sábado, 23 de abril de 2011

Inés

Conocí a Inés cuando aún era una niña. Siempre acompañada por su muñeca de trapo. Dos inconfundibles trenzas rubias embellecían aún más si cabe sus angelicales facciones.


Cada día acudía a nuestra cita con un traje nuevo, o al menos así lo parecía. Solía decir que no jugaba por miedo a mancharse pero yo continuamente pensaba que era por miedo a los demás, y es que Inés siempre fue tremendamente tímida.
Deambulaba por el parque con sus enormes y expresivos ojos abiertos,  inversamente proporcionales a la abertura de su boca. Pues apenas hablaba un par de frases.

Desde que la conocí, supe que Inés sería una mujer diferente. Esos expresivos y enormes ojos darían mucho que hablar.


A medida que fueron pasando los años, nuestras citas fueron cancelándose, bien porque yo no me encontraba con fuerzas para salir de casa o bien porque ella tenía otras cosas que hacer, como estudiar o trabajar. No obstante siempre manteníamos una cita fija al año, el 1 de Abril.
No recuerdo exactamente cual de las dos decidió fijar esa fecha o si tal vez dicha fecha significaba algo concreto. No recuerdo tantas cosas. Los años han ido pasando y no sólo por mi piel, mis huesos, sino también por mi memoria.

Inés fue creciendo siempre tan tímida, tan correcta, jamás se manchaba, jamás arriesgaba. Nunca discutía, ni corría, ni lloraba, y ya, apenas reía.
A medida que los años sucedían ella iba perdiendo la oportunidad de ser feliz, o al menos de vivir. Hacía cuanto esperaban que hiciera. Sacó las mejores notas en el colegio, y en el instituto y estudiaba la carrera que habían elegido para ella. Apenas se le permitía sentir, y tras tantos años así, incluso ella tampoco se permitía sentir.

Sin embargo, conmigo Inés era diferente, desde que la conocí me permitió ver más allá de su apariencia, se mostraba tal cual, permitiéndome ver el reflejo distinto que le concedía un espejo, accediendo a enseñarme hasta el último rincón de su mente y escuchar los gritos y latidos de su corazón.

Me confiaba sus pensamientos, sus pasiones, sus deseos, yo le animaba a vivir, a ser como realmente ella quería ser, a salir al mundo y pisar con firmeza mirando solamente al frente. Pero no quería, siempre había sido así, callada, tímida, dócil y no quería disgustar a nadie. Creo que fue entonces cuando decidimos vernos al menos una vez al año, porque una vez al año, sería ella, Inés, sin más. Aquella Inés que siempre deseo ser, sin consecuencias, sin engaños, o al menos ninguno impuesto.

Inés acepto el reto. Comenzó regalándose unas horas para ser ella. Soltaba su larga melena rubia, colgaba sus ropas de diario y sacaba del fondo del armario un par de vaqueros ceñidos, unas zapatillas y una camiseta de Los Ramones.
Salía a la calle y caminaba sin rumbo fijo. Se dejaba mover por impulsos, entrando en una cafetería, un concierto o una obra de teatro diferente. Entablaba conversación con gente que jamás volvería a ver, sonreía a desconocidos atractivos provocativamente.  Al caer la noche regresaba a casa, exhausta y sonriente.
Pasado un tiempo acudía a nuestra cita y me contaba todo lo que había hecho, yo veía aquella niña de ojos grandes totalmente ilusionada ante mi, con una sonrisa de oreja a oreja y ruborizándose en alguna ocasión de lo que era capaz de contarme.
Poco a poco sus “escapadas” fueron haciéndose un poco más largas, dos días, tres, llegando incluso a poder clasificarse como vacaciones.
Hacía la maleta sin destino fijo, dejando en casa sus ropas, sus miedos y las normas. Rompía con todo, siendo tan solo Inés, una joven preciosa de enormes ojos e ideas claras.
En sus viajes seducía y se dejaba seducir, conocía distintas formas de vida, aprendía de los demás y de sí misma. Disfrutaba cada minuto siendo Inés.

A su vuelta me buscaba, me contaba todo con pasión, con la impulsividad que hace sentir que estás viva. Yo, aplaudía sus actos, sin juzgar ninguno, limitándome a ver a través de sus ojos cómo poco a poco se convertía en una gran mujer.

Ahora llevo un tiempo sin verla, se saltó nuestra cita el año pasado, pero esta vez tenía excusa. Lleva un año viviendo en el extranjero.  Volverá dentro de un par de semanas y yo estoy más nerviosa que nunca, porque sé que esta vez tiene mucho que contarme.

Pd. Si estoy subiendo muchos relatos, podéis decírmelo, es que no se me ocurren mejores cosas y la verdad, casi que mejor esto que cuquientradas :D

9 comentarios:

  1. Por favor: que esta fuente inagotable no deje de darnos de beber.
    Jo, que cursi me pongo, a veces!

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  2. Jajajaja un poco moñas sí, pero como futuro suegro Molas :P (Gracias por el halago)

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  3. Sin entrometerme en futuros lazos familiares, ¿a que se dedica su tiempo libre, la tal Inés?

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  4. Muy bien... me gusta ver que hay gente que sí es capaz de mantener el tipo bien mantenido en el blog... Bien, que siga.

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  5. Futuros lazos familiares? jajajajaja el libre creo que a disfrutar.

    Pachi, muchas gracias.

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  6. En su tiempo libre va a nadar con JL.
    AN ónimo.

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  7. Moñas y molas, en la misma frase. Otra vez An ónimo.

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  8. jajajaj anónimo muchas confianzas te estás cogiendo eh eh eh...

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  9. Acabas de utilizar la técnica del ...
    Shiii, calla, qué nos descubren!!!

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