Si el cómic checo no fuera ya de por sí lo suficientemente desconocido por estos lares, qué decir de un autor tan misterioso y desconcertante como el mítico Jaroslav Havle, que apenas escribió y dibujó un tebeo antes de abandonar el mundo del arte para dedicarse al estudio de la medicina natural. No es de extrañar que una obra maestra de la talla y la envergadura de La sartén por el mango, que de pertenecer a cierto barbudo inglés que todos conocemos ya estaría elevada a los altares, nos suene más a programa de cocina de la dos que a noveno arte. Y más si tenemos en cuenta que su última edición en castellano se remonta al lejanísimo y preconstitucional 1974.
La sartén por el mango nos situa ante un relato clásico de búsqueda y descubrimiento, de despertar a los misterios insondables de la existencia, de iniciación agridulce en los placeres y en las heridas del amor. Hugo ha vivido sus primeros diez años cómodamente instalado en el seno protector de una acaudalada familia burguesa, pero tras la muerte de todos sus miembros en las revueltas que dieron origen a la Revolución Rusa no le queda más remedio que abandonar precipitadamente su infancia y empezar a valerse por sí mismo. En esta situación angustiosa el muchacho, apenás un crio, entrará en contacto con una serie de personajes pintorescos que le irán desvelando la verdadera cara de la existencia: la pobreza, la miseria moral, la crueldad gratuita y la depravación sexual que asolan las calles de la Rusia revolucionaria le darán la bienvenida en su nuevo estatus de adulto forzoso. Pero Hugo, rebosante de inteligencia e ingenio, aprenderá pronto a mantenerse a flote entre dos aguas, cediendo lo justo para asegurar la supervivencia del cuerpo y aprendiendo formas ocultas de rebelión con las que asegurar la del alma. En este contexto se hace especialmente interesante la compleja relación de amor-odio que entabla con Amire, una hermosa joven que antaño fuera vecina de su familia y que ahora trabaja para la policía secreta del terrible MVD. Sin embargo lo que en principio debería ser para la implacable Amire un trabajo sencillo pronto se transformará, gracias a la inteligencia y al encanto de Hugo, en una cacería apasionante, en un juego de apariencias y medias verdades en el que el lector nunca tiene claro quién es el depredador y quién la presa; en el que el enigmático mango de la sartén irá rotando de un extremo a otro para forzar a ambos personajes hasta los límites últimos de su propia identidad. Finalmente, hecho inevitable, acabará por hacer acto de presencia la muerte, representada en el suicidio involuntario del pastor Oblomov, con el que se da termino al vertiginoso toma y daca de los amantes enfrentados. Una conclusión que hace pensar en el carácter destructivo de toda relación humana y en la imposibilidad de retener más que por un breve periodo de tiempo a los seres queridos.
Pero si por algo destaca verdaderamente el trabajo de Havle, más allá de la complejidad de sus argumentos y la profunda humanidad de sus personajes, es principalmente por la poderosa impronta que deja en cada viñeta su dibujo, capaz de combinar con armoniosa naturalidad la fuerza descontrolada de los colores y líneas de un Kandinsky con la sencillez elegante, casi de infancia tierna, de un Miró. Un placer sublime para los sentidos que nos obliga a preguntarnos que nuevas maravillas nos hubiera podido ofrecer este demiurgo en viñetas de no haber abandonado tan tempranamente su pasión por el cómic. Pero eso pertenece ya al limbo de lo no historiable.
Puntuación: 11 (Se me sale de las escalas)
La sartén por el mango nos situa ante un relato clásico de búsqueda y descubrimiento, de despertar a los misterios insondables de la existencia, de iniciación agridulce en los placeres y en las heridas del amor. Hugo ha vivido sus primeros diez años cómodamente instalado en el seno protector de una acaudalada familia burguesa, pero tras la muerte de todos sus miembros en las revueltas que dieron origen a la Revolución Rusa no le queda más remedio que abandonar precipitadamente su infancia y empezar a valerse por sí mismo. En esta situación angustiosa el muchacho, apenás un crio, entrará en contacto con una serie de personajes pintorescos que le irán desvelando la verdadera cara de la existencia: la pobreza, la miseria moral, la crueldad gratuita y la depravación sexual que asolan las calles de la Rusia revolucionaria le darán la bienvenida en su nuevo estatus de adulto forzoso. Pero Hugo, rebosante de inteligencia e ingenio, aprenderá pronto a mantenerse a flote entre dos aguas, cediendo lo justo para asegurar la supervivencia del cuerpo y aprendiendo formas ocultas de rebelión con las que asegurar la del alma. En este contexto se hace especialmente interesante la compleja relación de amor-odio que entabla con Amire, una hermosa joven que antaño fuera vecina de su familia y que ahora trabaja para la policía secreta del terrible MVD. Sin embargo lo que en principio debería ser para la implacable Amire un trabajo sencillo pronto se transformará, gracias a la inteligencia y al encanto de Hugo, en una cacería apasionante, en un juego de apariencias y medias verdades en el que el lector nunca tiene claro quién es el depredador y quién la presa; en el que el enigmático mango de la sartén irá rotando de un extremo a otro para forzar a ambos personajes hasta los límites últimos de su propia identidad. Finalmente, hecho inevitable, acabará por hacer acto de presencia la muerte, representada en el suicidio involuntario del pastor Oblomov, con el que se da termino al vertiginoso toma y daca de los amantes enfrentados. Una conclusión que hace pensar en el carácter destructivo de toda relación humana y en la imposibilidad de retener más que por un breve periodo de tiempo a los seres queridos.
Pero si por algo destaca verdaderamente el trabajo de Havle, más allá de la complejidad de sus argumentos y la profunda humanidad de sus personajes, es principalmente por la poderosa impronta que deja en cada viñeta su dibujo, capaz de combinar con armoniosa naturalidad la fuerza descontrolada de los colores y líneas de un Kandinsky con la sencillez elegante, casi de infancia tierna, de un Miró. Un placer sublime para los sentidos que nos obliga a preguntarnos que nuevas maravillas nos hubiera podido ofrecer este demiurgo en viñetas de no haber abandonado tan tempranamente su pasión por el cómic. Pero eso pertenece ya al limbo de lo no historiable.
Puntuación: 11 (Se me sale de las escalas)
Habiendo hablado con quien yo me sé de la reseña entendida como otra forma de practicar el vicio de la ficción, no me resisto a compartir aquí este modesto ejercicio de reseñismo apócrifo, en la línea y en la tradición, pero sin ánimo de ofender, de Jorge Luis Borges, de Stanislaw Lem o de tantos y tantos otros.
ResponderEliminar(A saber qué miden esas escalas)
ResponderEliminarLeída hasta el final, te diré que sigo sin ser fan de las viñetas, pero que lo "vendes" tan bien que terminaré comprándolo...
Pd. A saber con quién hablas...
Dos hojeras preciosas.
(Mi nivel de incompetencia, sin duda)
ResponderEliminarAdemás lo vendo baratito, accesible a culquier bolsillo...
Pd. Malas compañías, seguro.
Un guiño de hojo.
Alan me sigues sorprendiendo con tus fascinantes historias sobre cómic, sobre historias de cómic distintas a las que los comunes mortales conocemos.
ResponderEliminarNo tendrás algo del cómic eslovaco, por pedir que no quede. jeje
Me encantan los comics... y a este tipo no lo habia oido nunca... Tiene una pinta cojonuda. Lo buscare... Espero k este en castellano...
ResponderEliminar;-)
No, buendía, creo que no tengo nada, pero supongo que algo me puedo inventar.
ResponderEliminarOliver, no te desgastes mucho buscandolo, es una reseña apócrifa, ni existe el tebeo ni existe el tipo ni lo abandonó toda para estudiar medicina natural. Lo siento, de verdad.
Alan, no te da pena jugar con los sentimientos e ilusiones de Oli, ven oli que yo te consuelo :P
ResponderEliminarPues si, Alan, has jugado con mis sentimientos de friki del comic... y estoy hecho polvo...
ResponderEliminarPepinillo, ¿podras ocuparte de k Alan me desagravie de alguna manera?
;-)
Esto está hecho, pide por esa boquita.
ResponderEliminarPrefiero k makines tu la venganza. Se k estara a la altura de mis deseos.
ResponderEliminar;-)
Jajajajajajja ummm crees que conozco tus deseos?
ResponderEliminarBueno, sí, los conozco.