Por si no los conocéis, los Premios Darwin son unas menciones honoríficas que se otorgan cada año a aquellos que dieron su vida, de la manera más estupida imaginable, en aras del mejoramiento genético de la especie humana. Como se explica en Wikipedia, en realidad no es necesario haber entregado la cuchara para optar a ellos, también pueden hacerlo los que como fruto de su "inteligente proceder" han perdido la facultad de reproducirse. Pues bien, me temo que este año tenemos ya un virtual campeón que cumple sobredamente con todos los requisitos de excelencia, autoselección, madurez y veracidad que exige el galardón: el ruso Vladimir Ladyschenski, que necesitó dejarse la vida en el intento y en el interior de una sauna a 110 º para lograr apenas ser finalista en el Campeonato del Mundo de sauna. Ver para creer. O mejor leer. Aquí
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