Conversaba amigablemente el otro día, en otro blog, acerca de la adaptación al cine de la curiosa novela de Max Brooks, Guerra mundial Z; de si el concepto de zombie puede dar más de sí o no, de si es o no la lógica requisito imprescindible e irrenunciable en la ficción, o si vale con sustituirla por una cierta coherencia interna que hile naturalmente las premisas con el desarrollo y las conclusiones, cuando un contertulio dejó un comentario, aviso, sin relación aparente con la ciencia, que de alguna manera aun me tiene meditando. Más que nada porque la hondura de mis meditiaciones no da para más, qué le vamos a hacer, pero también porque es una verdad de tamaño catedralicio de la que sin embargo ni me había coscado hasta ahora, a saber:
La incuestionable verdad en la que no había caído ni recaído, y que tan meditabundo me ha dejado, no pasa tanto por la posibilidad del agotamiento del género de los muertos vivientes como por la inclusión del tebeo de Peyo en él. ¿Cómo es posible que no lo hubiera visto antes, máxime cuando es ya un tema viejo en las redes? Porque además es cierto que resulta muy evidente que en él están ya dispuestos y bien dispuestos todos los elementos modernos que caracterizan al universo zombie: la infección fortuíta, la agresividad y la falta de sociabilidad de los contagiados, la expansión incontrolable vía mordisco de la dolencia, la amenaza latente del fin de la civilización... Pero lo más sorprendente de Los pitufos negros es que el relato está fechado nada menos que en 1959. ¡Casi una década antes del clásico de Romero, La noche de los muertos vivientes! Que, por otra parte, se supone redefinió las claves del zombie moderno, alejándolo definitivamente de su componente folclórica haitiana.
Claro que seguramente por ahí andarían de fondo, como posibles influencias comunes, el Soy leyenda (1954) de Richard Matheson, o El día de los trífidos (1951), de John Wyndham. En cualquier caso no deja de ser un curioso ejemplo de anticipación comiquera sobre las tendencias más rabiosamente actuales del cine palomitero:
,Los Pitufos Negros
Como curiosidad: en Estados Unidos, por aquello del imperio de lo políticamente correcto, los pitufos en vez de negros eran de color. De color violeta, no se vaya a sentir ofendida alguna minoría racial.
ResponderEliminarPor esa época en España serían rojos.(Y masones).
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