No quise decir nada antes porque tampoco quiero que penséis mal de mí, y además es un problema que tendré que resolver por mi cuenta, pero lo cierto es que últimamente me sucede con alarmante frecuencia: es escuchar los vibrantes acordes de Cesar Franck en la viril interpretación de Arthur Rubinstein -vamos, lo de la cuarta entrega del Adolfo- y de inmediato se me viene a la mente el asalto segundo -sólo el segundo- del Terry Norris VS Troy Waters. Supongo que debe ser por la virulenta energía que deprenden tanto unos como otros, por ese maravilloso cuarteto para dieciséis cuerdas que conforman todos juntos, con su ritmo endemoniado en el que se suceden notas y puños, o puños como notas y notas como hostias... Y eso que se suponía que Norris -el morenito- no debería encontrar resistencia en los guantes de Waters -en verdad se le vino abajo en el tercero- pero joder, menudo segundo asalto, de lo más espectacular que pueda recordarse:
Quiero creer que tres minutos, además de esta intensidad, no se os harán intolerables, que podréis con ellos, pero en fin, por si acaso os los endulzaré con los propios acordes de Franck y Rubinstein. Música clásica y boxeo, qué maravilla, el maridaje perfecto:
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