viernes, 17 de febrero de 2012

El Eternauta (versión 2) de Oesterheld y Breccia


O cómo echar a perder una obra maestra porque alguien dice no distinguir los rostros... Sí, sé que fue sólo la excusa que se buscaron para sabotear una historia que incitaba a la lucha activa, a morir de pie y con las botas puestas, a no reírle las gracias a los que mandan... Pero desde luego que el tal Carlos Fontanarrosa se lució para la posteridad con su carta: 

"... Que me disculpe Breccia, un gran dibujante y diría artista, pero nosotros en nuestra misión de lograr comunicación no debíamos habernos entregado a la forma estética de su dibujo, que por momentos la hizo ininteligible. Aquí también la forma, el adorno, el medio, se convirtió en fin y quedó a mitad de camino nuestra intención. 

Me vino a la cabeza esta autocrítica, porque cuando veo una cosa bien hecha, directa, firme, que va al nudo del asunto y abandona florilegios y pequeñeces para llegar, me entusiasma. Eso es tener rigor, verdadero rigor, sea artístico o periodístico. Cuando nos dejamos invadir por contemplaciones secundarias, adiós objetivo."

Que me disculpe el tal Fontanarrosa, pero lo suyo no tiene perdón de dios. Esta nueva versión de El Eternauta llevaba marchamo de clásico imperecedero... un Oesterheld más contenido en el uso de la prosa; más comprometido y más consciente del valor contestatario de su metáfora de la invasión exterior. Pero sobre todo un Breccia en verdadero estado de gracia. De Breccia admito que me gusta todo, pero aun así me queda la impresión de que aquí estaba incluso un punto por encima de su nivel habitual. Y eso son palabras mayores.

¿Qué es poco claro en su dibujo? No es verdad, se le entiende todo. Pero aunque lo fuera, sus claroscuros poseen tal fuerza que  compensan sobradamente cualquier inconveniente que le queramos atribuir. Da pena ver terminar una obra como ésta, que pudo ser algo  realmente grande, haciéndolo de tan mala manera,  sobrevolando apenas todo aquello que debería haber desarrollado con pausa;  líneas argumentales completas condensadas al espacio ínfimo de una viñeta, acontecimientos centrales que sólo pueden ser referidos en texto, y el equilibrio narrativo que salta por los aires hecho añicos, reventado por las imposiciones editoriales y la censura política.

Una verdadera lástima, aunque nadie podrá robarnos el placer de revisitar una y otra vez estas pocas páginas que nos legaron para siempre el genio de Osterheld y Breccia.

Ejem... aquí un enlace para la mula.

1 comentario:

  1. Gracias por la recomendación, creo que lo tengo por ahí, hora de releerlo¡¡¡

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Como no me copies te pego

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