Desde
hace algunos años, (ya perdí la cuenta, o dejé de contar)
asistimos adormecidos, acomodados, con una indiferencia que rebasa ya
los límites de lo tolerable, ante determinadas actitudes y
aptitudes de nuestros elegidos en los Parlamentos,
Asambleas, Diputaciones y Ayuntamientos.
Me
da igual el color del calcetín que vista a esta “clase” de
servidores públicos que realzan sus derechos muy por encima de
los demás, sobre-valorando en altavoces electorales sus deberes
para con el ciudadano,
en
panfletos a todo color,
en
telediarios de las nueve,
en
programas electorales subvencionados,
virtuales a todo color en la web,
que
cambian el sentido de sus programas vertiendo responsabilidades
al que estuvo en el escaño del poder en otra legislatura (en el
amplio sentido de ocupación de un espacio electo) , como recurso
cutre a modo de “y tú más”, ¿pues tú?, todavía más
y más.
No
pretendo ni quiero atacar de manera global a todos los políticos,
por injusto, pero el compromiso de muchos para con los demás, se
está viendo empañado y dañado, por la ineficacia de algunos y la
indulgencia de otros
Desde
estos púlpitos permitidos, ganados a pulso en listas cerradas, en
identidades que no conocemos, en mayorías que se auto-protegen
para seguir montadas en el tiovivo “transparente y democrático”,
nos
hacen creer, y nos lo creemos,
nos
hacen creer, y al igual no nos lo creemos,
nos
hacen creer, y al igual es necesario que creamos,
nos
hacen creer, y nos mentimos para seguir creyendo,
que
este sistema de evaluación cada cuatro años es lo mejor posible
que podemos tener, porque somos libres de elegir, de pensar,
de decidir, de asociar, de desplazarnos, de comunicarnos,..
...y
por supuesto, solo existen diferencias de interpretación ante la
justicia, la hacienda, las coberturas sanitarias y sociales, los
derechos adquiridos y luchados durante años, Y UNA MIERDA.
Los
Rajoys y los Rubalcabas, los nacionalistas de un lado y
los nacionalistas del otro, los Varas y los Monagos,
los unos y los otros, mantienen sus disputan con el objetivo
prioritario de calentar un sillón durante cuatro años, y
si no puedo yo, que seas tú, que a la siguiente seré yo.
En
este discurso bipartidista y malintencionado por mi parte, -el
subconsciente, el inconsciente y el cociente,- ven la realidad al
unísono, y excluyen de manera clara otras propuestas menos
conservadoras, pero seguro que igual de válidas que las demás.
Estoy
convencido que los arcos parlamentarios que a partir de ahora
nos presentarán, en
las encuestas de opinión, en
los programas de tertulias, en
mítines maquillados de caras perfectas, bandas sonoras, demás
pancartas digitales, potenciarán
lo que ya existe, y desvirtuarán las nuevas propuestas por
atrevidas, utópicas y pasajeras, desamparadas en el 5%.
La
brecha entre los que nos representan y los representados cada día es
más enorme, y seguro que hasta que no caigamos dentro de
ella, no nos vamos a dar cuenta,
las
ganas y la fuerza de renovarse en las formas y en el fondo,
y ¿nos vamos contentar con disposiciones transitorias que justifiquen expedientes de imagen?
El enemigo invisible – como diría una amiga mía de hace años-
esconde sus patas, y son muchas,
en
los buenos propósitos,
en
los discursos elocuentes,
en
los contratos mercantiles aparentemente trasparentes,
en
los proyectos -que al final se licitan a dedo-,
en
lo buenas que son las grandes empresas-,
en
la bolsa, en su puta madre, me refiero a la bolsa,,
y
solamente nos dejan ver una pata que aparece como patíbulo de todas
las culpas, LOS MERCADOS INTERNACIONALES, que emergen una y otra vez
como colchón de excusas de todos los males.
Viva
Ucrania