancia y la distinción que llegó a alcanzar el trazo de este chico que murió tan joven. Aunque para mí el color de Beaumenay y Joannet también hace muchísimo.   

Así que por ahí no hay manera de establecer comparaciones claras y distintas. Pero siendo igual de hermosos los dos álbumes, el guión de F.52 aventaja en mucho al de El cometa de Cartago. Es sugerente y evocador este último, esa especie de mundo clausurado que se cae a trozos bajo la amenaza del cometa que llega, mientras Freddy deambula de aquí para allá detrás de la morena. No lo niego. Pero me apasiona infinitamente más el conflicto interclases (clase turista VS clase negocios) de F.52. Me sobrecoge la angustia de esa madre a la que nadie parece tomar en serio,  la de la niña que se va dando cuenta de que aquello no es un juego, la opresión de la escasez de espacios en la aeronave, o la sorpresa del final Kubrickiano. Y sobre todo me fascina la ironía con la que se burlan Lepennetier y Chaland de las convenciones del género, cómo se olvidan muy conscientemente del espía comunista, al que dejan languidecer y morirse del tedio, ese mismo espía que quizá en otro álbum, o en otra serie, o con otro guionista, hubiera fagocitado sin piedad la historia completa de la niña. ¡Bien por ellos! 

 Sólo por este detalle se merece ya F.52 un lugar destacado dentro de la serie de Freddy Lombard. Y no es por despotricar de El cometa de Cartago, pero sigo sin explicarme por qué uno sí y el otro no... 

... pero ésta otra de F.52 tampoco tiene nada que envidiarle.
¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

viernes, 17 de febrero de 2012

El Eternauta (versión 2) de Oesterheld y Breccia


O cómo echar a perder una obra maestra porque alguien dice no distinguir los rostros... Sí, sé que fue sólo la excusa que se buscaron para sabotear una historia que incitaba a la lucha activa, a morir de pie y con las botas puestas, a no reírle las gracias a los que mandan... Pero desde luego que el tal Carlos Fontanarrosa se lució para la posteridad con su carta: 

"... Que me disculpe Breccia, un gran dibujante y diría artista, pero nosotros en nuestra misión de lograr comunicación no debíamos habernos entregado a la forma estética de su dibujo, que por momentos la hizo ininteligible. Aquí también la forma, el adorno, el medio, se convirtió en fin y quedó a mitad de camino nuestra intención. 

Me vino a la cabeza esta autocrítica, porque cuando veo una cosa bien hecha, directa, firme, que va al nudo del asunto y abandona florilegios y pequeñeces para llegar, me entusiasma. Eso es tener rigor, verdadero rigor, sea artístico o periodístico. Cuando nos dejamos invadir por contemplaciones secundarias, adiós objetivo."

Que me disculpe el tal Fontanarrosa, pero lo suyo no tiene perdón de dios. Esta nueva versión de El Eternauta llevaba marchamo de clásico imperecedero... un Oesterheld más contenido en el uso de la prosa; más comprometido y más consciente del valor contestatario de su metáfora de la invasión exterior. Pero sobre todo un Breccia en verdadero estado de gracia. De Breccia admito que me gusta todo, pero aun así me queda la impresión de que aquí estaba incluso un punto por encima de su nivel habitual. Y eso son palabras mayores.

¿Qué es poco claro en su dibujo? No es verdad, se le entiende todo. Pero aunque lo fuera, sus claroscuros poseen tal fuerza que  compensan sobradamente cualquier inconveniente que le queramos atribuir. Da pena ver terminar una obra como ésta, que pudo ser algo  realmente grande, haciéndolo de tan mala manera,  sobrevolando apenas todo aquello que debería haber desarrollado con pausa;  líneas argumentales completas condensadas al espacio ínfimo de una viñeta, acontecimientos centrales que sólo pueden ser referidos en texto, y el equilibrio narrativo que salta por los aires hecho añicos, reventado por las imposiciones editoriales y la censura política.

Una verdadera lástima, aunque nadie podrá robarnos el placer de revisitar una y otra vez estas pocas páginas que nos legaron para siempre el genio de Osterheld y Breccia.

Ejem... aquí un enlace para la mula.
¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

lunes, 13 de febrero de 2012

A proposito de Lucille, de Ludovic Debeurme








A esto es a lo que yo llamo traducir el mundo a un estilo gráfico concreto. ¿Dibujo torpe, desmañado, infantil? ¿Líneas sin la más mínima modulación? Bueno, mirad está página, y ya me contáis... qué perspectiva, qué profundidad de campo, qué maravilla...

¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

Como no me copies te pego

Reservado todos los derechos a los lectores, que podrán copiar, manipular, alterar y hasta leer todos los textos de este blog. Eso sí, se agradecería que mencionaran de dónde diablos han sacado el juguetito.