Sí, ahora bajan mansas las aguas, pero ya veremos de aquí a un mes, cuando esto se convierta en un avispero ideológico y zumben con la misma intensidad, y con la misma pesadez, los típicos fánaticos izquierdosos con vocación de guerrilleros de salón marchando, hombro con hombro, con los nos menos habituales defensores inquebrantables de la derecha más extrema, esa con nostalgia de la unidad de destino, manifiesto o en lo universal, qué más da, y de los ejes del mal en sus múltiples variantes. Pero antes de empezar a despedazarnos por nuestras coordenadas políticas estaría bien preguntarnos si todavía existen las derechas y las izquierdas, si no se han diluido ya en el espectaculo de travestismo político al que asistimos a diario, agitadas las unas y las otras al son del cálculo electoral más mezquino. Mi impresión es que sí, que la ideología, esa visión cosmológica exclusiva y excluyente de la realidad política ha muerto aplastada bajo el peso de las técnicas de mercadeo, los nichos y las bolsas de votantes y las putas que los pario, pero la verdad es que no me atrevería a afirmarlo con rotundidad. Confieso que se me hace extremadamente difícil distinguir nada entre tanta morralla y tanto humo informativo. Me pregunto si podrán hoy en día seguir atesorando las grandes organizaciones políticas unos principios rectores inmutables, o al menos de cierta consistencia, capaces de vertebrar el funcionamiento íntegro de la sociedad, o si apenas pueden albergar un puñado de normas de supervivencia que protejan sus intereses de grupo más inmediatos. No tengo ni idea, aunque me temo que más bien lo segundo que lo primero. Y si realmente fuera así, ¿qué pintamos nosotros en toda esta juerga? Ah, amiguitos del alma, esa es la pregunta del millón, qué pinta el ciudadano de a pie en la comedia política de los horrores...
Para ilustrar estos vagos pensamientos políticos por los que me ha dado hoy, voy a extraer una escena de El árbol, el alcalde y la mediateca, película de Eric Rohmer, cineasta no demasiado apreciado por aquí, en la que se reflexiona sobre la vigencia o no de la distinción entre ideología políticas. Me vais a perdonar que suba el corte doblado, pero total para lo que lo quiero resulta más cómodo dejarlo así, y además con niña interrumpiendo la perorata, pero es que no se daban las condiciones adecuadas para extirparla limpiamente de la escena:
Para ilustrar estos vagos pensamientos políticos por los que me ha dado hoy, voy a extraer una escena de El árbol, el alcalde y la mediateca, película de Eric Rohmer, cineasta no demasiado apreciado por aquí, en la que se reflexiona sobre la vigencia o no de la distinción entre ideología políticas. Me vais a perdonar que suba el corte doblado, pero total para lo que lo quiero resulta más cómodo dejarlo así, y además con niña interrumpiendo la perorata, pero es que no se daban las condiciones adecuadas para extirparla limpiamente de la escena:
¿Y vosotros, dogmáticos de todos los signos y tendecias, qué opináis?
¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...