Al cine de Tarantino le pasa un poco como a la casta de los toros, que generación tras generación van perdiendo inexorablemente su bravura. Es cierto que en el fondo sus películas siempre han desarrollado la misma fórmula, esa especie de regurgitación gamberra y desenfadada de los géneros, y los actores cuando le ha sido posible, que pusieron las bases de su cinefilia. Desde el cine negro más pulp, pasando por las artes marciales más bizarras, las películas de carretera más despendoladas o el bélico de cartón piedra, Tarantino ha ido forjando una filmografía que es paradigma de aquello que se pretende sea la posmodernidad, ese batiburrillo de referencias cruzadas de una cultura que cree estar ya de vuelta de todo, seguramente sin haber ido nunca a ninguna parte, que diría Machado. Sí, así han sido siempre sus películas, no hay variación en ello, pero ay, que dios coja confesado a quien pretenda comparar el talento que revosaban maravillas como Reservoir dog o Pulp fiction con el de enjendros infumables como Death prof o, sin irnos tan lejos, Malditos bastardos. Es que no hay ni por donde empezar. Y sin embargo, a pesar de la indudable decadencia de su cine, no se le puede negar a Tarantino que aún conserva el oído y el buen gusto que le han permitido recuperar más de una vieja melodía ya olvidada. Para mí, de largo, lo mejor y lo único salvable de su último film. Por ejemplo, qué me decís de esta hermosa versión a cargo de Nick Perito del tema que compusiera Dimitri Tiomkin para El Álamo:
A mi Trantino nunca me ha gustado, será un gran cineasta, pero no me gusta lo que me provocan sus películas
ResponderEliminarLa clave está en no tomarse en serio sus películas; son bromas divertidas, en el mejor de los casos muy bien rodadas, y en el peor, no. Pero siempre todo muy de mentirijillas.
ResponderEliminarHe aquí otra española más a la que no le gustan sus películas jeje.. la verdad es que estoy totalmente de acuerdo con el artículo, sobre todo con el primer párrafo: generación tras generación van perdiendo inexorablemente su bravura.
ResponderEliminarSaludos desde Valencia.