Después de la accidentada travesía montañera del año pasado, este cronista estaba con la mosca detrás de la oreja, ¿me atreveré a ir a la montaña?, ¿me volveré a caer? y ¿si me rompo una pierna, u otra parte del cuerpo...? así que no andaba yo muy bien de ánimo, pero era mediados de abril cuando Juan me mandó una serie de fechas para hacer la ruta anual. Estaba acompañado en ese momento de Daniel Reinholtz, chico estadounidense de la ciudad de New Jersey, al que enseguida le hice la propuesta, ¿te vendrías conmigo a la montaña el 20 de mayo? Y su respuesta fue tan contundente como afirmativa: "¡Sí Paco, me encantaría!". Y eso me animó.
Así que seguimos con los preparativos, y pensamos en varias rutas, ya estaba casi todo hecho, cuando Nevin Singh, otro estadounidense de New York en este caso, se une a la causa, le sigue Juan Elías, almendralejense de Almendralejo, a quién le acompañaría Meghan Baumgartner de Kentucky (famoso por sus pollos) y Anna Chad de cerca de San Francisco (California), a eso le sumamos al Asturiano de Gijón (Roberto) que no le gusta mojarse la cabeza en los ríos de Gredos, y al hijo de Juan, Juanfran, que ha vuelto a la buena senda de seguir la tradición familiar de hacer al menos un fin de semana en la montaña, hecho de menos a Dieguito, el otro primo que siempre venía a estos lares, pero la vida lo ha llevado a Alemania y no sabemos si podrá hacer estas rutas. Evidentemente, íbamos los tres veteranos en estas lides, Juan (the big stinker), Diego (el gran guía), y Paco (el pupas de Gredos).
Así que ya el viernes 20 de Mayo, sobre las 15.30 horas, nos pusimos en dirección hacia la localidad avileña de Bohoyo, 10 personas, (récord absoluto para nosotros) a hacer una ruta muy larga, pero suave. Enseguida hubo feeling entre todos los compañeros que hacíamos la ruta, muchos de ellos no se conocían de nada, por lo que tras las presentaciones y las fotos de rigor antes de la salida, nos echamos la mochila a le espalda y nos pusimos a andar. Juan enseguida se quejó del enorme peso que llevaba y de lo poco que pesaba la de Juan Elías, cómo podría ser eso... Sucedió una circunstancia anómala, y es que el mes de mayo en la Sierra de Gredos ha sido el lugar donde mas ha llovido en la península, por lo que los caminos estaban inundados de agua, mis botas waterproof no daban abasto, lo mismo le pasó a Anna, y a alguno más también se le filtró el agua, por lo que pasamos a ser más de uno los que iban con los pies mojados.
La primera zona de la ruta es muy bonita, se pasa por un bosque de robles, con árboles no muy viejos, pero por los que se podía oír y ver a los trepadores azules, y los pinzones comunes de forma fácil, el verdor era agradable, el sol estaba a nuestra espalda y aunque sudábamos, no se nos hizo nada pesada esta parte, más bien corta..., por que como en todas partes de la Sierra de Gredos, los bosques están siendo esquilmados, hay un exceso de pastoreo y eso se nota en la falta de diversidad de plantas y árboles. Después de varios kilómetros andando, por fin llegamos al refugio de La Longuilla, allí Diego y yo nos pusimos manos a la obra a hacer un fuego en la chimenea para secar los calzados y entrar en calor lo antes posible. Después pasamos a la cena, y tras eso repartimos el espacio para dormir, por fortuna el refugio era grande y tenía dos habitaciones separadas, por las que Juan (The big stinker) no les haría pasar noches de insomnio a los más jóvenes. Para desgracia mía, (lo del pupas me viene al pelo) fuí el único que cogió un resfriado, ¿habrá sido el aire acondicionado del coche de Juan, que me daba directamente a mi? Y por lo tanto dormí poco y mal. Diego roncó un poco, pero en un volumen asequible para mis oídos, Juan Elías pasó frío por que la esterilla era muy fina y el frío del suelo se le traspasaba al cuerpo. Meghan también pasó frío, parece que su pijama era muy fino y no concilió bien el sueño... Así que llamé a Diego a las 7.15 y nos levantamos para ver el amanecer y escuchar a las aves.
Allí, en un pequeño arroyito, con unos abedules (qué alegría me dio verlos) vimos al chochín, marcar territorio con su potente canto, a una curruca tomillera ir de brezo en brezo, a varios acentores comunes, un cuco en vuelo buscando una víctima donde poner un huevo, hasta que vimos que los compañeros se levantaron y entonces les acompañamos para desayunar. Daniel desayunaba ¡Tila!, pero Daniel, ¿te querías dormir otra vez?, los demás té o café, acompañados de dulces. Nuestro objetivo era llegar al refugio de El Belesar y allí dejar nuestras pesadas cargas, y después hacer un ascenso hacia las cumbres mas altas donde pisar la nieve y quizás ver cinco lagunas y algunos de esos maravillosos paisajes. Pero el destino fue cruel con nosotros, ya que uno de los arroyos, había crecido de forma desmesurada, corría el agua con una enorme fuerza, y Diego, Roberto y este menda, buscamos varias soluciones para vadear el río, pero ninguna nos satisfizo, ya que o había que mojarse mucho, o el salto era muy arriesgado, o sencillamente, por que a la vuelta, nos íbamos a encontrar con un problema peor. Así que con sangre fría, decidimos dar la vuelta y regresar al refugio donde habíamos pasado la noche.
¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...