No sé por qué os sorprende tanto, si ya os lo avisé: a manos llenas. Es cierto que esta reseña me parece más floja que aquella con la que dimos comienzo a la serie, pero el tebeo es tan bueno que no me resisto a dejar de recomendároslo. Una maravillosa reflexión sobre el talento, el esfuerzo y el desarrollo personal que a mí me apasiona especialmente por la maestría con la que Vivès atrapa y se adueña del tiempo, un tiempo que en sus manos se hace protagonista principal, que toma cuerpo y casi puede palparse, sentirse en sus rugosidades, sus flexiones e inflexiones, sus acelarciones pero también sus pausas. No es fácil de explicar pero cada vez me vence más la impresión de que ese es el hilo auténtico con el que se tejen las grandes ficciones y que esa debe ser la primera exigencia que todo buen relato ha de satisfacer. Como hace sobradamente, por ejemplo, Polina:
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