PRIMER ACTOADOLFERO: Excelsitud escandinava
Adolfo, Adolfito, Adolfete..., sí, todas son simpáticas formas de nombrar a este entrañable amigo nuestro. El puto amo del corral, letrinos, nadie lo pone en duda; tratándose de contextos que el menda conoce, es el puto amo del invento. Sí, queridos amantes de la vida, un personaje singular donde los haya, mi estimado Adolfito, capaz de dar una clase magistral de Filosofía en palabras mayores y horas después impartir, en la terraza de un bar de barrio, una charla-conferencia sobre "los andares de aquella moza". Sí, el tipo es de andarse con cuidado, si esperas que defienda tu posición estás perdido chaval, el pavo siempre expondrá una visión de las cosas novedosa y desafiante con la tradición, y en un anacrónico ostracismo te joderás; el humor apropiado será su recurso en todos los putos asuntos en los que se vea acorralado en su platónico búnquer. Con Adolfo el tiempo pasa muy rápido, puedes estar toda la noche -de esas que hay que "veilas pa'creilas"- hablando del Arte de la Fuga de J. S. Bach y terminar destripando impunemente a la chusma inmunda por su vulgaridad y grosería irrisorias; sí, es un caso digno de estudio. Creo que en el fondo es un entusiasta de la vida, si se le encomienda la realización de un proyecto, tened garantías de que no cejará en su intento hasta que lo convierta en único, grande e histórico, aunque tenga que leerse la misma Library of Congress entera. En todo caso, lo que más me sigue sorprendiendo de Adolfete, es su gran capacidad camaleónica con el mismo ropaje: puede pasar por un empedernido esteta, por un amante de la ciencia primigenia, por un cuerdo y testarudo filósofo de la ciencia, por un cerdo positivista, por el adalid de Nietzsche, por el hermano de Platón, por un redomado hegeliano de izquierdas antihegeliano, por un enamorado de los Pagerga y Paralipómena, por un íntegro spinoziano sin fisuras, por un vividor del lenguaje, por un erudito de postín, por un vasto melómano, por un cinéfilo con ínfulas de director, por un poeta de excelsitud escandinava "Gélido viento del norte / azota flexibles ramas...", y todo eso sin cambiarse de jersey, en fin, un tipo en la crème dela crème, sí, conspícuos lectores, todo un educado caballero inglés... con un golfo dentro. Un genio como personaje:
"Sabed que menda...es don Mendo, y don Mendo... mató a menda".
Estupendo retrato, muy ajustado a los hechos. Aunque yo le encuentro una pequeña imprecisión, mera cuestión del orden de los acontecimientos: Adolfo jamás se leería integra la biblioteca del Concreso para ejecutar un proyecto encomendado: hace tiempo que ya se la leyó. Si acaso la repasaría por encima. Por lo demás, comparto la visión proteíca y hasta prometeica (toma palabras con calzador) que nos pinta Jesús, un personaje que no admite encasillamiento a la ligera: llevo años intentándolo y el joío no se deja, todas las desborda- salvo tal vez por una etiqueta que acaso le venga como guante de seda forjado en hierro: la de persona excepcional.
ResponderEliminarSí Alan, un persona carismática el pavo
ResponderEliminarSí, Jesús, incluso un pavo personal,carísma.
ResponderEliminarLo clavaste, hermanito, no sé si te defines a ti mismo o por el contrario te defines a través del amigo. Ale dame caña!
ResponderEliminarNo es eso, buendía espejiforme, es sólo que la semblanza es tan vaga, tan genérica y tan vulgar que en el fondo le pasa como a los horóscopos: cualquiera puede verse retradado en ella. De hecho juro que por un momento pensé que hablaba de mí. Después caí en la cuenta de mi error y creí que se trataba del JL. Pues tampoco, me dije, debe tratarse de Paco, y no, no se trataba. Mira tú por donde, al final ni uno ni otro ni el de más aquí ni el de más allá; era el Adolf. ¿Quién podría imaginarselo?
ResponderEliminarAlan, no es una semblanza vaga y vulgar; todo lo contrario, es profunda y meditada. En el espejo de la contradicción todos nos encotramos sin proponerlo. Será Adolfo, si es Jesús quién trata de defirnirlo y acotarlo, será parte de Jesús por que en su definición deja mucho de sí mismo, hasta podría ser yo. Pero no, es más Adolfo, que el propio Adolfo. O no.
ResponderEliminarBueno ¡vah! yo estoy en el texto claro, tengo ciertos gustos de índole muy variada semejantes a los del pavo, música, ajedrez, ciencia, filosofía, poesía, teatro, pollas en vinagre y entretenimientos carnales y esas cosillas, digo similares y hemos compartido experiencias místico-saduceas con tintes anarco-spencerianos que diría el Maestro, pero somos muy diferentes al mismo tiempo que parecidos,... no sé qué estaba diciendo, bien... ¡¡¡qué gane el Madrid!!!
ResponderEliminarEs una semblanza digna de un rey, del de letrinas que hasta su nombre le debe. Pero le falta la cara b, el lado oscuro del personaje. Yo mismo le ví un día metiendose el dedo en la nariz con deleitación.
ResponderEliminarHermanos buendía, Jesus y Espejo, Espejo y Jesús,es cierto, no había caído, pero ahora que lo comentáis creo que teneis toda la razón. Los dos. Pero por favor, no me hagáis daño...
ResponderEliminarJL, el personaje no sólo tiene un reverso tenebroso, como la fuerza, sino que en el fondo es de lo más perverso y tétrico que te puedas imaginar. Lo que pasa es que le tenemos miedo y nos callamos. Si yo te contara lo que me dijo una vez sobre Gustavo Bueno... Para no dormir.
Por cierto a lo tonto a lo tonto, ocho y contando. Allá vamos, 42 (licor).
Uy, que tonto, no me he dado cuenta que contando el mío sumamos uno más. Pues nada, rectifico, nueve y contando.
ResponderEliminar¡¡¡Hala, que torpe otra vez!!! Es que no aprendo, porque claro, si uso un comentario para rectificar la cuenta, ya no es el mismo conteo que la vez anterior, o sea, que le sumo dos y me llevo otra, le saco la media, le quito el liguero y le estrecho la matriz, que además es linealmente independiente y de rango tres, y resulta que son ya die... vale, venga, el truco no da para más: once y que siga la cuenta otro.
ResponderEliminarSeguro que todos tenemos nuestro lado menos vistoso, ese lo dejo para los comentarios, que para eso están para sacarle punta a los temas, aún así amigo JL, la diferencia del personaje en cuestión contigo, es que tú tienes un lado oscuro...y el otro lado es simplemente más oscuro.
ResponderEliminarAlan ten cuidado se nota mucho que has vendido el alma al diablo por unos durillos...
ResponderEliminarClaro, quieres competir con una tía semiempelote, ¡¡eso es un ultraje!! pero sigue así muchacho, no te desvíes...
ResponderEliminarEs que la tia esta muy buena y cualquiera se resistía a la tentación. De todas formas, animo desde aquí a elogiar las bondades de la Amanda, aunque no sean comparables con las de Adolfo, también en esta entrada. Hay que barrer con los límites de la historia. 42, tienes los días contado.
ResponderEliminarYa sé tío, pero no sé no, quizás por un lado, en fin, tú ya sabes de esto ¿no? a base de tías me arruinas el invento chaval
ResponderEliminarDejad de publicar entradas morbosas y ateneos a lo acordado, 2000 pavos por la escoria
ResponderEliminarQué falta de disciplina, cuanta insubordinación. Aquí el chus intentando hacer historia y el David con sus electroduendes. Este país no es serio.
ResponderEliminarAsí no vamos a ningún lado compadre, ¡¡¡dejad de jodeeeeeiiiiir con la peloooooo.. oooo...ooooooo... taaaaaa....aaaaaa...aaa!!!
ResponderEliminar¡qué dos bolas de cristal! oye y por lo demás un artículo estupendo, digo el mío pendejo, bueno aquí os retratáis que esto es un libro de descondolencias, firmad, coño, firmad.
ResponderEliminarY van ya cuatro. Al final llegará a 42 el Barsa antes que nosotros.
ResponderEliminarBien... 5 ... voy a tomar unas pastitas de cianuro con una copita de whisky...
ResponderEliminarNo lo hagas, el whisky es muy malo para la salud. Además tú todavía eres joven y te quedan muchas manitas por ver. Para empezar, el repaso que todavía le falta por recibir en el Bernabeu al Madrid.
ResponderEliminarMuchas gracias por esta semblanza, Jesús. No por lo que tiene de fiel descripción del personaje sino por lo que proyecta sobre él, que es tu sincero afecto. Afecto con el que ahora te correspondo al decirte que, tal como tu hermano comenta con indudable acierto, expresas en tus palabras, que diriges a mí, tu propia naturaleza sin proponértelo. Y, así, mientras escucho a Gould en esta interpretación memorable que hace del estremecimiento una condición natural del ser y del estar en-habitándolo-a-uno, como subyugado a una fuerza recóndita pero al tiempo tan familiar, te digo, sin taranvainas ni canonjías de pose regalada, que suerte tengo de tenerte por amigo. Viejo amigo.
ResponderEliminarPor lo demás, que os dén, cabroncillos, cabroncetes y cabronazos del copón. Que menuda vergüenza!
Yo me pido cabroncete. Cabronazo del copón se lo cedemos a nuestro anfitrión, el chus, y supongo que el JL tendrá que conformarse con cabroncillo. Me parece un reparto justo. Y 25.
ResponderEliminarSí, a veces me gusta ser un auténtico cabronazo, del copón claro, ¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!...bien, lo necesitaba...
ResponderEliminarGrita, grita sin miedo, que hasta 42 tenemos mucho espacio para el desahogo. Joder, cincocero, que barbaridad.
ResponderEliminaryo he perdido mi identidad no sé si soy del barsa o no, ¡qué scandalo!
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