miércoles, 13 de julio de 2011

Nietzsche o qué

Meritoria charla, la del pasado domingo.

A mí me pasa un poco lo que a cualquiera, que, cuando se trata de sintetizar la filosofía de Nietzsche, reconociendo de entrada sin respingo de pudor que la cosa es insoluble a pesar de haberse empecinado antes hasta la náusea en todo lo contrario, se me aparecen en imágenes un tanto menos que oníricas pero mucho más que reales las aguas rebosantes de vida del lago Tanganika: y así el ponente. Todo muy normal, contra la tesis de moda aunque de otros tiempos, vaya usted a saber si vigente, que afirma aquello de antes muerto que sencillo, géneros al margen. Y en este mollete de crepitante levadura que enseguida pasaremos a degustar, que no es sino la otra cosa que quiso haberse dicho pero que no se dijo por el qué dirán, no habrían de faltar los fiambres de varia curación y salazón que elevaran el simposio a la altura de la excelencia.

Se empezó por el final, rindiendo la plaza sin sorna ni reverencia, admitiéndose que nada cabía esperar, ni menos encontrar, ni tan siquiera con el concurso de alguna misericordiosa flauta traída por la casualidad o por el espíritu de lo inopinado, declaración que, justo es reconocerlo, lejos de ejercerse a lo timorato, venía acompañada por el percutir de, valga la metáfora por una sola vez y basta, el retumbar de miríadas de timbales al viento vespertino y calmachichero. En efecto.

Y, así, transcurrió el periplo sobre áreas de las que la magia ancestral nada supo, como tuvo que ser de cuando fue lo que fuere, que no es sino, pero nada menos, cuidando la precisión, la noche de los tiempos, que, para la ocasión, expresándolo evocativamente pero no aquí y ahora sino en la tarde de autos, es decir, allí y en el entonces aquel, sofocaba los ánimos y la canalla paciencia de un jesusete cualquiera. El cielo nos valga. De manera que la ontología, la epistemología, la psicología, la ética y la política rivalizaban entre sí por ver quién de entre todas acaparaba el protagonismo, misterio que quedó desvelado, un poco después, y a modo de traca final pero con pólvora del rey, en eso que se dijo: es que los nazis. Igitur…

Y fue la auto-referencialidad y sus paradojas, y el tabique, sobre todo el tabique, lo que al final conciliara, cual eclipse de Luna, la Verdad del Ser con la “verdad”, de mentirijillas, de los seres. Y que si una voluntad de poder y un eterno retonno, al socaire de la sombra feliz de un naranjo regado con generosidad, y que si un superhombre y un hombre último, en la amarilla fluorescencia de un algo menos que Sol: que una “jarta”, seamos veraces aunque de mentirijillas.

Demasiado corazón para tan poco nihilismo.

13 comentarios:

  1. ¡Que le corten la cabeza a ese charlantán insolente! Eso sí, al menos reconozcámosle al ponente que es coherente y que su charla es tan de vergüenza como lo que escribe. Porque desde luego, menuda desfachatez querer explicar a Nietzsche y a todo lo que le cuelga usando, aunque sea muy toscamente, los propios conceptos e ideas que usara Nietzsche. Hombre, que ya sabemos todos que Nietzsche dijo lo que dijo porque algo tenía que decir, pero oye, sin abusar, o mejor, que a diferencia del maestro zen lo dijo todo para no decir nada, que en el fondo lo suyo era autoinmolarse en el ejercicio de un código secreto de guiños dirigidos a su maestro Platón, que afortunadamente Adolfo, y casi nadie más que Adolfo -aquí no, aquí todos menos el ponente habéis visto claro que a Adolfo le asiste toda la razón- ha conseguido descifrar para nosotros. Que sí hombre, que sí, que o dialéctico o la puta al río. Y el balón me lo llevo a casa que para eso es mío.

    Por cierto, Nietzsche es tan platónico que en la primera charla aquel otro ponente se empeñó en presentárnoslo únicamente como socrático, sin decir ni mú sobre Platón. Así también el otro ponente. Todo muy normal, contra la tesis de moda aunque de otros tiempos, vaya usted a saber si vigente, que afirma aquello de antes muerto que sencillo, géneros al margen, que ya se sabe que lo sencillo es sostener que Nietzsche fue discipulo de Platón.

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  2. Bien Adolfo, magistral definición metafórica de lo que aconteció ese grandioso día en que redescubrimos la insoportable magnificencia de la filosofía explicada a los niños. Una tarde para el recuerdo donde queda el olvido. Yo, que conste, avisé con tiempo al ilustre ponente de que no sólo basta con el fondo y la profundidad del tema, si no se adereza con uno modos amenos y didáctico-instructivos de plantear y acometer la trama. Bien haríamos en tomar debida cuenta y procurar en adelante ser menos orgullosos y dejarnos aconsejar por las viejas glorias de las tablas. Al César lo que es del César, mi querido y admirado Alan tenía amplias posibilidades potencialmente fecundas porque argumentó de manera hilada y comprensible; la intención es lo que cuenta dijo un pavo, pero de buenas intenciones está hecha la mala literatura que dijo otro. Algo hemos aprendido de todo este soporífero disparate: que no se repita..., corramos un tupido velo y no arrojemos a los leones a quienes se arriesgan a caer en la implacable y morbida tentación de ser reinas por un día. Jesús L.

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  3. Siento mucho el tostón, pero es como me salió. Tal vez si no hubiese estado tan tenso igual hubiera podido hasta sonreiros en alguna ocasión, o haceros ojitos, contaros un chiste de cuando en cuando o comentar de pasada la gracia del tipo ese que se mató en un partido de beisbol intentado cojer una pelota. Pero es lo que tiene saber que aunque a uno le hayan invitado al baile en verdad lo llevan al paredón: que te quedan pocas ganas de sonreir y sólo quieres que todo termine lo antes posible. En fin, lo dicho, mis más sinceras disculpas.

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  4. Venga muchacho no te lo tomes así, no hagamos una tragedia milleriana de lo que es pura anécdota, el Adolfete es muy buena gente, el puta, y yo soy un cielo que dice el Miguele Castillo, anda chico tómatelo con humor, si deberíamos ponerte un monumento por tu ilusión y tus ganas de enfrentarte a esos mihuras de la inquisición, anda un abrazo, Jesús.

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  5. Chico, me caes bien, en caso contrario, es decir si fueras un tipo como el juanlu, ese fulero-trilero-trolero-fullero experto en ná, te haría pedazos sin piedad, piénsalo de esa forma, te digo que no sabes lo afortunado que eres teniendo amigos como el menda, un lujo chico, no sabes bien la mala bestia que soy llegado el caso, una auténtica boa constrictor sin escrúpulos, inmisericorde, de verdad muchacho, esto que hemos hecho el puta del Adolfete y un servidor es pecata minuta, te lo digo yo, que conozco los bajos fondos del lenguaje calumniador, saludos y otro abrazo, J.

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  6. Ya, ya, ahora arréglalo. Nada, esto como se soluciona es con otra charla el próximo domingo: después de dejar para el arrestre a Federico no me desagradaría darle el tiro de gracia al Baruch ese. Claro, y a vosotros...

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  7. ¡Ese es mi chico! Eso dale el tiro de gracia al Spinoza y a Adolfete le da un síncope y lo desgracias pal resto...

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  8. Gracias jesús, hacía tiempo que no me enviabas saludos pero soy experto de oídas no de ná

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  9. Sí cerdo repuffffgnante, lo olvidé eres experto de oidas en nà de ná... ¡sucia rata envenená!

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  10. Pues, con franqueza, a mi la charla me resultó atractiva.

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  11. Hombre, sigue teniendo su gracia y su mérito que en los tiempos que corren un grupo de subhumanos como nosotros se reuna para hablar, mal que bien, de filosofía. Sólo por eso ya deberíamos tenernos ganado el cielo, aunque sea en sentido metafísico, por supuesto. Y que conste que yo también lo pasé muy mal, leñe, que sufro mucho con estas cosas, la hostia puta ya.

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  12. Seguro que os habéis ganado el cielo.

    Un abrazo Alan y buen domingo.

    io.

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  13. Ah, no lo sabes tú bien, Andri, menudo via crucis.

    Buen domingo también para ti. Y el abrazo, y el abrazo...

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