Hay algo entre hipnótico y encantador en esto de mirar la manera en que un grupo de personas le reparte estopa a destajo a otro grupo de personas. Aunque todo sea montaje y manipulación, en la sangre que mana de una cabeza abierta subyace por fuerza una especie de verdad física incontestable que no es fácil de encontrar en la tinta de tantos libros de filosofía idealista.
Algunos pensarán ingenuamente que se trata de una historia de buenos y malos, pero se engañan. Como en los grandes relatos, esos que nunca han sucedido y que nunca podrán suceder, sólo hay malos y malos. Ahí reside su verdadero encanto.
El documental se titula Del poder y lo que se exhibe en su imágenes tiene poco que ver con él. De querer hacer justicia a su contenido habría que titularlo De la civilización. Y habrá quien se escandalice y piense que todo lo que muestra es fruto de la barbarie. Pero basta mirar los medios y las formas; el orden y la disciplina; la sutil coreografía de cada movimiento para convercerse del enorme grado de refinamiento y civilización que se despliega.
No hay un solo palo que no sea civilizado y civilizatorio. Palos eutáxicos, de un equilibrio dinámico exquisito. ¡Qué manera de correr detrás de ellos!...¡y no se caen!
Hay algo de obsceno oportunismo en estos directores que hacen carrera "artística" tirando de movimientos sociales de resistencia al poder. Aparte de esta consideración, lo que nos dicen los periódicos, telediarios y demás medios de información, además de la propia experiencia, es que los mecanismos coercitivos del poder no acaban de sincronizarse del todo con la tiranía líquida (en alusión a Baumann) que se presenta, en más veces que en cuándos de los que cabría sospechar, bajo la forma de Democracia Moderna. Pero bueno, estos documentales artísticos servirán, entre otras cosas, para ajustar los dispositivos de represión en el grado adecuado a partir del cual no terminen generando alarma social. Es cosa constatada que, a día de hoy, mucha gente sale a manifestarse en compañía de sus hijos menores de edad, participando del jolgorio festivo-reivindicativo. Cuidado con esto, sin embargo; todavía el sistema no ha consolidado del todo estas prácticas de control supervisado y podría haber más de un disgusto: las indefensas criaturas no deberían pagar el pato.
ResponderEliminarAntes, una manifestación, en sí misma considerada, era motivo de inquietud e incertidumbre; no ahora, que en nombre de una mal entendida NO-VIOLENCIA, se ha convertido en una quedada para terapia de grupo existencial.
Firmado: Malatesta
No sé si esto es arte o es otra cosa, pero me parece que hay un cierta cualidad estética en la imagen de unas personas que patean concienzudamente la cabeza de otras personas. Es lo que más me gusta del documental. Lo otro, lo de las psudoreflexiones sobre el poder y la civilización y todo eso, bueno, es bulto por no dejar tan desnuda la entrada. De todas formas supongo que sí, que de eso va todo, de encontrar la forma perfecta de esclavitud en la que los esclavos nos sintamos felices y orgullosos de serlos y además nos pongamos nosotros mismos las cadenas. En ese sentido hay que reconocer que la democracia ha sido un buen ensayo, pero creo que ya toca probar técnicas más avanzadas y evolucinas de dominio. Renovarse o morir.
ResponderEliminarFirmado: El Tempranillo.