Cansado por el largo día vuelve a casa, su casa, al menos aquella que fue suya durante tantos años, pero es la misma que ahora apenas reconoce. Tras un par de forzadas sonrisas y algún “bien” pronunciado en un suspiro entra en la cocina, abre la nevera sin mirar nada, la cierra y sigue mirando aquella neutra pared, tarda un par de segundos en reaccionar, coge una manzana y sale de allí sin más.
Recorre el pasillo dando vueltas a la manzana entre sus manos, entra en su cuarto y cierra tras de si. Esas cuatro paredes, las mismas que durante años le protegían del mundo, aquellas con las que compartía mil y una historia, más de una noche ocultaron sus borracheras, sus risas, las llamadas a altas horas, sus deseos más íntimos, más de un día le guardaron del frío, e incluso más de una vez le escucharon derramar alguna que otra lágrima.
Ahora entra en ella recordando tantas cosas que apenas siente espacio para respirar. No entiende como pudo caberle tanto en tan poco espacio y por más que intenta acomodarse se siente un extraño invadiendo algo que ya no es suyo.
Se descalza sin aflojar los cordones, lanza los zapatos a algún rincón de la habitación, sin pensar que mañana será él quien tenga que volver a emparejarlos tal vez con el tiempo justo para no llegar tarde. Comienza a despojarse de la ropa sin ningún orden, lanzándola por doquier. Cuando ya sólo le queda la ropa interior se tumba en la cama, cansado, somnoliento y triste.
Mira al techo durante un largo rato, tanto que sus ojos empiezan a difuminar la luz. Gira la cabeza buscando distraer la vista y allí en la mesilla encuentra su manzana. Se incorpora levemente, la verdad es que tiene hambre lleva todo el día sin probar bocado, pero es consciente de que al segundo mordisco no podrá más. Al fin y al cabo aquellos que aseguran que un hombre no puede hacer dos cosas a la vez tienen razón, él no puede comer y pensar. Coge la manzana y le propina un buen bocado, firme, decidido y hambriento, otro más y otro. Al tercero abandona el intento de saciarse. Lanza lo que queda de la manzana con tan buena puntería que aterriza sobre uno de los calcetines, junto a la papelera. “Otra cosa más que hago mal” piensa.
De pronto un atisbo de esperanza aparece en sus ojos. ¿Y si le hubiera mandado un e-mail? Es consciente de que no le ha llamado ni mandado ningún mensaje, se ha pasado gran parte del día comprobando el estado del móvil, tanto que terminó por agotar la batería.
Agitado por sus pensamientos se acerca al escritorio, enciende el ordenador, en sus ojos se ven dos sentimientos, ilusión y desesperación. Teclea más fuerte de lo que debería, y tras introducir un par de veces la contraseña, siempre alterna una letra con otra, abre la bandeja de entrada, busca una y otra vez su nombre, pero no está. Mira incluso la lista de correo no deseado, “bien deseado que sería” piensa él. Allí tampoco. Suelta en un largo suspiro todo el aire que tenía en los pulmones.
De pronto algo comienza a parpadear, es un e-mail. Es suyo. Nervioso mueve el ratón con poca precisión, cuando consigue alcanzar el icono lo pulsa.
Su sonrisa se desvanece poco a poco al comprobar que sí, el correo lo ha mandado ella, pero no es más que un correo publicitario.
Apaga el ordenador con un solo botón, se lanza de nuevo sobre la cama y allí inmóvil mira el techo a medida que el sueño se va apoderando de él.
Mañana será un nuevo día.
¿Hay más capitulos?. Me suscribo, hala.Saludin
ResponderEliminarCapítulos? No, son relatos sueltos, hay más (y este también) en mi blog. Pero cada uno va de una cosa :)
ResponderEliminarQue situación más angustiosa. Es horrible cuando se acaba una relación y no se tiene la entereza de aceptarlo, cuando se vive en la falsa esperanza de que todo vuelva a ser como antes. Yo lo tengo claro: si no sabes ponerle punto final a una relación, mejor ni la comiences. Ya lo dije en otra ocasión, el amor es la guerra, y cuando las balas tiran a dar no se puede andar con miramientos...
ResponderEliminarCuquibesos bélicos.
Supongo que todo el mundo tiene un tiempo de duelo al perder algo, también influye si lo pierdes o si se desgasta o se rompe.De toda formas del amor, no sé nada.
ResponderEliminarCuquibesos descentrados
El amor es... el amor es... ¿como un gran cuadro cubista? Bello a su manera, pero no hay quien lo entienda. Además no estoy nada convencido de que valga lo que le atribuyen los marchantes.
ResponderEliminarSaludos salados.
Qué buena definición, Alan. ¿Me la puedo quedar? (respetando los derechos de autor y su correspondiente remuneración, por supuesto)
ResponderEliminarBesos noctámbulos.
Bueno, aunque espero que la remuneración para el autor sea mayor que la que ofrece a sus asociados la $GA€, donde por lo que se ve el único que cobra es el Tedy Bautista (250.000 € al año; más de tres millones de las rubicundas pesetas al mes). Y si llegas a un acuerdo con Hollywood para producir un film con ese título, con Brad Pitt y Julia Roberts como protagonistas, quiero mi nombre acreditado junto al del guionista, director y actores/as.
ResponderEliminarBesos vespertinos.
Pobres... ¿no cobran? Ahora entiendo sus pataletas y molestias con el mundo en general, y con los internautas en particular. Y es que cobrar en pipas debe de ser muy duro, sobre todo porque estar todo el mes comiendo pipas puede llegar a cansar.
ResponderEliminarEn cuanto al nombre, no creo que haya problemas, pero si hace falta yo me las veo con el/la productor/a.
Saluditos.