Desconsolada, su esposa Paulina murió de pena seis meses después de que falleciera Richard Strauss. Niño prodigio, de inaudito talento para componer, mereció el juicio de Gould significándolo como la figura musical más descollante del siglo XX. Conocido sobre todo por sus poemas sinfónicos y sus óperas, terreno en el que a partir del XIX tan sólo Wagner está a su altura, compuso también excelentes conciertos de viento que recuerdan el espíritu del gran Amadeus - el de oboe produce embeleco desde la primera nota-. Tengo una especial inclinación por la música de Strauss, que comparto con el romanticismo tardío alemán en general. No sé si uno debe disculparse por cosas así pero, si alguien lo considerara necesario, no tengo inconveniente en hacerlo. En fin...
Para esta velada he seleccionado su ópera Salomé, basada en la obra homónima de Oscar Wilde. La pieza es sobrecogedora y recuerda a las grandes tragedias de los clásicos griegos. El amor no correspondido de Salomé por el profeta Juan el bautista, tendrá como consecuencia la venganza de ésta, de una virulencia tal que todas las fuerzas de la Naturaleza juntas, desatadas en su plétora de violencia e intensidad, apenas compensarían el anhelo destructivo de esta mujer desairada que odia en correspondencia exacta y simétrica al alcance de su amor instintivo, animal y orgánico, como el humus de la madre Tierra. El resultado de esta combinación de amor y odio sin tasa ni medida lleva a la protagonista, en una de sus últimas intervenciones, a declarar en una frase, a la cabeza sin vida de Juan, lo que tal vez sea la esencia de la obra en su conjunto; expresión, por lo demás, de toda una época, el romanticismo tardío, cuya cosmovisión o Weltanschauung queda glosada así: "El misterio del Amor es mayor que el misterio de la Muerte". Estremecedor clímax en donde se alcanza una lucidez inconcebible instalada más allá del delirio.
Se ofrecen dos momentos de ópera en tres vídeos: En el primero, el episodio en que Salomé le declara su amor a el bautista, siendo rechazada en nombre del cielo, la virtud, la gloria y no recuerdo ahora cuantas cosas más. Tremendo el momento en que Salomé adquiere conciencia de que ha sido rechazada. En los dos siguientes vídeos, la secuencia final en la que tras bailar para Herodes y exigir la cabeza de Juan en una bandeja de plata -exigencia que el rey no logra torcer ni ofreciendo la mitad de su reino a cambio-, Salomé besa los labios del muerto culminando su venganza y exhibiendo la magnitud de su amor, que no teme presentarse como pura locura al servicio de una Lógica espantosa.
Inconmensurable la interpretación de Teresa Stratas, bajo la batuta de Karl Böhm. Que lo disfrutéis.
Buenas noches; que empiece la función.
Para esta velada he seleccionado su ópera Salomé, basada en la obra homónima de Oscar Wilde. La pieza es sobrecogedora y recuerda a las grandes tragedias de los clásicos griegos. El amor no correspondido de Salomé por el profeta Juan el bautista, tendrá como consecuencia la venganza de ésta, de una virulencia tal que todas las fuerzas de la Naturaleza juntas, desatadas en su plétora de violencia e intensidad, apenas compensarían el anhelo destructivo de esta mujer desairada que odia en correspondencia exacta y simétrica al alcance de su amor instintivo, animal y orgánico, como el humus de la madre Tierra. El resultado de esta combinación de amor y odio sin tasa ni medida lleva a la protagonista, en una de sus últimas intervenciones, a declarar en una frase, a la cabeza sin vida de Juan, lo que tal vez sea la esencia de la obra en su conjunto; expresión, por lo demás, de toda una época, el romanticismo tardío, cuya cosmovisión o Weltanschauung queda glosada así: "El misterio del Amor es mayor que el misterio de la Muerte". Estremecedor clímax en donde se alcanza una lucidez inconcebible instalada más allá del delirio.
Se ofrecen dos momentos de ópera en tres vídeos: En el primero, el episodio en que Salomé le declara su amor a el bautista, siendo rechazada en nombre del cielo, la virtud, la gloria y no recuerdo ahora cuantas cosas más. Tremendo el momento en que Salomé adquiere conciencia de que ha sido rechazada. En los dos siguientes vídeos, la secuencia final en la que tras bailar para Herodes y exigir la cabeza de Juan en una bandeja de plata -exigencia que el rey no logra torcer ni ofreciendo la mitad de su reino a cambio-, Salomé besa los labios del muerto culminando su venganza y exhibiendo la magnitud de su amor, que no teme presentarse como pura locura al servicio de una Lógica espantosa.
Inconmensurable la interpretación de Teresa Stratas, bajo la batuta de Karl Böhm. Que lo disfrutéis.
Buenas noches; que empiece la función.
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