Viaje a Italia, y además a una Italia especialmente hermosa, pero sobre todo viaje al pasado. Un pasado enquistado que no permite a los personajes avanzar en el presente. Ian no puede superar el trauma de la esterilidad causada por una herida de guerra en Vietnam y no deja de rumiar la posibilidad del hijo que pudo tener y nunca tuvo con Shirley. Por su parte Art parece incapaz de sobreponerse a la alargada sombra que proyecta sobre él la figura de Shirley, sin duda la personificación de un ideal del que su compañera Maureen se situa a mil leguas de distancia. Y Shirley, la bella, enérgica y contradictoria Shirley, siempre incapaz de decidir o de comprometerse, siempre huyendo de sí misma...
En medio del trio, la niña Keo, camboyana que sueña con escapar a los Estados Unidos. Keo representa para los tres la última oportunidad de dejar atrás el pasado, la posibilidad de la renovación a través de un vida nueva y fresca que les permita olvidar las viejas heridas. Pero también supone para ellos una apuesta muy elevada, el riesgo de terminar de enquistar para siempre esas mismas heridas. Un juego del que saldrá triunfante quien sea capaz de poner más de su parte, de mirar hacia adelante, de destrabar definitivamente el pasado y volver a vivir en el presente. Para él serán todas las recompensas...
Y para nosotros, lectores intrépidos que no le tememos al ritmo pausado y al tono intimista, la maravillosa travesía por Italia con la que nos obsequia Cosey. Desde luego da gusto pasearse de su mano por el país transalpino. Sólo por eso estaría ya más que justificada su lectura, pero ojo, no sólo en eso encuentra su justificación...
Y para nosotros, lectores intrépidos que no le tememos al ritmo pausado y al tono intimista, la maravillosa travesía por Italia con la que nos obsequia Cosey. Desde luego da gusto pasearse de su mano por el país transalpino. Sólo por eso estaría ya más que justificada su lectura, pero ojo, no sólo en eso encuentra su justificación...
A veces leo un cómic demasiado rápido, y si ha resultado ser bueno, me siento culpable, ya que considero que leerlo tan deprisa es menospreciar el dibujo. Bueno,en fin, al menos me queda el consuelo de que, si es bueno y me ha gustado, siempre suelo releerlo.
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