sábado, 8 de septiembre de 2012

Voces sin imágenes

"Sí, el doblaje es un engaño; pero al menos engañémosles bien"

Un director de doblajes






Nunca he querido desacostumbrarme del todo al doblaje. Por comodidad, no lo niego, pero sobre todo por razones prácticas.  Cuando la televisión era la única vía de la que se disponía para acceder a determinado tipo de cine, abrazar la causa de la pureza significaba de facto tener que renunciar a un gran número de títulos que merecían la pena.  Por supuesto nada que ver con la situación actual, dónde se puede encontrar con relativa comodidad casi cualquier cosa en su versión original, por más rebuscada que parezca. De hecho en mi reciente integrismos cinefílico ya no es que me niegue a verlas dobladas; es que ya no las admito ni con subtítulos... Claro, después no me entero de nada, pero oye no veais cómo me siento de elevado y reconfortado en mi pureza.

Digo todo esto porque ayer tuve serios problemas con mi integrismo de nuevo cuño. Lo había dejado todo preparado para saldar una vieja deuda con Il gattopardo de Visconti cuando, de pronto, abre el pico su excelencia el principe Fabrizio Lancaster de Salina, Burt para los amigos, y  el tio -de Don Tancredi Amelie Delon en la película- no sólo habla un perfecto italiano que haría palidecer de envidia al autor de la Divina Comedia, sino que además ha mudado de voz como quien cambia de calzones. Y lo mismo le pasa a Delon, e incluso a la Cardinale. Vamos, que están todos doblados -bueno Concetta no lo sé, porque la verdad es que habla poco esa muchacha; debe ser más bien tímida. Pero no hay posibilidad de queja ni reclamación; así es la versión original.  Lo que no significa, faltaría más, que esté dispuesto a dar mi brazo a torcer y a ver una película doblada, por más que se trate de Il gattopardo. Puesto a ser extremista no me vence a la primera  un vulgar Visconti.

El caso es que trasteando un poco en la red  me he encontrado con este documental de Alfonso S. Suarez, Voces en imágenes, que trata del tema del doblaje en España, y que me ha resultado verdaderamente sorprendente. Todas las voces que reune el documental, todas, me son extraordinariamente familiares, y sin embargo hete aquí que no he sido capaz de reconocer a los personajes doblados más que en un par de ocasiones. Lo que pone de relieve, me parece a mí, el muy estimable trabajo de interpretación que conlleva la tarea de estos actores tan poco reconocidos. 

Cierto que como admitía el director de la cita de más arriba, el doblaje es siempre un timo y que nada se puede comparar con la sutileza de la versión original: el matiz del acento característico de cada país, de cada actor o de cada composición interpretativa; la naturalidad del sonido directo, con sus diferentes niveles de profundidad... Pero hay que reconocer que por más inútil que sea una actividad si se la desarrolla con suficiente rigor puede llegar incluso a adquirir el estatus de arte verdadero. Y además para quienes nos hemos críado cinematográficamente con el doblaje -o sea, en España, todos- estas voces son, sencillamente, el cine. 

Por la naturaleza del documental, he preferido quitarle las imágenes y dejaros sólo el sonido. Os aseguro que se disfruta infinitamente más que mirándoles las caras. Incluyo también un video homenaje del tubo a 33 de las voces historicas del doblaje español:

En dos partes:




El video homenaje:





13 comentarios:

  1. He disfrutado mucho con los dos audios y el vídeo. Es una profesión extraordinaria. No veo incompatibilidad entre el doblaje y la V.O.S, y menos con los medios actuales: se puede ver la película de las dos formas, porque en realidad son dos películas, y la doblada no tiene por qué ser desdeñable de partida. En los comienzos del cine sonoro, antes de 1931, se solían rodar las secuencias en paralelo con dos equipos de actores: primero la versión en inglés, y luego con otros actores en la versión del país al que se quería exportar la película; la práctica no tuvo predicamento y hubo de abandonarse enseguida.

    En ocasiones es cierto que un buen doblaje realza una película pasable. No he podido evitar recordar "Fraude" de Orson Welles; también hay arte en la falsificación.

    Un placer, Alan Moore.

    Adolfo

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  2. Sí, esa es la cosa, que en el fondo se trata de dos películas diferentes y las dos pueden ser buenas. Aunque sea como sea el doblaje creo que lo razonable es tratar de conocer la versión original de todas las películas que merecen la pena. Y en el caso de determinadas cinematografías, mejor olvidarse del doblaje directamente. El de las películas norteamericanas siempre fue bastante cuidado, pero el del cine japones, o el del cine sueco, o el del noruego, o en general el de cualquier país demasiado exótico para las salas comerciales suele ser infame.

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  3. De esto último que dices no estoy seguro, porque no creo que se trate de las lenguas o nacionalidades de las películas. Me parece más bien que antes el doblaje era muy cuidado y profesional, de manera que, independientemente de la procedencia de la película, el resultado solía ser de mucha calidad. Ahora, en cambio, todo va mucho más deprisa y no se busca la excelencia; con que el trabajo sea pasable ya es suficiente.

    Por otra parte, en este asunto hace años que abandoné posiciones puristas; más que nada porque, UNO, en el fondo son incongruentes y, DOS, participan de una corriente de pensamiento de mucha influencia pero que no comparto: el lastre del nacionalismo romántico cuyo acmé se localiza en el XIX pero que sigue gozando de excelente salud en nuestros días. Según esta doctrina, la forma de expresión determina la naturaleza de los conceptos que se transmiten, de ahí que los idiomas adquieran una importancia capital. A mi juicio, el planteamiento es equivocado porque confunde pensamiento con lenguaje, lo que considero un grave error. Desde siempre se han traducido unos códigos en otros pero lo que ha constituido el interés y ha movilizado la curiosidad en nosotros, animales simbólicos por antonomasia, es aquello que se traduce, es decir, los conceptos e ideas que son expresados en las distintas lenguas. Es por ello que pienso que la concepción romántica del arte, que concede prioridad a la forma de expresión sobre la idea que se expresa, es frívola y banal; y en el siglo XXI hemos profundizado en esa perspectiva que, en realidad, anunciaba la postmodernidad y el nihilismo del desencanto. Valga lo dicho respecto a DOS.

    En cuanto a UNO, la incongruencia procede del hecho de que, frecuentemente, quienes defienden la V.O.S. pretendiendo salvaguardar la pureza de la película frente al doblaje, no están muy dispuestos a reconocer que, en el fondo y desde sus propios supuestos, también incurren en lo mismo que critican, porque un subtítulo sobre la imagen es también cambiar las condiciones formales de exhibición de la obra artística. Y llevado más lejos este asunto, todo lo que no fuera ver la película en salas de cine también sería traicionar el formato en que fue concebida: adiós DVD's en nombre de la pureza.

    En resumen, que hemos heredado del romanticismo nacionalista una concepción sagrada del arte que se camufla en contenidos seculares, pero que exige el tributo divino de la Pureza inmaculada a su forma de expresión.

    Así las cosas, ¡viva el doblaje!

    Adolfo

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  4. No sé si has visto películas de Dreyer o de Kurosawa dobladas. Yo sí, y te aseguro que son infames. No tanto por las interpretaciones -aunque mosquea el escaso elenco de dobladores que utilizan para esas películas- sino por el tratamiento del sonido ambiente. Un sonido completamente plano, a veces casi inexistente que se carga cualquier atisvo de naturalidad de la cinta. Me sospecho que el doblaje de esas películas clásicas debe ser relativamente reciente, por aquello de que seguramente en su momento ni se pasaron por las salas comerciales, pero en fin, me da igual, se deba a lo que se deba me parecen infumables.

    Estoy de acuerdo en los dos puntos que esgrimes. En UNO sobre todo por el tema de la pantalla. No se le suele dar mucha importancia pero puestos a ser puristas habría que dejar bien claro que la composición y el encadenado de los planos de una película no se pueden apreciar de verdad si no se contemplan en el tamaño de pantalla para el que fueron ideados. Cualquier película vista en la pantalla de un televisor, o de un ordenador, o de un dvd portátil, o de un mp4 o incluso en la de un retroproyector de tamaño familiar es un timo. Así de sencillo.

    Con respecto a DOS, sólo diré que de un tiempo a esta parte me dedico a recuperar películas clásicas que nunca antes había visto en su versión original, y puedo asegurar que aunque en la mayoría de los casos me gustan más así que dobladas, rara vez me dan la impresión de estar viendo una película nueva, ni siquiera una versión diferente. Mas incluso; a veces hasta dudo de si no las habré visto ya antes en su versión original. Porque aunque es cierto que inevitablemente se pierden ciertos matices, no lo es menos que hay un nucleo esencial que está y se mantiene con el buen doblaje y con las buenas traducciones.

    Krugius, el Adolfo de hace 20 años nos hubiera machacado dialecticamente a todos... ¡y tú le habrías aplaudido, so sin vergüenza!

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    1. Que conste que el Krugius de hace 20 años hubiera aplaudido al Adolfo de hace 22, pero el yo de hace tres días estaría de acuerdo con el Adolfo de hace 17 y el Krugius de hace 14.

      En su momento vi en el cine -por tanto y por narices doblada- Vicky, Cristina, Barcelona; antes de ayer la vi en versión original: lo de ese doblaje es puro terrorismo cultural. El Adolfo de hace tres semanas dirá lo que quiera, pero si te pierdes la actuación de Bardem y de Cruz -Penélope- sí que te estás perdiendo algo fundamental en esta película; si te pierdes el uso que hace Allen del bilingüismo de los personajes, te lo pierdes todo. Sencillamente no has visto la película. Esta no.

      Sinceramente el doblaje debería estar prohibido y los dobladores, todos, los de ahora como los de antes, deberían arder en hogueras públicas.

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  5. buendía en el espejo9 de septiembre de 2012, 12:51

    En general coincido con vuestras reflexiones, y en ese ir y venir de lo doblado a lo subtitulado. Aunque me inclino por la última, no desmerezco la primera si la película lo vale. por mi forma de ver el cine siempre busco inconsciente y conscientemente el punto de vista del director que es el que me atrae. Hay doblajes que matan películas e interpretaciones y otros que los elevan a los altares.
    Un problema con el doblaje, a mi juicio es que está contaminado en la voz, puedes encontrar las mismas voces en personajes opuestos, identicos, parecidos o como sean; y estas voces marcadas añaden condimentos a una interpretación de un personaje que viste en otra película.

    Si conoces al doblador, puede ser que estés viendo a Constantino Romero todo el tiempo.

    Recuerdo ver doblada "El resplandor", y la actriz principal Shelley Duvall estaba doblada por Verónica Forqué, y yo me pregunté durante toda la película, FORQUÉ SERÁ!!.

    Vuelvo a reiterar si puedo verla en versión con subtitulos pues mejor, si pudiera verlas en versión original sin subtitulos sería fantástico, pero siendo cine no hago ascos si está doblada.

    Puede ser en alguna versión original nos estén dando gato por libre, está en nuestra mano o no, pues no!

    Por cierto, si doblan el cine argentino no me importaría, o verlo VOSE.

    Excelente post Alan, gracias por tus aportes Adolfo.

    Ciao

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  6. Hace 20 años era un purista recalcitrante, Krugius; lo mismo que tú. Ahora disfruto del cine sin pagar peajes idolátricos. Cuando puedo ver cine en V.O. lo hago con gusto, cuando no tengo a mi alcance la versión original de una película por la que siento interés, la veo doblada sin el menor problema, disfrutándola sin que tenga la sensación de estar perdiéndome algo esencial. Me molesta especialmente la exigencia imperativa de ver todas las películas en V.O.S. o en caso contrario no verlas; creo que ahí se asienta un terreno abonado a la concepción de la cultura como algo elitista y de acceso exclusivo que no comparto. Acepto que existen diferentes niveles de comprensión e interpretación de las obras artísticas, y, en particular, renuncio a la idea de que la comprensión o interpretación "más profunda" de una película tenga que ver con el hecho de haberla visto en V.O.

    A Dreyer y Kurosawa los he visto en V.O. y doblados; lo mismo que tú, Alan Moore. Coincido en que es más grato hacerlo en V.O., pero discrepo que en que las versiones dobladas de Gertrud o Ran, por citar un ejemplo de cada caso, me hayan resultado desnaturalizadas o "infames": verlas dobladas no fue razón suficiente para disuadirme de estar disfrutando de sendas obras maestras.

    Claro que el doblaje tiene que tener calidad y que se nota si no es así, Buendia; en eso estamos de acuerdo. Pero, en concreto, el ejemplo de El Resplandor, que citas para ilustrar un doblaje desafortunado, es curiosamente uno de los pocos casos en los que se respetó eso que te atrae a ti tanto, el punto de vista del director. Fue Kubrick quien escogió la voz de Verónica Forqué para doblar a Shelley Duvall, esto es algo que está documentado. Por mi parte, no pretendo ajustarme al punto de vista del director ni al de ningún otro, sencillamente trato de vérmelas con la película que tengo delante y formar mi propia perspectiva. Al margen de esto, a mí sí me gusta el doblaje de Shelley Duvall por la Forqué, y puede que en ello contribuya el hecho de no plantearme si estoy viendo la película en V.O. o doblada; sencillamente disfruto de lo que escucho y veo sin más prevenciones castrantes. En general, buendia, comparto tu actitud despreocupada sobre el tema, no dándole mayor transcendencia. Gracias a ti, un placer.

    Sobre la pantalla, Alan Moore, reconozco que siempre que puedo me escapo a ver cine en una sala de cine. Sin embargo, tampoco tengo inconveniente en verlas en el televisor cuando se presenta la ocasión. Y no conozco a ningún cinéfilo purista, obseso de la V.O., que no tenga en su casa una buena colección de vídeos o DVD's con las películas que más le gustan; esta es la incongruencia que nunca reconocerán.

    Adolfo

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  7. No puedo hablar en el caso de Ran, sólo la he visto en versión original, pero si en el de Gertrud. Durante algunos años la ví doblada no menos de tres veces cada día, algunos días hasta seis o siete veces seguidas, y puedes creerme si te digo que no hubo ni una sóla ocasión en que no me pareciera desnaturalizada.

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  8. Eso te pasó por no perseverar bastante. Si la hubieras visto doce veces seguidas dejaría de parecerte desnaturalizada. Ojo, doce veces; con once seguiría pareciéndotelo: hablo por propia experiencia.

    Adolfo

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  9. Acabo de reconocer el run-run que me venía rondando desde que escuché los audios de esta entrada. Lo mejor de lo mejor es Rafael de Penagos, que puso su voz inconfundible y suprema al Conde Draco, el teleñeco fascinado por los números. Uno, jajajajaja, Dos, ...

    Mi más sincero reconocimiento.

    Adolfo

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  10. Pues sí, es él. Y hasta se le parece un poco físicamente. A mí de las del video la que más me impresiona es la de Felipe "H.A.L." Peña. Increíble como declama el tío.

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Como no me copies te pego

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