viernes, 31 de agosto de 2012

La gabardina ocre



No hay cine negro sin gabardina ocre. No hay detective, polícia, criminal,  informador o regente desencantado del local de moda en Casablanca que  valga la pena si no se la enfunda. Como un traje reglamentario, como el uniforme de trabajo. Lo sabía Huston, lo sabía Hawks, lo sabía Tourneur, lo sabía Curtiz y hasta Allen y Ross lo tuvieron claro. Pero nadie lo supo mejor que Jean-Pierre Melville.

Para Melville la gabardina era su cine; era la trama y el tema, el protagonista y el antagonista, el fondo y la forma, la épica, la lírica y la prosa. La disfrazó de Duchesne en Bob el jugador, de Belmondo en El confidente, de Ventura en Hasta el último aliento, de Delon en El silencio de un hombre (El samurai),  de Montand en El círculo rojo, y la vistiera de quien la vistiera siempre era ella y sólo ella: la gabardina ocre. A todos les infundió porte y dignidad;  a todos los arropó y los mantuvo a salvo de la inmundicia  y la maldad que los rodeaba. Durante 140 minutos los hizo inmortales. Después a todos les descerrajaron por la espalda el balazo traicionero en el fatídico minuto final. Inconvenientes del crimen nunca paga.

Sí, la gabardina también sufre, sangra y se muere. Pero sólo en la ficción. En la memoria perdura para siempre.





6 comentarios:

  1. Ey, no nos olvidemos de dos insignes gabardineros: Peter Falk y Johan Cruyff.

    Está mal que me dé la razón yo mismo, pero qué bueno el cine de Melville.

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  2. Le tengo mucho cariño a mi gabardina.

    Colombo

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  3. Oye Pedro, mañana es un buen día para seguir con nuestro cine de verano, el JL está por aquí, y el cine de gabardina me gusta también, es una propuesta muy interesante...

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  4. vaya vaya, tendré que hacerme con una gabardina :D

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  5. Por mí bien, Paco. ¿A qué hora?

    Ana, además de elegante viene muy bien ahora que se acerca el frio (¡el IVA al 21%!). No conozco a nadie que use gabardina que se haya costipado jamás. O mejor dicho, no conozco a nadie que use gabardina.

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  6. Se me olvidaba, echa los altavoces en el morral...

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Como no me copies te pego

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