martes, 27 de junio de 2023

Ruta mochilera por Bohoyo

Poza de la Sirenita

Por 3ª vez hacemos esta ruta los mochileros que solemos ir por la sierra de Gredos a finales de primavera.

Se han unido a nuestra causa dos nuevos compañeros,  Juli y Víctor, el primero intentó venir en años anteriores, pero por cuestiones laborales no le cuadró nunca la agenda. Víctor estaba en la misma dinámica que Juli, pero mira por donde, después de suspender el viaje esta primavera en dos ocasiones, finalmente a la 3ª pudimos ir todos. 

Y la primera vez en 24 años que no voy junto a Juan en el coche dirección Gredos. Ya que él salía desde Madrid con Juanfran y Roberto. Además de Víctor, en el coche de Juli, iba también Míkel, un clásico en estos viajes. Solo nos quedaba recoger a Diego en Hervás y ya podíamos proseguir el viaje hasta la localidad avileña de Bohoyo. 

Y aquí surgió la 1ª circunstancia anómala del viaje, como teníamos que recoger a Diego y llegamos antes que él, nos tomamos un refresco en la cafetería del hotel, iba a pagar yo, pero Víctor me dijo que quería cambiar el billete de 50€, así que pagó y nos fuimos. Pasando Béjar, me dice Víctor, hostias Paco, que me han dado la vuelta de 10€, en vez de 50€, así que llamó a la cafetería y quedaron en que le llamarían en cuanto hiciesen la caja del día. Pero claro, en la montaña no había cobertura, y Víctor vio como 40€ le habían volado del bolsillo por no estar atento.

Allí llegamos antes que el grupo de Madrid, así que nos dio tiempo a comer algo y calzarnos las botas, más terminar de preparar la mochila. Cuando llegaron ellos, presentamos a Roberto a los dos nuevos. Justo en ese momento llegó un enorme grupo de 30 chicos y chicas que también se disponían a hacer una ruta desde Bohoyo. La vez que más gente he visto en esa ruta.

Juli, Roberto, Juanfran y Paco

El día era muy caluroso, y a pesar de que íbamos en la 1ª parte por una zona boscosa, el sol estaba bajo y se filtraba entre los árboles y nos daba caña. Las conversaciones se sucedían con naturalidad, el tema principal era la enorme mochila de Juli, que pesaba muchísimo, ya que la inexperiencia le llevó a echar comida en exceso y se dio el lujo de echarse unos botellines de ron, para la primera noche, junto a un poco de hielo, ya tenía el material para unos cubatas...

La zona de robles, más el río Bohoyo sonando, y los tomillos por todos lados me hizo ir sin notar que avanzaba, también el ir cambiando de compañero en la subida me hizo muy llevadero el llegar al refugio de La Longuilla, que era nuestro objetivo del primer día. Allí también estaba una pareja, un hombre de Gargáligas (Badajoz) y su mujer de Suiza, con la que pasamos las dos tardes-noches, en un ambiente muy agradable.

Esa noche vimos a Juli prepararse los cubatas, a Míkel alejarse para encontrar un lugar cómodo donde dormir y evitar los sonidos guturales de ciertos compañeros. Diego y yo preferimos dormir dentro en la zona hablitada con tablas. El resto fuera alrededor del refugio para ver las estrellas, lo que pasa es que la valla que rodea la parte frontal del refugio limita mucho el espacio, así que en esa zona solo cabían tres mochileros, por lo que Roberto y Juli salían fuera de la "protección". Después de la cena quedamos en que íbamos a acostarnos pronto para madrugar mucho y así hacer la 2ª jornada y que el sol nos castigase lo menos posible.

Refugio de La Longuilla

Pero hubo varios factores que  nos hicieron dormir menos de lo planeado. Lo primero las ganas de charla de Juan, Víctor y Juanfran, cuando parecía que ya iban a dormirse, apareció un zorro e intentó llevarse algunas cosas; lo 1º que atacó fue la bolsa donde Juli tenía la basura, y también le mordió el saco, pero como Juli no lo soltaba, cambió la estrategia y se fue a por las botas de Víctor, y Víctor notó como se las llevaba el animal y nuestro amigo se quejaba lastimeramente "¿pero qué hago yo sin botas en la montaña?" Así que Juan y Juanfran se pusieron en plena noche a buscar a las susodichas, la 1ª apareció rápido, y la otra dio la casualidad que Víctor se tropezó con ella. Así que resuelto eso, había que narrar la experiencia al menos 45 minutos más... También hizo que Roberto y Juli se metiesen en el refugio, para evitar las molestias del zorro. 

A las 6 de la mañana nos levantamos y una hora después ya estábamos en marcha, las aves estaban muy cantarinas sobre todo los roqueros solitarios, más arriba varios escribanos hortelanos, acentores, collalbas grises, la lavandera cascadeña siempre subiendo y bajando la garganta del río, y en el cielo la poderosa águila real.

Estaba disfrutando de todo eso cuando llego a la altura de Diego, que nos dice que ha notado como en el gemelo tenía un enorme dolor, como si de una rotura de fibras fuese, así que se volvió al refugio de La Longuilla tranquilamente. El resto seguimos en dirección al refugio de El Belesar, antes nos encontramos con el grupo de jóvenes que estaban recién levantados o haciéndose el desayuno. Míkel y yo hacíamos de avanzadilla, detrás Juli y Roberto, y mas atrás Juanfran, Víctor y Juan, (este sufriendo las consecuencias de no tener una rutina deportiva durante el año). Así que para no dejarle muy atrás (a Juan) de vez en cuando parábamos a tomar agua y darle unos ánimos. Pero "me está costando la vida" era lo único que repetía Juan. Y yo "vamos, Juan..." Nos pasaron todos los jóvenes, hasta los más lentos, pero le acompañé hasta el final, (esto es el compañerismo en la montaña). Media hora después que nuestros compañeros, llegamos Juan y yo, y me sorprendió ver que habían ocupado el refugio unos chicos, que llevaban varios días allí y por lo visto les da derecho a estar allí y evitar que entre nadie más. En todos los años que llevo haciendo estas rutas, es la 1ª vez que veo tal comportamiento incívico, y tan poco considerado, ya que el calor era durísimo, en la zona no había nada de sombra, solo la del refugio. Recuerdo muchos años atrás en Pirineos, como en el único refugio que había, cabíamos todos para dormir, con el único espacio para poner la esterilla y el saco de dormir. Y no pasaba absolutamente nada por compartir el espacio. A pesar de eso, Roberto les ayudó por que una chica del grupo se encontraba mal. No todos somos iguales.

Estaribé
Víctor tenía una capa de agua, cogimos los bastones y unas cuerdas e hicimos un estaribé, para tener sombra. Allí estuvimos cinco horas. Esperamos a que Míkel y Roberto subieran a la portilla de cinco lagunas, y después de que comieran iniciamos el descenso, ya que no veíamos la posibilidad de hacer noche en ese refugio. Cuando salíamos, los "ocupantes del refugio" nos decían que ellos iban a bajar ya hacia los siguientes refugios y que podíamos quedarnos allí si queríamos... Juan les dijo que ya habíamos decidido bajar, y que gracias, pero no nos interesaba... Sin embargo, insistían en saber en qué refugio íbamos a quedarnos, y nosotros le dijimos que dependíamos de la situación de Diego del que no teníamos noticias y no sabíamos si estaría en La Longuilla, o en La Secá...

Roberto, Juli y Míkel que salieron antes, pararon en el río a bañarse, los demás ni nos lo pensamos, les imitamos y la verdad es que nos refrescó el cuerpo y nos dio mucha vitalidad. Esos 45 minutos, hicieron que los "ocupantes" nos alcanzasen, y un par de ellos, se pusieron a andar como si no hubiese un mañana, estaba clara su intención, llegar antes que nosotros al refugio y desplazarnos al siguiente... Uno que ya es veterano en estas lides, me piqué como hacía décadas que no me picaba en estas cosas del caminar, y me puse poco a poco a acelerar el ritmo en el descenso, llegué a la altura de Juli, el cual me comentó que uno de los dos jóvenes que iban por delante había metido el pie en una zona embarrada y su amigo tuvo que meter los brazos dentro del barro para sacarlo del barrizal. Así que pude relajarme  un poco, pues ya íbamos por delante de ellos. Ya solo faltaba que no nos alcanzasen, por que ellos no aflojaban el ritmo. Cuando llegamos Juli y yo al cruce de La Longuilla grité a ver si estaba Diego, y así era, entonces ya me relajé definitivamente y entonces me vino el cansancio de golpe, sobre todo el esfuerzo en las rodillas. Ellos se quedaron mirando en el cruce, pero viendo que éramos  muchos, siguieron hacia adelante.

Fuente de los Serranos

A los diez minutos, llegó el resto del grupo, y todos preguntaron por la lesión de Diego; nos dijo que había descansado bien, y se puso unas cremas que con masajes le reducieron el dolor. Al estar ya todo el grupo, más nuestros vecinos, Víctor y Maggie, hubo muchas charlas interesantes, aunque a veces creo que ellos llegaban a ver demasiadas conspiraciones, algo en la que Roberto, Diego ni yo estábamos de acuerdo. En cierto modo me cansé del debate, y cogí el prismático y me puse a mirar a ver si veía a la curruca tomillera que estaba cantando, pero estaba oculta entre las retamas y no era capaz de dar con ella.

Finalmente me fui a cenar, y después me eché a dormir pero sin saco ni nada, del cansancio que tenía. 

A la mañana siguiente, nos levantamos más tarde, pero Diego previendo que iba a ir mucho más lento que nosotros, se adelantó al menos una hora a nuestra salida. Mientras, preparábamos el primer desayuno del viaje, que por cierto, el café me supo peor que nunca, ya para el próximo viaje me llevo yo algo  de más calidad que los solubles esos. Antes de salir, me acerqué con Roberto a ver los abedulares que había en un torrente un poco más arriba. Qué lugar tan bonito, qué frescor, qué alegría ver esta especie de árbol y rodeado de chochines y pinzones cantando. Una maravilla.

Juanfran y Diego

Ya solo quedaba terminar el descenso hasta los coches. Llegamos a alcanzar a Diego, que estaba echado en la hierba junto a Míkel, dentro del enorme robledal con las aves cantando muy cerca. Posiblemente Diego viera una pareja de quebrantahuesos, pero en esta ocasión no se trajo sus binoculares, así que es algo sin confirmar. Después de ese descanso el grupo se dividió, y los más jóvenes e inexpertos se fueron directos al coche, pero yo avisé a Juan de que me quería dar un baño en el río, donde años atrás lo hicieron ellos en la movida con los americanos. Era una cuenta pendiente. Juan intentó avisarles, pero iban demasiado adelante. Así que nos bañamos los más veteranos; Roberto, Diego, Juan y yo. He de decir que el agua estaba mucho más fría que el día anterior, ¿sería por la hora? ¿porque hacía menos calor? finalmente nuestro cuerpo tras diez minutos en el agua se aclimató. 

Míkel en Portilla 5 Lagunas

Frescos, llegamos al coche y nos acercamos al primer bar a tomarnos unas jarritas de cerveza, que entraron maravillosamente, después bajamos al río a comer, seguidamente de unos cafés con hielo (este sí estaba bueno) y nos fuimos ya a Almendralejo a disfrutar de los 40º a la sombra.

¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

Como no me copies te pego

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