Esta semana estoy cabreado. Sí señor: cabreado, que no es lo mismo que enfadado. Cuando uno está enfadado, lo está contra algo o contra alguien. Sin embargo durante estos días yo siento que estoy enfadado con el mundo en general, con la humanidad, los insectos, los cefalópodos, los políticos, los periodistas, algún escritor, mis jefes, mis vecinos, mis amigos, ese perro que pasa por la calle, mi cuñada y hasta con el maldito frío que hace...
El otro día le daba vueltas al tema sobre el que escribiría esta semana. Entre los candidatos estaban alguno de mis escritores favoritos, volver a contar alguna historieta matemática, o incluso tenía pensado hacer una receta cual Arguiñano de los números. Pero resulta que ésta no va a ser la semana en que lo haga. Hoy voy a intentar exorcizar algunos de los temas que esta semana me han tocado especialmente las narices. Sé que no valdrá para nada, estoy existencialmente en un estado de mala leche, pero allá voy.
El primero es el pulpo Paul. ¿En qué época vivimos? Resulta que en pleno siglo XXI tenemos que volver a los oráculos para que nos digan lo que sucederé en el futuro. No sé si es que la humanidad es muy tonta en general, si los periodistas en verano se aburren un montón y tienen que seguir rellenando páginas de periódicos y horas de radio y televisión, o si es que definitivamente no tenemos remedio. Si nos hubiesen hablado de una tribu de Iberia del siglo I que consultaba a un pulpo para saber del futuro, ¿qué habríamos pensado de ellos?
La televisión es un estercolero. El lunes pasado no podía dormirme, así que a eso de las doce y pico o la una de la mañana me senté en el sofá a ver si dejando que pasasen las imágenes de la caja inmunda me entraba sueño. Sin buscarlo, di con un programa de Antena 3 de esos del corazón. Resulta que había allí unas muchachas que decían o de las que se decía que habían sido amantes de famosos, y allí que estaban contando ese tipo de asuntos de tanta importancia para la humanidad. No me preguntéis cómo ni por qué, pero uno de los participantes en el programa comenzó a discutir con una de esas señoras. Allí comenzaron a intervenir que si otros periodistas y otros invitados, y al final la discusión fue entre los periodistas, los invitados, los intivados y los periodistas, y los periodistas y los invitados. Lo que más me molestó fue cuando el presentador se puso en plan digno. ¿Digno en un sitio en el que la gente va a contar lo que no le debiera importar a los demás? Dignidad habría sido no presentar el programa, o haber presentado la renuncia a hacerlo a la vez que mostraba sus quejas. Será que no suelo hacer caso a la televisión, pero lo poco que veo en sitios así me parece un estercolero lleno de sabandijas.
El Alcalde de Valladolid. Lo primero, sus comentarios sobre una mujer que además es ministra de todos: mal, pero no por lo de ministra (que también), sino por ser mujer. Pero resulta que el tipo es ginecólogo. Si yo fuera mujer, y tuviera que ir a que me examinase ese tipo me lo pensaría dos veces... o directamente no me lo pensaría: buscaría un nuevo ginecólogo.
Y voy ahora con la probabilidad. El otro día en la radio escuché que Fernando Alonso tenía un setenta por ciento de probabilidad de ganar el Mundial de Fórmula I. Increible. Cómo van a tomar en serio a la estadística si cualquier iluminado suelta una probabilidad y los demás nos quedamos tan anchos y sin rechistar. Alonso ganará o no ganará el Mundial. En cuanto a esas probabilidades que daba el experto de turno, son tan fiables como usar al pulpo Luís para vaticinar quien ganará ese campeonato.
Casi termino: la motivación y los motivadores. Es increíble los cuentos que se pueden llegar a contar. Da lo mismo que estén haciendo justo lo anterior de lo que predican casi al mismo tiempo que te están soltando esa historia tan bonita. Les da lo mismo. Se pueden tirar tiempo y tiempo contándote un cuento chino porque no sé qué narices de encuesta dice que tienen que hacer no sé qué. A lo mejor sería más útil que se parasen un momento, se bajasen de su pedestal y preguntasen a sus vasallos. Pero parece claro que los que están cerca valen menos que epsilon, mientras que lo otro lo dicen no sé qué encuestas.
Y ya el final. No todo es tan malo. Hoy hace frío, pero el día está azul, soleado y con unos colores otoñales preciosos. Hay gentuzas que no saben comportarse, pero también otros que se preocupan por facilitar a los demás sus tareas. Tengo aquí delante unos cuantos libros que me apetece leer, un par de buenos cómic, un puñado de CD, ya es jueves por la noche... La vida también puede merecer la pena, incluso cuando uno está cabreado.
Y hoy un proverbio italiano dedicado a Paco: Una vez terminado el juego, el rey y el peón vuelven a la misma caja.
¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...