lunes, 29 de noviembre de 2010

Amanda Harrington

Supongo que con esta entrada me ganaré por los restos la etiqueta de machista recalcitrante, o de misógino relamido, o de maltratador inmisericorde, o tal vez de homófobo secular, o ya puestos, qué más da, de facha reaccionario, o de algo peor o de todo a la vez, que seguro que eso y mucho más me merezco, porque yo, heterosexual confeso, voy a hacer pública y desvergonzada ostentación, cual vulgar católico cabreado, de mi preferencia, de mi atracción y hasta de mi deseo carnal por una mujer hermosa. Qué digo hermosa, la tía está como para andar encamados de aquí a que se hiele el infierno. O hasta que salga reelegido ZP, lo que suceda más tarde. Pues sí, hembristas rencorosas y meapilas obsesos de lo políticamente correcto, para cualquier hombre heterosexual, sano y vigoroso, como yo, una mujer siempre tendrá, entre otras muchas consideraciones, el caracter de objeto sexual, entendiendo objeto como mera metáfora, como en "Ese oscuro objeto del deseo". Y eso no es machismo, es naturaleza y sinceridad.

Machismo, o peor aun, sexismo, que es el verdadero problema y que además existe en las dos direcciones, es tomar en cuenta el sexo de un sujeto en ámbitos de la vida dónde tal consideración no tiene ninguna relevancia verdadera. Y ya me diréis a mí si en cuestiones de fornicio y calentamiento global el sexo de los sujetos no es fundamental. Sexismo, y de la peor calaña, es querer meternos con vaselina y hasta la nausea el género en todo lo demás: las experiencias de una mujer que escribe (¿y por qué no simplemente las de una escritora, o es que lo singular no es que escriba sino que sea mujer?), la relación entre
mujer y agua (¿alguien puede imaginarse a un ministro, de lo que sea, preocupado sólo por los problemas de sus congéneres; que escriba artículos como El género másculino: obligados a morir por la patria, o El género másculino: condenados de por vida a la explotación laboral?) o mujer y transtornos alimenticios (¿es que ningún hombre los sufre, es que nosotros no recibimos presiones sociales con respecto a nuestra apariencia física, es que si nos pinchan no sangramos también?) o asuntos semejentes. La consecuencia es que este sexismo con buena conciencia, este hembrismo camuflado de igualitarismo que cree que sólo existe discriminación si la victima es una mujer, está cristalizando y lo estamos padeciendo en leyes de autor que no tipifican conductas delictivas determinadas, sino que pretenden criminalizar el sexo -siempre másculino, faltaría más- de quien las realiza. Y a esto le llaman igualdad...



Nada, nada, que la Amanda está de toma pan y moja. Como no permiten insertar el video en otros lugares, os dejo el enlace al tubo. Merece la pena.

6 comentarios:

  1. Machigta,mag que machigta, que diría Cristina Almeida,juajuajuajua.
    En fin, más que una entrada de las tuyas parece el inicio de un calendario de taller tractorista...de todos modos, jodo¡!cómo está la churri¡¡¡

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  2. Verdá que sí, está tremenda.

    Por supuesto de momento ironizo conn la cuestión, pero ya veremos si no llegamos de verdad al extremo en el que mirar con agrado a una mujer sea interpretado como violencia de género. Como en los EE.UU., que como mires no sé cuántos segundos seguidos a una compañera de trabajo ya puede denunciarte por acoso.

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  3. Tengo algunas dudas sobre si considerar machista a tu entrada o creerme el mensaje que quieres trasladarnos. Saldría de dudas si nos dejaras otro enlace a otro vídeo de la pava, para ponderar con equilibrio la cosa; que no quisiera precipitarme en mi análisis. Gracias.

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  4. ¿Qué mensaje? ¿Qué es un mensaje? ¿Es que no has visto el tamaño de las tetas de la Amanda?

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Como no me copies te pego

Reservado todos los derechos a los lectores, que podrán copiar, manipular, alterar y hasta leer todos los textos de este blog. Eso sí, se agradecería que mencionaran de dónde diablos han sacado el juguetito.