martes, 16 de agosto de 2011

Música Clásica (17): Rachmaninov y Lisitsa

El destino o el albur, según las convicciones que cada uno profese, quiso que Rachmaninoff pudiera completar su formación como pianista y compositor. Duras fueron las circunstancias familiares que tuvo que atravesar en su andadura musical, situación económica penosa y relaciones parentales dramáticas. Sobrevivió a todos los inconvenientes y fue reconocido por sus maestros como un talento natural abrumador; sin embargo, no fue fácil para él convencerles para que sus elevadas dotes de pianista no laceraran su futuro como compositor. Su primera sinfonía, obra con la que habría de darse a conocer al mundo, fue un fiasco absoluto, aunque no por motivos intrínsecos a la composición sino debido a que Glazunov -delicioso su concierto para violín y orquesta, por cierto-, que dirigía el concierto apareció ebrio y la orquesta tocó sin ton ni son. Pero el talento se abre camino, al final; o eso dicen. Tras una depresión profunda, que casi acaba con él, se puso en las manos de un afamado psiquiatra que lo trató durante un año, con resultados que habrían de dar un vuelco a la historia de la música. Al doctor Dahl dedicó Rachmaninoff su concierto nº 2 para piano y orquesta, cuyo primer movimiento, curiosamente, fue el último en ser escrito.

Sé que hay entre los letrinos grandes admiradores de esta pieza, espero que la disfruten en las dos primeras de las tres propuestas de esta noche. Para empezar, oiremos el primer movimiento de la pieza, sin orquesta, a la excelente pianista Valentina Lisitsa (que si no conocíais ya estáis tardando para buscarla por ahí: una maravilla), en algo que su marido, también pianista, y ella llaman el Rachmaninoff's Project: a saber. Luego, volveremos a escuchar el mismo movimiento también con Lisitsa pero esta vez de la manera tradicional, acompañada por la orquesta. Finalmente, no he podido resistirme a dejar caer aquí el Preludio en sol menor, Op. 23, de gran vigor.

Aunque suele conocerse a Rachmaninoff mayormente por sus composiciones para piano, merece la pena, si hay algún espíritu inquieto en la sala, escuchar sus Danzas sinfónicas, última obra que compuso antes de fallecer, dedicada a Eugene Ormandy (hay una grabación en el Tubo que dirige el propio Ormandy...; no digo más).

Buenas noches, ágil glissando.




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