lunes, 2 de agosto de 2010

Así se escribe la Historia (II): Los orígenes de Letrinas

"(...) Aprovecho para deciros que he empezado a mover el asunto de la revista y que por ahora todo ha ido bien. Para los artículos que queráis publicar u otro tipo de materiales os agradecería me los enviaseis en formato Word. Si tenéis idea de comprometeros a participar en todos los números que saquemos (se discutió una periodicidad trimestral a lo sumo y semestral como mínimo) podéis crear secciones propias con la temática que prefiráis. Cualquier idea o sugerencia sería muy bien venida y facilitaría las puestas en común que tendremos que construir en las reuniones al efecto. Propuse con toda la seriedad y rigor que me caracterizan el nombre de Letrinas para nuestra publicación, jugando con nuestro arraigado, yo diría que idiosincrático, sufijo diminutivo acabado en "-ino" "-ina", dando a entender que nuestras pretensiones son modestas y honestas y apuntando, de paso, hacia el sentido último, escatológico, que se halla en cualquier forma de expresión humana, pero muy particularmente en las lingüísticas, y más específicamente en las escritas. Pero se ve que el título puede dar lugar también a otras interpretaciones más literales, que no literarias (otros podrían manifestar con igual fortuna todo lo contrario). ¿Querríais implicaros en mantener limpias nuestras "letrinas", o preferís, emulando a Sherlock Holmes, ilustre sabueso, marcar el territorio con otras huellas? Si lo segundo, estoy a la espera de los títulos que me enviéis para su posterior debate. Hasta pronto, y desconfiad del primer vendedor ambulante que pretenda colocaros sémolas de maíz.

PD: ¿Y si fuera Letr-inas?"


-Correo electronico de Adolfo a los "Hombres de Letrinas" (11/01/2004)-


Muchas gracias, amigo.

3 comentarios:

  1. Y nadie comentó esta entrada... Qué poca vergüenza... A ver si Adolfo retorna a Letrinas.

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  2. Cierto, vergüenza es lo que falta por aquí, por cierto, y por decirlo menos finamente, yo creía que lo de "Letrinas" venía por las diarreas mentales que tan a menudo nos afectan, juas¡

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  3. Bien, no iba muy descaminada. Ahora ya sé el porqué del nombre.
    Aún así, para el que llegue hasta aquí no estando en el ajo, temiendo por el ojete (diminutivo, ¡ojo!), lo normal es que huya a ponerlo en otro sitio o a hojear cuentos (de papel y sin leer).
    Del "AVISO", no opino.

    Conste que a mí me parece estupendo que llaméis a las cosas por su nombre, allá él el que no lo entienda, que se aplique.

    Un saludo

    Loly

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Como no me copies te pego

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