martes, 24 de junio de 2025

Viaje por el Atlas (Marruecos)

Esta primavera me abstuve de hacer la clásica movida mochilera por la sierra de Gredos, porque ya tenía guardada la opción por el Atlas marroquí, en este grupo de gente que fuimos, había dos personas con las que no había ido nunca de mochileo, así que una buena experiencia y encima con nuevos compañeros de ruta.

En el grupo íbamos, Diego Frías, Juanfran Fernández, Javi Cerrato Juan Carlos Carrillo y éste que esto escribe: Paco Macías.

Juan Carlos ya había venido en varias ocasiones a Marruecos, por lo que nos hizo en un principio de guía. Y nos vino muy bien que estos tíos hablaban muy bien el inglés, todos (menos yo), así que me tendré que poner las pilas...

Llegar a la localidad de Imlil, era primordial para empezar la ruta en dirección al Toubkal, así que después de dejar el Aeropuerto, cogimos el vehículo ya acordado, y en hora y media llegamos al nuevo hotel rural, del que éramos sus primeros clientes, Abdul era el gerente y que nos acogió tan bien desde el primer momento, nos dio una pequeña cena para que pudiéramos descansar. 

Esa mañana, a las 6.00 ya estaba despierto con la ilusión de ver nuevas especies de aves, el herrerillo canario, o el pinzón magrebí se dejaron ver muy bien, así como una pareja de chovas piquigualdas. Me volví a la cama a la hora y dos horas después estábamos desayunando, de manera frugal un desayuno típico bereber.

A las 11.00 de la mañana habíamos quedado con Hussein, el guía que nos llevaría primero al refugio y después el ascenso a esa enorme montaña que es el Toubkal. 

No llevábamos ni tres horas de camino, cuando empezó a llover, y nos faltó un poco para llegar a nuestra parada oficial y ahí comer.  Mohamed, nuestro cocinero y el que llevaba la mula con nuestras mochilas, un hombre mayor, pero súper activo y buena mano para la cocina, todo hay que decirlo.

La subida era larga y constante en su ascensión, en cierto modo me recordaba a las de Gredos, caminos malos y con mucha piedra suelta. Pero los paisajes eran espectaculares, un valle, otro más... Y el camino que parecía no acabar nunca. Además como éramos muchos los grupos que ascendíamos, nos cruzábamos con los muleros que llevaban el suministro a los refugios, por lo que el camino estaba muy transitado.

En cierto modo, me dejé caer un poco por si tuviese un poco de suerte con el mundo pajaril, ya que al ir acompañado, no podía atender bien a los sonidos de las aves, y en menos de 20' ya estaba viendo un precioso macho de collalba del atlas. Las que no pasaban de ir de un lado a otro eran las chovas, (piquigualdas y piquirrojas) también los colirrojos tizones, lavanderas cascadeñas... Y me llegó un grupo de montañeros y me espantaron a las aves.

En una enorme piedra, ponía que estábamos a 3.000 metros de altitud, y media hora más tarde llegamos al refugio que anda por los 3.100 metros. Esa tarde nos quitamos las botas y nos relajamos un montón, nos pusieron un té, después una sopa hariri (magnífica) y el resto de una típica cena bereber. Planeamos el cómo había que hacer la ascensión al Toubkal, era la primera vez que Hussein nos hablaba muy en serio. Esa noche ninguno de nosotros durmió bien, y a las 2:50 h,  ya estábamos en pie, desayunamos y Javi y yo calentamos un poco. No sé en qué momento se me perdió la linterna frontal, así que fui entre Javi y Diego, que entre los dos me alumbraban el camino.

Hussein nos marcó un paso, siempre el mismo, no lo elevaba ni lo bajaba, era constante, de vez en cuando pedíamos un descanso de un minuto; en la 1ª hora nos pasaron todos los grupos, era evidente que su velocidad era mayor, pero en la 2ª y 3ª hora de ascensión, Hussein y su paso constante hizo que fuéramos pasando a los otros montañeros. Sobre los 3.600 metros, notaba como que el aire era más liviano, y notaba unos pequeños mareos por la falta de oxígeno. A los 3.900 metros, ya con el terreno visible me puse detrás de Hussein, no le abandonaba por nada del mundo, pero el esfuerzo era terrible y en cierto modo me desmoroné y le decía al guía que no podría llegar, él solo me dijo "don't give up, don't give up". Le pasé y fui a mi ritmo, él se quedó con Diego que iba más atrás. Yo seguí a Javi y después cogí a Juancar, poco a poco me fui recuperando y llegué a la altura de Juanfran, nosotros 4 llegamos al mismo tiempo, eché muchísimo de menos los magníficos guantes que dejé en mi casa, por que tenía las manos heladas, a pesar de ser 18 de junio, la temperatura era fría y el aire la hacía más fría todavía, pero conseguimos llegar todos.

Siguió un largo y peligroso descenso por el mismo camino, los resbalones eran continuos, a veces las caídas eran inevitables, yo mismo me caí en 4 ocasiones, Juancar al menos en dos, Diego se dio un buen trompazo, vamos, que no nos salvamos ninguno... Algunos de los montañeros con los que habíamos coincidido en la subida, se quejaban de que sus deportivas no les sujetaban bien en el descenso, y si nosotros con unas buenas botas nos resbalábamos, con unas "sneakers" no me quiero imaginar la tortura que sería para ellos. 2 horas y 30 minutos después, llegamos al refugio, comimos algo hecho por Mohamed y nos fuimos en dirección a Imlil de nuevo, 11 kilómetros nos faltaban por deshacer.

Antes de llegar a la mitad del camino, las nubes que amenazaban tormenta, hicieron efectiva esa amenaza, y ¡cómo llovió! Increíble, como en apenas media hora, el camino se convirtió en un arroyo, y toda nuestra ropa completamente empapada, no quedaba más remedio que seguir andando aun estando completamente agotado, cuando llegamos a la parte del camino más ancha, el cielo se había aplacado, pero aún quedando dos kilómetros, se hacían eternos. Finalmente, llegamos al hotel, nos dimos una ducha caliente y Juanfran y yo nos quedamos dormidos de agotamiento. Después, bajamos a cenar, y créanme que teníamos agujetas en todas las partes de nuestro cuerpo tras estar 12 horas caminando, bajar esas escaleras sin sujetarte a la barandilla era una heroicidad. 

A la mañana siguiente, nos despedimos de Abdul, de Hussein (con un cliente nuevo que llevar al Toubkal, ¡yo no podría hacer eso!) y nos fuimos a Marrakech, donde estuvimos dos días como unos turistas más, pero sin la aventura vivida por las montañas.

¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...

Como no me copies te pego

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