viernes, 27 de mayo de 2011

La Garganta del Tejea

Posiblemente sea una de las Gargantas mas bonitas de la Sierra de Gredos, pude subirla dos veces, pero de lo que estoy seguro es de que no la volveré a subir mas. Es demasiado dura para mis limitaciones físicas.
La última vez que ascendí esa ruta, diabólica, hará unos 10 años, me acompañaban Juan y Diego, mis inseparables compañeros a la hora de ascender montañas y hacer rutas mochileras; éstas rutas nos vienen muy bien para despejar la mente, para tomar aire fresco, para recargar las pilas y seguir con la vida rutinaria en la ciudad y tambien para ver el horizonte.

Era el mes de Septiembre, ese mismo fin de semana se celebraba el día de Extemadura, y por lo tanto aprovechamos ese día de fiesta de mas. Tras 2.30 h de viaje, y tras llegar al comienzo de la ruta, apenas andamos hora y media pues la noche se nos echaba encima, fue la única noche que pasamos tranquilamente, pero se nos hizo corta, ya que debíamos de madrugar para que el sol veraniego no nos cogiese en mitad de la ruta. Ni tan siquiera desayunamos, eso lo dejamos para mas adelante, pero por mucho que quisimos correr, tuvimos que hacer un alto y recuperar energías, ya que no encontramos la ruta marcada y subimos al lado del río Tejea, eso significaba pegar saltos entre cantos rodados enormes y sin seguridad de que esas piedras estuviesen bien apoyadas, por lo que los resbalones, caídas y sustos eran contínuos. El desayuno fue placentero, y aprovechamos la sombra de un Enebro, esa media horita nos supo a gloria, dentro de la dureza extrema que nos exigía este tortuoso ascenso.

Sobre las 13.30 h., llegamos a un chozo, que nos sirvió para comer y dormir la siesta; se estaba tan bien, que nos quedamos mucho más tiempo del previsto. Fue muy curioso el ver a un par de ingleses haciendo nuestra misma ruta, pero ellos sin nuestros mochilones y eso, en estas latitudes es una gran ventaja. Después de la siesta, y ya se notaba dentro del chozo, el tiempo había cambiado de forma muy rápida, las nubes nos rodeaban y sobre todo el viento, mucho más fresco, nos hizo sacar la ropa de abrigo. Ahora, teníamos que seguir ascendiendo, y dejábamos la garganta a nuestra izquierda, pero la "rampita" que tenía una hierba muy alta, nos llevó mas de 45 minutos... Acto seguido se nos vino encima una cuerda de agua, pero por fortuna encontramos un sitio para parapetarnos entre esas 4 piedras, que uno no sabía muy bien como se sostenían, dejándote un puntito de inquietud y de inseguridad. Después del aguacero, seguimos por la vereda, pero nos dimos de frente con la montaña y solo había una forma de pasar, ascendiéndola por la portilla (el punto mas "bajo" de la montaña). Nos lo tomamos con mucha filosofía, por que, según el mapa, el coche lo dejamos sobre unos 800 metros de altitud y las montañas que nos rodeaban están sobre los 2400 metros. Hubo discrepancias sobre qué portilla tomar, al final, elegimos la peor, ya que era de tierra y resbalaba por doquier.

Tuvimos que quitarnos las mochilas en varios tramos e írnosla pasando en cadena, el frío iba incrementándose y la noche ya la teníamos encima. Por fin llegamos a la cima, pero no veíamos nada y la luna estaba tapada por las nubes. En el mapa se suponía que estábamos cerca de una cabaña, ¿pero dónde? Así que después de dar varias vueltas y extenuados, nos conformamos con taparnos en los viejos restos de un chozo derruido. Cenamos y nos acostamos. A las 2 de la mañana se puso a llover, como teníamos el techo de la tienda de campaña, nos cubrimos los sacos de dormir, pero el tiempo siguió empeorando, pero era tal nuestro cansancio, que no nos decidíamos a hacer un estarivé con el techo, unas cuerdas, el par de bastones y apoyarnos en el muro, como hemos hecho en otras ocasiones. La consecuencia de ello, fue que a las 5 de la mañana nos tuvimos que levantar porque los sacos estaban mojados.

A las 9.00 h. recogimos los trastos y después de ver las opciones que teníamos, seguimos buscando el camino que nos habría de llevar a ver las 5 Lagunas de arriba a abajo, pero cuando llegamos a la portilla esa, las lagunas no se podían ver debido a la increible niebla que había. Así que decepcionados, nos pusimos en regreso hacia el coche. Ya en el descenso de la portilla, empecé a notar que mi pierna izquierda no respondía bien, me quedaba retrasado, y perdía el rastro de mis amigos. Cuando llegué a su altura en la rampa de hierba que subimos el día anterior, les pedí que parásemos en el chozo, no sólo para comer, sino para quedarme toda la noche hasta el día siguiente, ya que no tenía buenas sensaciones. Ellos me dijeron que imposible, que lloviendo como estaba, lo mejor era seguir hasta el coche del tirón. Al llegar al chozo, Juan le comentó a Diego: "Vamos a parar a comer, por que ahora que he ido detrás de Paco, me he dado cuenta de que va con la reserva agotada".

El comer y cambiarme de ropa, me dio unos minutos de recuperación, Diego seguía insistiendo en que había que irse para no coger una pulmonía, Juan le respaldaba y yo no pude hacer otra cosa, nada más que seguirles. Cada canto rodado que pisaba, era un suplicio para mí, por que no tenía fuerzas en mi pierna izquierda, debido a una enorme bajada de azúcar, entonces no era capaz de desplazarme. Jamas en mi vida me he caído tantas veces, besé mas el suelo que el Papa Juan Pablo II, cada vez que se bajaba de un avión....

El descenso, que se debería de haber hecho en unas 3 horas, lo hicimos en mas de 7 horas, encima, cuanto mas descendíamos, mas llovía. Diego, para animarme intentó la psicología inversa " Venga, Paco, que detrás de aquél recodo de la sierra está el Puente Tejea", y no había medio, era interminable. A la vez, teníamos las cantimploras vacías y yo sentía como me deshidrataba (lloviendo como estaba y nosotros empapados, irónicamente), pero ni Juan, ni Diego paraban..., ellos, eso sí, me cogían cosas de la mochila para que fuese mas aligerado de peso. Por fin, vimos algo parecido a una vereda, entonces dejamos la garganta y sus piedras al lado. Queríamos ir tan rápido, que equivocamos un camino, y este nos llevaba de nuevo a la garganta..., maldita sea, ahora deberíamos de gatear unos 5 metros para recuperar el camino original, esto ya para mi significaba entregar mis últimas energías...

Por fin llegamos al puente que atravesaba el río. Pero hasta allí llegué yo. No era capaz de mas, así que mis amigos en vez de abandonarme, me llevaron como pudieron, y así, llegamos al coche. La lluvia era cada vez mas intensa, así que nos mudamos de ropa y tras dejar a Diego en Jarandilla de la Vera, Juan y yo fuimos hacia Almendralejo con solo un vaso de leche y unas galletas de cena. En el viaje no parabamos de hablar, sobre todo para que Juan no se durmiese en el trayecto. Si yo me dormía, podía ser que a él también le entrase sueño, así que mejor evitar las tentaciones. Pero tras llegar a San Pedro de Mérida, le dije a Juan, tío, confío plenamente en tí yo estoy muerto, y no te puedo dar mas cuartelillo, y me dormí. No sé como llegamos a Almendralejo, pero le dí las gracias por ello.

Al día siguiente, hablamos los tres por teléfono, y todos coincidíamos en que estábamos de agujetas hasta las cejas, y que había sido la ruta más dura de nuestra vida: La Garganta del Tejea, nunca olvidaré ese nombre.

6 comentarios:

  1. Buff¡Ya son ganas, macho, si tú dices que no te ves en forma...en fin, mejor quedamos para una ruta de esas más flojitas.

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  2. Sigo diciendo que tireis para el pueblo de mi padre, que molan un montón las rutas y las gragantas :P

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  3. Todo eso está muy bien, pero me acuerdo ahora, mientras lo leo, de un viejo proyecto tuyo y de tu primo Diego que teníais entre manos y que de realizarlo dejaría en juego de crios cualquier otra aventurita que hayáis vivido hasta ahora. Y como sea que en su día me invitásteis a ir, pues nada, que os la reclamo, que os dejéis de mariconadas como esta y vayamos a donde hay que ir: al filo de lo imposible.

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  4. Ana, la ruta del Tejea sale desde la cara sur de la Sierra de Gredos, vamos, desde la Comarca de La Vera. O sea, que lo que me pides, es lo que ya hacemos.

    Ya estoy corriendo, en mi preparación para esa ruta por esas montañas lejanas, mi preocupación es el idioma, no tanto el físico, y ya sabes Pedro, por nosotros no hay ningún problema en compartir el viaje, y si te quieres traer a Juan Luis para que te lleve la mochila, tampoco pasa nada... A ver si se deja engañar ;)

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  5. Pues nada Paco a disfrutar un montón y hacer fotos, que son lugares preciosos.

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  6. Ayer ví a mi compañero de aventuras Juan, que leyó esta entrada y que me hacía la crítica de que no insistía en la niebla del domingo, que para él fue una de las mas espesas y agobiantes que ha sufrido en su vida. Y es cierto, recuerdo que cuando estábamos cerca de la portilla de 5 lagunas y que cualquier otro día desde allí se habrían visto esas lagunas, pues no veíamos nada mas que un par de metros; en realidad tuvimos mucha suerte, por que el sitio en el que nos pusimos era muy inestable, resbaladizo y con una caida en vertical de un porrón de metros hacia abajo, pero como no lo "veíamos", no éramos consciente del peligro...

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