jueves, 5 de agosto de 2010

Ferrán Adriá: ¿Genio, artista o gilipollas?

Creo que fue al escritor Alonso Guerrero a quien le contaba yo en su día, mientras me firmaba su libro "La muerte y su antidoto", un poco como provocación, un poco porque es lo que siento, que a veces disfruto más con la teoría de la literatura que con la literatura misma. Su respuesta fue lacónica pero muy precisa: eres un lector extraño.
Pues sí, debo ser un lector extraño, pero que queréis que os diga, si lo soy por eso, cuando en el fondo todo queda en casa y el intercambio no es más que de unas palabras por otras, ni me imagino que tipo de comensal debo ser cuando, por lo general y según el hambre que arrastre, me alimenta más oir hablar de cocina que agenciarme, por ejemplo, un buen chuletón de buey a la plancha. Sobre todo si quien imparte magisterio es un chef de la talla y la originalidad del siempre polémico Ferrán Adriá. Ya sé que escuchándole hablar al vuelo, así como quien no quiere la cosa, sin hacerle demasiado caso, no lo parece ni por asomo, pero don Ferrán, ahí donde lo veis, tan admirado por unos como denostado por otros, es alguién que ha pensado mucho y muy bien sobre su oficio, que domina conceptos e ideas con muchísima más soltura que las mismas palabras que los expresan o la vocalización que los comunican. Si a alguien le interesa el tema, le recomiendo vivamente el documental El bulli, historia de un sueño; 9 capítulos de una hora cada uno producidos por TVE en colaboración con la productora del propio restaurante, o sea, que en buena medida se trata de un documento puramente promocional, pero que con todo no deja de asombrar por lo mucho que este hombre y su equipo han llegado a conseguir a los fogones de Cala de Montjuic. En mi opinión, más que marketing; más -infinitamente más- que un hombre de negocios: un artista genuíno.

Os dejo con la ponencia que impartió en el Madrid Fusión de 2006. En dos partes, la primera más teórica; la segunda más práctica:











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