viernes, 12 de agosto de 2011

Música Clásica (13): Beethoven y Kempff

Más de 20.000 personas acudieron a despedir a Beethoven en su entierro al son del Requiem; de Mozart, que pronosticó del joven Ludwig en un breve encuentro en Viena que el Mundo hablaría de él. No está mal para un tiempo en que no existían las redes sociales y otras "cirigoncias" (sic) ad maiorem.

De toda su producción he escogido para esta noche una muestra de sus sonatas para piano. Hubo quien dijo, según rumores de incierta base, que las sonatas para piano de Beethoven no eran más que mazacotes cuando se las comparaba con las de Mozart. De maestros así, discípulos en consonancia.

Aunque la preferida de Beethoven es la nº11, Op. 22, me voy a permitir recomendar otras dos por no hacerlo con las 32, que sería lo suyo.

Para empezar, la sonata conocida como Tempestad, tocada por el que pasa por ser el más grande intérprete de Beethoven en sus composiciones para piano, Wilhelm Kempff. Sólo el tercer movimiento. Después, con Baremboim porque no he encontrado la versión de Andras Schiff, la sonata nº 13 quasi una fantasia, op. 27, nº 1 (la nº 2 es la conocida como Claro de Luna). Tuve ocasión de escucharle esta pieza en vivo a Schiff hace relativamente poco, ofrecida íntegra como propina tras un concierto memorable. No tengo inconveniente en decir que ningún pianista de los que he tenido la suerte de escuchar me ha impresionado tanto como Schiff tocando a Beethoven. Y he escuchado a unos cuantos. Espero que sea de vuestro agrado.

Buenas noches, grande gozo.


4 comentarios:

  1. Eso de las "cirigoncias" es lo mejor que has escrito jamás pedazo de melómano-magalómano

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  2. Gracias, sucia rata apestosa con experiencia en los estercoleros del alma. El vídeo de Kempff, que sé que te mola cantidubi (expresión con la que intento parecer menos "magalómano" (sic) de lo que en realidad soy), está dedicado a ti.

    Mucha mierda.

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  3. Sí, gracias repugnante víbora, el jodido Wilhelm Kempff pavoneándose el pavo como si no fuera con él la cosa, tocando apenas sin mirar el teclado sólo en los momentos estrictamente necesarios ¡qué mala bestia! En fin, lo que estás haciendo no tiene nombre en la Historia de este podrido almacen de mendicidades, eres el más grande sinvergüenza del que se tiene conocimiento desde la época de los Borgia... lástima que seas un indecente cerdo infecto...

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Como no me copies te pego

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