Sí, sé lo que me váis a decir, que me tenía que haber sacado el carnet de conducir hace muchos años, pero si os hubiese hecho caso, no podría contar esta u aquella anécdota y de auto-stop tengo muchas, pero esta es una de las curiosas.
Carretera Almendralejo-Badajoz a las 12.00 horas del mediodía, hace muchos años..., llevo un buen rato haciendo auto-stop, me recoge un conductor que me deja en la cercana localidad de Solana de los Barros, allí he de ponerme de nuevo a hacer “dedo”, mientras tanto en la otra dirección unos amigos de Badajoz van al pueblo a dar la nueva noticia a sus familiares sobre un embarazo muy deseado; les doy la enhorabuena y sigo mi camino, ya que he de arreglar unos papeles de forma inevitable, si quiero evitar el servicio militar.
Tengo suerte, un tío me invita a acercarme a Badajoz con él, su coche no es ni el mas nuevo, ni el mas limpio de los que me he montado, pero tampoco soy muy escrupuloso así que tiro p’alante. El tramo hasta llegar al cruce con la nacional (en ese año todavía no existía la autovía) que son unos 25 kilómetros por una carretera bastante solitaria, fueron tranquilos, de conversación ágil y hasta agradable, pero con una sorpresa, mi voluntario conductor es un camello y va a uno de los barrios marginados de Badajoz, por la zona de El gurugú a “reponer” mercancía y venderla por Hornachos, que es de donde era este hombre.
Ya iba yo un poquitín desconfiado, cuando encima al tío le da por adelantar con muchísimo tráfico, pues ya habíamos pasado a la carretera nacional, a camiones e importándole un pimiento que viniese otro camión de frente “ya se echará para el lado” decía él tranquilamente, eso una y otra vez hasta que llegamos a Badajoz. No hace falta decir que yo tenía un nudo en el estómago y ni hablaba, ni quería mirar la carretera, esos kilómetros se me hicieron eternos. En cuanto entramos en la ciudad y vi un semáforo, le dije que parase, que ya iba yo andando a la Caja de Recluta. El tío debía de estar entusiasmado conmigo, pues me dijo que si quería podía acercarme de vuelta al pueblo; yo solamente asenté la cabeza y me dije para mis adentros “que una y no más, Santo Tomás” y no le volví a ver ya en mi vida.
Me ahorré 500 pesetas del viaje en el autobús de Almendralejo a Badajoz, pero enseguida me arrepentí de haber sido ahorrador. Uf y después dicen que hay que tener cuidado con los autoestopistas, pero hay algún que otro conductor que sí que tienen peligro...
Estoy convencido de que hay muchas anécdotas de este tipo, ¿os atrevéis a comentarlas?
Carretera Almendralejo-Badajoz a las 12.00 horas del mediodía, hace muchos años..., llevo un buen rato haciendo auto-stop, me recoge un conductor que me deja en la cercana localidad de Solana de los Barros, allí he de ponerme de nuevo a hacer “dedo”, mientras tanto en la otra dirección unos amigos de Badajoz van al pueblo a dar la nueva noticia a sus familiares sobre un embarazo muy deseado; les doy la enhorabuena y sigo mi camino, ya que he de arreglar unos papeles de forma inevitable, si quiero evitar el servicio militar.
Tengo suerte, un tío me invita a acercarme a Badajoz con él, su coche no es ni el mas nuevo, ni el mas limpio de los que me he montado, pero tampoco soy muy escrupuloso así que tiro p’alante. El tramo hasta llegar al cruce con la nacional (en ese año todavía no existía la autovía) que son unos 25 kilómetros por una carretera bastante solitaria, fueron tranquilos, de conversación ágil y hasta agradable, pero con una sorpresa, mi voluntario conductor es un camello y va a uno de los barrios marginados de Badajoz, por la zona de El gurugú a “reponer” mercancía y venderla por Hornachos, que es de donde era este hombre.
Ya iba yo un poquitín desconfiado, cuando encima al tío le da por adelantar con muchísimo tráfico, pues ya habíamos pasado a la carretera nacional, a camiones e importándole un pimiento que viniese otro camión de frente “ya se echará para el lado” decía él tranquilamente, eso una y otra vez hasta que llegamos a Badajoz. No hace falta decir que yo tenía un nudo en el estómago y ni hablaba, ni quería mirar la carretera, esos kilómetros se me hicieron eternos. En cuanto entramos en la ciudad y vi un semáforo, le dije que parase, que ya iba yo andando a la Caja de Recluta. El tío debía de estar entusiasmado conmigo, pues me dijo que si quería podía acercarme de vuelta al pueblo; yo solamente asenté la cabeza y me dije para mis adentros “que una y no más, Santo Tomás” y no le volví a ver ya en mi vida.
Me ahorré 500 pesetas del viaje en el autobús de Almendralejo a Badajoz, pero enseguida me arrepentí de haber sido ahorrador. Uf y después dicen que hay que tener cuidado con los autoestopistas, pero hay algún que otro conductor que sí que tienen peligro...
Estoy convencido de que hay muchas anécdotas de este tipo, ¿os atrevéis a comentarlas?
¿Y como hiciste eso de Barcelona-Milán en solo 6 horas y haciendo dedo, FBH?
ResponderEliminarPues se trata de compartir y de reir con estas historietas en plan abuelo cebolleta. Aunque puede que a alguno no les guste, pero así semos en Letrinas.
Saludos,
Jajaja, eludiendo el ejército casi acabas en el trullo, o peor, en el camposanto,juas¡¡¡
ResponderEliminarYo una vez llevé a un viejo a Aceuchal, y estuve a punto de hacerle bajar a mitad del camino, ¡El tío "jedía" más que una abubilla¡!Y encima no me dio ni las gracias, el hijo...