Sansustre

 
El año pasado por estas fechas, nos desplazamos a la Sierra de Guadalupe, este año hemos cambiado del este de Cáceres, al oeste de la provincia, justo en el límite de Badajoz y Cáceres.

Conozco el Sansustre desde hace, puf, la tira de años. Así que cuando JL me llamó diciendo que podíamos hacer una ruta por San Pedro, enseguida se me vino a la cabeza el Sansustre. Además vi muy animado al deivi y al alan, así que dejé mis males y el sábado me levanté como pude, me hice unos vahos con miel, sal, cebolla y todo lo que encontré que fuese expectorante y después hice unas gárgaras para ver si la flema desaparecía durante un momento. En el viaje estuve dándole vueltas a un asqueroso ajo, que me venía de forma fantástica para calmar la tos.

Llegamos a Badajoz para recoger a JL, pero debía de pagar el desayuno por la penitencia del viaje, menos mal que el del Venero sigue haciendo las migas como recordaba hace décadas atrás cuando iba con Diego Frías.

Por fin, nos encaminamos hacia la ruta propuesta y me alegré de que todo, prácticamente estaba igual de como lo dejé hace unos 12 años, por que ese era el tiempo que no iba hasta este maravilloso lugar. Nada más bajar del coche, me dio los buenas días el Martín Pescador, pasando como una bala por la rivera. Hacia el otro lado, los buitres leonados también empezaban a desperezarse y buscar las térmicas para desplazarse con el mínimo gasto de energías.

Después de ponernos el equipamiento adecuado para andar por el camino, enseguida nos dimos cuenta de que la humedad era excesiva, las deportivas de JL y Pedro no podrían aguantar si seguía habiendo tanto verde en el campo y por lo tanto iban a ir con los pies mojados. El Deivi y este cronista, echábamos de menos el goretex, pero no lloramos mucho por esa circunstancia.

Para entretenernos en la ruta, empezamos a investigar el tipo de plantas que había por el lugar: el orégano, la menta, el endrino, el fresno, el madroño, el rusco, el torvisco, las jaras y retamas, junto a muchísimo alcornocal, y más plantas que este cronista desconoce.

Íbamos charlando tranquilamente, cuando se escucharon unos piídos muy llamativos, enseguida el Deivi dijo, Paco he escuchado a un Halcón. Y yo le dije que eso eran águilas, salimos al claro y allí estaban las Perdiceras, con unos vuelos espectaculares, con su color blanco ( y moteado) en el pecho y haciendo picados e intentando echar a los buitres de "su" zona. Al lado izquierdo de donde estábamos viendo esta magnífica escena, salió imponente el gran Águila Real, era un macho adulto, y también nos deleitó con sus majestuosos vuelos.

Por un cortafuegos subimos la loma, en la que perdíamos el resuello, por que la subida es muy repentina. Después, al pasar ese tramo, decidí ir hacia unas peñas y ponernos allí arriba para así ver más horizonte y saber por donde ir; mientras nos decidíamos, un avión roquero, iba y venía, hacía pasadas sobre nosotros preguntándose quienes éramos y qué hacíamos allí, ante tantas cuestiones, bajamos por lo que pudiese hacernos el pajarillo...

Estábamos ya en la ladera sur de la loma, y por lo tanto bajamos y cambiamos de finca, allí había un camino llano (como le gusta al aventurero JL) y al ir en dirección este descubrimos pequeños regatos, con construcciones de piedras muy antiguas en las que se aprovechaba el agua de lluvia, también los petirrojos trasegaban esa zona.

Más adelante, en los alcornocales, me fijé en la labor de limpia que hacían los pájaros carpinteros, y que es digna de admirar, pues sin esa ayuda, estos árboles morirían irremediablemente en poco tiempo. Qué sabia es la Madre Naturaleza, eh amigo Alan.

Me maldigo cada vez que encuentro una seta y no sé cual especie es; hace unas semanas encontré unos Boletus Edoulis, especie de seta exquisita y comestible. En esta ocasión eran 5 Macrolepiotas , que según nuestro setófilo de la Vera, con aceite y sal a la plancha, están de rechupete.

Seguimos el camino, to'p'alante, y hacia arriba, cuando parecía que giraría hacia la izquierda para recuperar la rivera, de repente, la senda desapareció entre la densa vegetación. Yo, intenté por dos veces no deshacer el camino, pero ante la cruel realidad de que aquello era muy agreste (los caminos de haberlos, serían de las correrías de los jabalíes, así que mejor no meterse por esa zona) retrocedí.

A la vuelta, paramos y comimos el bocata, y estos cómico-cinéfilos se pusieron a hablar de sus cosas mientras yo me tomaba mi paracetamol para poder seguir aguantando el día campero. Eran ya más de las 3 de la tarde y al pasar por una zona, me quedé al ver que había varias especies de aves que me salían al paso (herrerillos, carboneros, mitos, mosquiteros, pinzones...) me lo estaba pasando de lujo, cuando mis "compañeros" se pusieron a pegar voces: ¡Paco!... ¡Estás bien! Jirviu... En fin, tuve que volver con ellos, por que ya había delatado mi posición y las aves se fueron gracias a los crápulas estos. 

Al llegar al vehículo, nos dimos cuenta de que la jornada había sido larga y fructífera, para mí al menos, en el que me trajo viejos recuerdos de 20 años atrás cuando me bañaba en esta rivera del Sansustre, que todavía hoy, sigue impoluta.