martes, 23 de febrero de 2021

Miguel, nuestro amigo.

Pues nos dejó nuestro amigo Miguel, su cuerpo dijo basta el 22 de febrero de 2021. 

Como curiosidad, hace diez años se estrenó como recitador de poemas en el programa de radio en La Casa del Mundo, de la Fundación Ruy López.

La entrevista que le hacemos comienza sobre el minuto 35. Y Miguel aquí se muestra tal y cómo es, un tío sincero, sensible, y con una voz profunda. 
 
Hay tantas cosas que agradecerle, a mí me descubrió a  León Felipe, pero también me hizo profundizar en la poesía, algo que disfruté mucho y durante muchos años.
 
También nos descubrió a Patxi Andión, el cuál cantaba cada dos por tres mientras jugábamos unas partidas de ajedrez.
 
Era del Atleti, (no muy futbolero, pero que conste aquí) y le gustaba, más que ver el fútbol, estar en compañía de los amigos hablando y el televisor puesto con los futboleros de fondo.
 
Era un tío con una sonrisa siempre en la boca, dispuesto siempre a darte un abrazo, ya que en ciertos momentos estuvo falto de cariño. Te oía, y te daba buenos consejos, aunque él no te aceptaba los que les mandabas para que se cuidase un poquito más... 
 
En la época que mas estuvimos juntos, nos contó sus vivencias de juventud, el como lo sacaron del colegio muy joven para ponerle de aprendiz en un comercio, o como después estuvo en cafeterías trabajando, o finalmente como comercial en algunas empresas. 
 
Pero nada le satisfacía tanto como hablar de literatura, poesía, música, y las mujeres, todas les gustaban, y pocas le hacían caso. Era un personaje con todas las de la ley, y creo que en la radio pasó muy buenos momentos, oyendo entrevistas, escuchando música buena y variada, con el otro Pachi (Tapiz), con Ángel (El abogaíno), las improvisaciones teatrales de Jesús Lozano, y el programa que llevaban esos años a dúo Joaquín Macías y Pedro Arroyo
 
Recuerdo que le insistí durante varios días el ir a la radio a contarnos sus comienzos en la poesía, y en principio se negaba (¡si yo no tengo nada que contar!), pero de tanto insistir y para que me callase, me dijo que sí y le tomé la palabra, ese mismo día, no tenía muchas ganas y medio a rastras fue, y de pronto, nos abrió su corazón y ya no volvió a faltar en años.
 
Creo que le subimos la autoestima, le hicimos ser importante y tuvo buenos momentos, pero las cosas familiares no iban tan bien y eso se notaba. Al menos tuvo unos pocos de hombros donde poder consolarse, y para evadirse de esos problemas y ser feliz (aunque fuesen un ratito). La de veces que nos dijo: ¡Cuanto os quiero!  
 
Después dejó la radio, y volvió a unas rutinas malsanas, pero las decisiones personales que uno toma, han de ser respetadas, discutidas si quieres, pero al final es la vida personal de cada uno. 
 
Ahora, cuando pase por El Espolón y mire la silla de la terraza donde se sentaba a tomarse la caña, él ya no está, pero me lo imagino, le veo con sus gafas de sol, sus pantalones medio caidos, y su abrigo colorado, y me hace una seña con la mano y me pregunta: ¿Ya vas a por la sobri...? 
 
¡Ay memoria!
 
¡Ay memoria!
como no recordarnos 
en las cosas que fuimos.
¡Ay vida!, 
que apuras con prisa 
el tiempo que me das.
¡Ay muerte!,
que te lo llevas todo
sin servirte de nada.
¡Ay de todo esto!
me parece un sueño
y nunca despertar.
 
Miguel Castillo Corchuelo
 

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