|
“Las chimeneas del
techo del mundo” |
El día 12 de Abril de 2012,
después de haber subido el día anterior Gokio-Ri, (5.360mtrs) y haber dormido
la 4ª noche a 4.900mtrs de altitud, nos dirigimos, ya antes de que saliera el
sol, hacia un paso de alta montaña, Remjo-Pass (5.340mtrs), por el cual se puede
conectar el valle de Gokyo con el inmenso valle del Bhote-Koshi.
Como la jornada anterior y otras,
anteriormente, habían sido duras, el cuerpo lo tenía cansado pero no agotado,
esto era ya rutinario y buena señal para mi aclimatamiento, pues cada día que
pasaba adquiría más resistencia a los elementos con los que me tenía que
enfrentar. Pero los comienzos son duros, sobre todo antes del desayuno que
consistió en una tortilla francesa, una torta de pan tibetano, un té y dos
pequeñas manzanas estando alrededor de una estufa alimentada de excrementos
secos de yak. Me extrañó, ya hacía algún tiempo, que las manzanas no las
comieran, los habitantes de allí, como fruta fresca, sino que las utilizaban
únicamente para hacer tartas y zumos.
|
Ruta al corazón de los Annapurnas |
Recuerdo que la noche anterior y antes de
meterme en el saco de dormir, estuve charlando con unos amigos suizos, con los
que coincidí en algunas de las etapas del trekking ; observando que el dueño
del Lodge tenía un tablero de ajedrez, me acerqué a el y se lo pedí cortésmente
porque queríamos jugar una partida entre nosotros, nos lo presto, nos sentamos
uno enfrente del otro en una larga mesa, pusimos las piezas en su sitio,
sorteamos el color y empezamos la partida; me tocaron blancas e inicié con la
apertura española. Después de jugar como una media hora vencí a mi contrincante
e inmediatamente me invitó a la revancha, cosa a la que accedí, pues bien, le
volvía a ganar; mientras y sin darme
cuenta, por la abstracción con la que jugaba, se fue agrupando gente alrededor
nuestra, guías, porteadores, viajeros…en fin compañeros de lodge; después de
esto se acercó un guía y me retó a jugar una partida con él , yo no me negué y
le invité a sentarse enfrente mía , empezamos a jugar y volví a ganar, que
suerte empezar con la “española”.El personal nepalí se tomo como un reto el
poder ganarme e inmediatamente tuve otra petición de juego, esta vez de un guía
y un porteador que querían jugar contra mí. Miren ustedes, yo me lo estaba
pasando muy bien, nunca había ganado tantas partidas jugando al ajedrez, y me
divertía tomando las decisiones de mover las piezas a mi libre albedrío y con
un plan trazado como me había enseñado mi primo Paco; pues bien dos contra uno
y gané ¡Era increíble! . Mientras, y de entre
el corrillo de gente que allí se agrupaba, se acercó a mí un guía
bastante tímido y muy nervioso al que
animaban sus compatriotas a jugar conmigo, se acercó y me invitó a jugar una partida
con él, yo le sonreí, y apreté su mano en señal de amistad para calmar su
nerviosismo, pedimos un té tibetano para cada uno, dimos unos sorbos y
empezamos a colocar las piezas en el tablero. La mortecina luz de las lámparas
de mantequilla que alumbraba la estancia, las alargadas sombras que proyectaba
dicha luz sobre el tablero, y el denso ambiente que allí se respiraba, hacía
especialmente dramático el duelo que estaba a punto de comenzar.
|
Majestuosa vista del Everest y Lhotse
|
Me tocaron las piezas negras, más
negras que la noche que nos rodeaba, después de la apertura española (mi
preferida) y con las tropas situadas en el campo de batalla empezó la
estrategia que nos llevaría a la resolución del conflicto; el olor del humo del tabaco y del rancio de la
madera de la mesa, hacía que el tiempo pareciera congelado como en el exterior. Todo transcurría sin sobresaltos sobre el tablero, hasta que un caballo blanco
saltó e hizo trizas mi plan de ataque, tuve que reconstruir defensas y tras
algunas jugadas logré un ataque
contundente, apoyado por afiles y como punta de lanza una torre.
Después de largo tira y afloja, perdiendo tropas por ambos bandos, púsose el
tablero casi desierto de piezas; mucho espacio y poco poder, es ahí donde el
peón se rebela como poderoso, pudiendo atravesar el desértico tablero y resucitar, después de muchas penalidades,
en forma de dama. Pero esto tampoco ocurrió, y después de muchas lides, se
llegó a una tregua, pacto o acuerdo por la que quedamos en tablas. ¡Benditas
tablas!, que alegría cuando nos dimos la mano, nos reímos y la gente de
alrededor empezó hablar, a subir la voz amistosamente, a saludarnos y comentar la partida. El pueblo nepalí es
amante del ajedrez.
|
Ejemplar de Thar, ungulado que se puede ver en estas montañas
|
Cuando me dí cuenta de la hora
que era, me eche las manos a la cabeza y me fui directamente a dormir. A las
pocas horas de este acontecimiento, al día siguiente, nos levantamos, como ya
he dicho, antes de que saliera el sol, montamos las mochilas, desayunamos,
aprieto los cordones de las botas, salimos al exterior, saludo al guía con el
que había tenido el duelo la noche anterior, intercambio algunas palabras con él
enterándome que va en otra dirección con su cliente y nos despedimos con mucha
cortesía.
¿Aún no te has aburrido lo suficiente?...