Franck es uno de mis compositores favoritos. La pieza que se ofrece aquí, el Preludio, coral y fuga, la escuché por primera vez en el antiguo Ayuntamiento de Almendralejo, cuando quedó habilitado como sala de conciertos para el Conservatorio de Música; un lugar curioso que fue también Escuela de Ajedrez y Sede de la final del Campeonato Autonómico Absoluto de Ajedrez. Era un chaval. Se la oí tocar al británico Graham Scott, el que hoy pasa por ser uno de los grandes virtuosos del piano. Recuerdo que al finalizar le pedí un autógrafo -es el único que he pedido en mi vida- y le expresé mi admiración por la composición y por el modo de tocarla. Fue muy amable. He escuchado muchas versiones de esta partitura, y, aunque ninguna ha llegado a gustarme tanto como la de Scott, admito que la de Rubinstein, junto con la de Ashkenazy, es impecable y profunda de expresión: El pianista se quita de en medio para que su virtuosismo no ensombrezca la música. No me extiendo más en ditirambos y que suene la música.
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Yo recuerdo haber ido a uno de los conciertos en ese lugar, pero ese de piano que comentas, Adolfo, no me suena absolutamente de nada... Me deberías haber insistido un poco mas para que fuese y hacer yo mi entrada añeja de música clásica.
ResponderEliminarY gracias por estas entradas musicales.
Saludos,
De nada, Paco; gracias a vosotros, lo estoy disfrutando mucho enmedio de mi apasionante aburrimiento estival. Y una cosa, por aquel entonces el único con el que me encontraba en algunos conciertos era el jesusete. Vosotros estabais más inclinados por el flamenco moderno y lo étnico raro.
ResponderEliminarPrecisamente en esa sala fuimos captados mi hermano JF y yo por esa secta laica y algo rojilla que es el club de ajedrez. Allí jugamos nuestro primer Ciudad de Almendralejo, torneo que a la sazón -o sin sazonar, como queráis- se disputaron en un emocionante mano a mano, sobre todo para ellos, Paco y Juan Carlos Lozano. Aunque parezca mentira, ni mi hermano ni yo terminamos entre los tres primeros, asi que muy generosamente Paco nos propuso participar en el curso de ajedrez que unas semana después empezarían a impartir Adolfete (estrategía) y Jesusete (táctica). Y el resto es historia, deprabación y decadencia. Vamos, tiempo tirado al retrete. Ojo, no porque ellos fueran malos profesores, en verdad lo eran excelentes, sino porque nosotros -o al menos yo- eramos pésimos alumnos.
ResponderEliminarPudiera ser que el concierto al que fuí, fuese un cuarteto de violín y que eran mujeres, pero no recuerdo si eran todas, o si había alguien tocando el Cello... A lo mejor tú, Adolfo, lo recuerdas mejor que yo. Y qué decir de lo que interpretaron, pues que me gustó, pero que no tengo ni idea de lo que interpretaron.
ResponderEliminarLa música étnica nunca ha sido muy fuerte, sí, conozco algo de Ali Farka Touré, Ismael Lö y cosas así, pero muy poquito.
ResponderEliminarY si el flamenco moderno era Pata Negra, entonces es cierto, ya estaba yo enganchado a ese género, pero por aquella época me suena mas que me gustasen Triana, Bloque y Asfalto, y eso de flamenco, la verdad es que tiene poco.
Creo que en ese torneo perdí una partida (y de forma estúpida contra alguien muy flojo), así que me tuve que poner las pilas y vencer a todo quisque, y si mal no recuerdo las 3 últimas partidas se las tuve que vencer a Juan Carlos, Adolfo y a su hermano Carlos (que en esos años todavía las veía).
ResponderEliminarDespués de aquella experiencia, siempre sigo haciendo la misma chorrada, me relajo de forma incomprensible y acabo rezando para no perder con rívales muy débiles.
Hay cosas que no recuerdo, como lo que dices de que os recomendase las clases de ajedrez, pero si tú lo dices, será así...
Creo que Juanlu, ese año no jugó el torneo, pero al año siguiente sí, está claro que con esa incorporación, el nivel de ajedrez en el Club cayó bruscamente, ya que sólo jugábamos al ajedrez de oidas, y cualquiera de fuera era mejor que nosotros. Él hundió nuestra auto-estima e instaló el pesimismo en el Club.
Habría que lapidarlo de inmediato (¿alguien se apunta?).
Sí rata asquerosa y repugnante, mi querido Adolfete, comparto ese autógrafo y sí, el tipo era agradable y algo tímido, lo recuerdo perfectamente, un concierto impecable. Sí, querida stinking and disgusting rat, fueron tiempos en los que solíamos ir a conciertos juntos a menudo, en fin, el tiempo ha pasado y aquí estamos convertidos en insoportables genios del arte de la fanfarronería delirante, qué cosas...
ResponderEliminarQuerido jesusete, la fanfarronería aún está lejos de haber alcanzado el delirio pero tengo esperanzas en que esto cambie en poco en tiempo.
ResponderEliminarEs flipante que conserves ese autógrafo. Seguro que después de eso has baboseado más firmitas por aquí y por allá; menudo pájaro.
Te dedicaré una de las entregas, con un compositor que ni te imaginas.
¡¡Cerdo infame!! ¡¡pajarraco de sórdidos y nauseabundos bajos fondos!! sólo he pedido un autógrafo más en toda mi vida, y fue a mi insigne profesor de piano José María Duque en su presentación en sociedad, yo soy ahora el que firma autógrafos a las lascivas y tremendas zorras con las que impunemente paces a diario megaloninfómano!
ResponderEliminarJe je, Jesús, eres un mentirosillo, recuerdo que las últimas partidas de ajedrez que jugaste conmigo y perdiste miserablemente, corrías detrás de mí para que te firmase la planilla, y eso no deja de ser un autógrafo, y hasta con derechos de autor, (según José Miguel Plantón, especialista en hacernos quedar con la copia en vez de con el original cuando nos tocaba enfrentarnos a ellos).
ResponderEliminarTú a ver que hacemos con el tema del teatro en la fundación, vais a hacer algo o no?
ResponderEliminarEste jueves hemos quedado para ver una película de arte y ensayo australiana a las 21.30 horas, pásate un poco antes y hablamos del puto teatro. Sí, haremos algo ¿o no?.
ResponderEliminarEse día tengo función chico
ResponderEliminarPásame tu agenda de ministro por e-mail para que pueda ver cuando quedamos...
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