Como bien apunta uno de nuestros comentaristas anónimos, sería ridículo pretender juzgar las partidas por sus resultados y no por la calidad que en sí mismas puedan atesorar. Tan absurdo es despreciar una contienda por el hecho de acabar en tablas como renegar de ella porque ganen las negras en lugar de las blancas o las blancas en lugar de las negras o las negras en lugar de las negras o las blancas en lugar de las blancas, o que sé yo que yo ya no sé ni lo que me digo. Y eso por más que al seguidor deseoso de novedades le impaciente tanta indefinición en el marcador o en la correlación de los términos. No lo niego ni lo dudo, pero tan cierto como que me estoy mordiendo el pulgar mirando hacia ellos es que esta gente no deja de hacer tablas unas detrás de otras. Más aun, apuesto lo qué sea y con quién sea a que hoy también las firman. Lo cual, se quiera o no, resta gran parte de emoción a las partidas.
No fue mala del todo la primera, aunque la posición alcanzada por las negras después de la apertura auguraba mejor destino del que nos ofrecio Gelfand bajo la excusa de no ver claro el camino hacia la victoria. Un camino que pasaba, por si no lo sabías, hijo mío, por pelear la partida hasta el final y no por ceder las tablas a las primeras de cambio. Peor aún fue la segunda, dónde en ningún momento se les vió con ánimo de entrar realmente en el cuerpo a cuerpo.
Recordando lo que fue la final del torneo de candidatos, y viendo lo que han sido estas dos primeras partidas del mundial, da la impresión de que ya no quedan ajedrecistas dispuestos a arriesgarse en lo más mínimo, gente capaz de reencarnar dignamente el espíritu, por ejemplo, de un Tal, que siempre andaba presto a jugarse el todo por el todo en lineas seguramente inferiores con las que, sin embargo, obligaba, y de qué manera, al contrincante a una muy precisa y muy complicada refutación sobre la marcha. Hoy por hoy ya nadie se sale del guión establecido y parece que a todos les vale y les sobra con esperar el error del contrincante, y si este no llega, aquí tablas y después gloria.
Dicho esto, cabe preguntarse a cuento de qué viene esta perorata. Pues muy sencillo, como si fuera una especie de conjuro o de sortilegio, estoy tratando de invocar la maldición del comentarista, a ver si hay suerte y ahora salen estos dos y me dejan a la altura del betún con una partida realmente digna de un campeonato del mundo. Aunque no tengo yo muchas esperanzas de que vaya a funcionar el truco...
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Todos anhelamos esa partida que nos hipnotize, que digas, paso de ir a comer a casa y me quedo viendo en directo la partida. Todos querríamos que hubiese un Tal atacando y un Korchnoi defendiendo y luchando por llevarse el punto entero, pero, parece que esos jugadores eran únicos en espíritu de lucha. Todo esto se le debemos a los programas informáticos de ajedrez...
ResponderEliminarEl ajedrez está acabado. El juego del futuro, o ya del presente, es el Texas Hold´em (yo lo prefiero con límite).
ResponderEliminarCuestión de formas, tú deja que se celebren un par de torneos en Madrid-Las Vegas con las reglas "ligeramente modificadas" de Sheldon Adelson y ya verás...
ResponderEliminarLa verdad estoy bastante conforme con las tablas de hoy, Anand arriesgo bastante, todavia tengo la esperanza de que Gelfand juege una india de rey.Me gusto mucho lo que escribiste, y creo que no es el ajedrez quien esta acabado, estan acabados los jugadores.Yo como ajedrecista no busco que todas las jugadas sean las mejores, ni tampoco que sean buenas, busco una partida emocionante donde dos colores se odien a muerte y luchen hasta quedarse con los reyes desnudos.No soy partidario de juzgar una partida porque habia mejores variantes o porque un bando estaba perdido y termino ganando, eso es justamente lo que mas me atrae de este juego infinito.
ResponderEliminarQuien te mando ese libro soy yo, me alegra que lo hayas tenido en cuenta.
Saludos, Nicolás.
si no buscas buenas jugadas, ni jugadas brillantes, estas encerrado en la derrota, no puedes ganar una partida si no haces buenas jugadas, mejores que las del otro bando
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