En el poema anterior se puede poner el énfasis sobre la madera, como hemos hecho nosotros en los comentarios, o bien se puede atender más a la carne, a las personas, al propio Lizano. Que es lo que haré yo aquí: otro poema de Jesús. Ahora el que más me gustó a mí de los que leyó en el programa del Sánchez y que bien puede valer para definir la sensibilidad estética e ideológica del personaje:
Las personas curvas
A mí me gustan las personas curvas,
las ideas curvas,
los caminos curvos,
porque el mundo es curvo
y la tierra es curva
y el movimiento es curvo;
y me gustan las curvas
y los pechos curvos
y los culos curvos,
los sentimientos curvos;
la ebriedad: es curva;
las palabras curvas:
el amor es curvo;
¡el vientre es curvo!;
lo diverso es curvo.
A mí me gustan los mundos curvos;
el mar es curvo,
la risa es curva,
la alegría es curva,
el dolor es curvo;
las uvas: curvas;
los labios: curvos;
y los sueños, curvos;
los paraísos, curvos
(no hay otros paraísos);
a mí me gusta la anarquía curva;
el día es curvo
y la noche es curva;
¡la aventura es curva!
Y no me gustan las personas rectas,
el mundo recto,
las ideas rectas;
a mí me gustan las manos curvas,
los poemas curvos,
las horas curvas:
¡contemplar es curvo!;
(en las que puedes contemplar las curvas
y conocer la tierra);
los instrumentos curvos,
no los cuchillos, no las leyes:
no me gustan las leyes porque son rectas,
no me gustan las cosas rectas;
los suspiros: curvos;
los besos: curvos;
las caricias: curvas.
Y la paciencia es curva.
El pan es curvo
y la metralla recta.
No me gustan las cosas rectas
ni la línea recta:
se pierden
todas las líneas rectas;
no me gusta la muerte porque es recta,
es la cosa más recta, lo escondido
detrás de las cosas rectas;
ni los maestros rectos
ni las maestras rectas:
¡libérennos los dioses curvos de los dioses rectos!
El baño es curvo,
la verdad es curva,
yo no resisto las verdades rectas;
vivir es curvo,
la poesía es curva,
el corazón es curvo.
A mí me gustan las personas curvas
y huyo, es la peste, de las personas rectas.
y huyo, es la peste, de las personas rectas.
Maravilloso. Pero precisemos el tacto y la rugosidad de la madera. Me pregunto qué se podría decir de lo oblicuo, que, rechazando su rectitud, anhela incesantemente la curvatura sin nunca alcanzarla ni en la magnitud más infinitesimal. Amoríos de lo curvo y de lo recto; superación de la tesis y la antítesis en una unidad integradora de las contradicciones. La dialéctica se resuelve en la tangente. Y todo se hace tangible.
ResponderEliminar¡Soy poeta!
Aunque haya quien me corra a gorrazos por ello, yo diría que sí.
ResponderEliminar