miércoles, 7 de septiembre de 2011

El gitano de Almendralejo y otras anécdotas divertidísimas

Si no recuerdo mal fue el mismo día en que os privé para siempre de las ganas de volver a acercaros a un libro de Nietzsche cuando nos los comentó el Kin: un documental sobre verdugos, de Basilio Martín Patino, crónica negrísima de la miseria y la crueldad de la España de Franco, imágenes de Almendralejo en los años 70... Lo cual es maravilloso -el que nos lo recomendara-, pero hoy en día ya no tiene sentido quedarse en el comentario; hoy todo se puede, y aun se debe mostrar. Dicho y hecho, ahí los tenéis, dos de los tres verdugos que entonces eran en todas las Españas, los dos de Badajoz, toma ya, que se note dónde mordía el hambre con más saña, contándonos anécdotas divertidísimas sobre los gajes de su oficio, como la historia de ese desgraciao de La Zarza que se ventiló a media familia o la de aquel gitanillo de Mendralejo que no quería morir. Para desternillarse:



Y si no habéis podido parar de reir durante los dos minutos que dura el video, no os perdáis el documental al completo. No tiene desperdicio. Lo podeis encontrar en el enlace de más arriba.

4 comentarios:

  1. No conozco a naide. Me parece que el edificio derruido era el Hospital Viejo que estaba en la carretera Mérida, pero mejor le preguntaré al Abogaino y al Negro para que me den una información más verídica sobre el caso.

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  2. buendía en el espejo8 de septiembre de 2011, 20:39

    No conocía la historia como comenta Paco. Pero ya se informará y nos contará. No sé como calificar el vídeo no me ha parecido divertido, pero será cuestión de ver el documento completo. O no

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  3. El video y el documental son terribles; los únicos graciosos son los verdugos, que cuentan esas cosas tan horribles como quien se echa una risas de cañas con los amigos. Ahora sólo faltaría que apareciese un buenista de pro y no preguntase que por qué no habrían de hacerlo, si total sólo estaban aplicando la eutanasia procesal, y ya se sabe, si el sujeto no pervive no ha lugar a llamarla -ni a sentirla- pena... Pena, penita pena la que da ese hombre que come pan.

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  4. Yo nunca he oido esta historia en Almendralejo.

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Como no me copies te pego

Reservado todos los derechos a los lectores, que podrán copiar, manipular, alterar y hasta leer todos los textos de este blog. Eso sí, se agradecería que mencionaran de dónde diablos han sacado el juguetito.